Largas colas en la parada del Puerto de Corrientes. Unidades que llevan mayor cantidad de pasajeros que la prevista. Gente indignada por el servicio deficiente. Así es el panorama para aquellos que deben utilizar el servicio de transporte público de pasajeros que hace el tramo Resistencia-Corrientes.
Si bien las quejas son generalizadas, las autoridades encargadas de controlar la calidad del servicio brillan por su ausencia. Las empresas Ataco y Ticsa hacen lo que les parece, con unidades vetustas, que no cumplen con la frecuencia ni con las normas de seguridad que deberían. Cargan pasajeros superando la capacidad que está prevista.
Ayer, el Puerto volvió a ser un hormiguero. Las altas temperaturas y la falta de playas en Resistencia, hacen que miles de chaqueños crucen el Puente para disfrutar de la poca costa que el río Paraná, crecido, deja del lado correntino. Y obviamente el regreso volvió a ser un caos, algo que llega a ser común para las postales domingueras de verano.
La encargada de controlar el servicio que brindan las empresas concesionarias del tramo es la Secretaría de Transporte de la Nación, la cual se encuentra demasiado lejos como para ejercer un control eficiente. Durante el tiempo en que el Ministerio del Interior y Transporte de la Nación estuvo al mando de Florencio Randazzo, las gestiones fueron inexistentes. De hecho, las empresas tuvieron serios inconvenientes, los choferes y el gremio que los nuclea. La Unión Tranviaria Automotor (UTA) había hecho fuertes manifestaciones respecto de lo que los trabajadores del volante deben padecer.
Son diez las unidades que van y vienen haciendo el tramo Corrientes-Resistencia, entre las dos firmas, hace años, y a pesar de que el número de usuarios se ha incrementado, los dueños de las empresas hacen la vista gorda. No obstante, siguen cobrando los subsidios que le otorga el Estado nacional pero con un servicio deficiente que según los pliegos, tendría argumentos suficientes para que la concesión sea dada de baja y llamar a una nueva licitación para el recorrido.
La alternativa a esta calamidad, es utilizar el servicio de remises que actualmente está muy por encima del valor del boleto de colectivo. Prácticamente se duplica el costo, ya que llega casi a los 20 pesos. En tanto, el boleto subsidiado por el Estado nacional es de 7 pesos.
“Realmente es una lotería. Durante todo el año sufrimos con el servicio. Ir a estudiar a Resistencia hay días que llega a ser una misión imposible. No sé si le puede llamar frecuencia a lo que hacen Ataco y Ticsa. Porque la verdad es que uno no puede calcular cuándo pasará el colectivo. No hay certezas. Realmente es indignante que los empresarios ganen por un servicio que es deficitario”, le dijo a La República Cecilia, que estudia Psicopedagogía en Resistencia.
Extrañamente la frecuencia de las 10 unidades que hacen el recorrido disminuye constantemente los fines de semana, y el domingo las colas y esperas se hacen eternas.
Será cuestión de que el nuevo ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, tome conocimiento de esta situación de angustia que le toca vivir a correntinos y a chaqueños, para avanzar en cambios estructurales en este servicio, que es de gran importancia para el intercambio laboral y académico de las dos provincias del norte.