Policiales

A un año del crimen de Tito González persisten los reclamos de seguridad

Crédito: 22218

El hecho caló hondo también en quienes debie­ron alguna vez defender sus derechos frente a los estrados, pues el jurista era conocido por llevar adelan­te causas de trascendencia social cuyos pormenores él mismo se encargaba de hacer públicos. Quienes trabajaron con él aseguran que muchos de los expe­dientes los tramitaba “sin cobrar un peso”, ya que se trataba de víctimas de de­litos.

 

Su deceso ocurrió a me­dia mañana. Fue en un café del microcentro correntino al que el letrado penalista había entrado para esperar a su socio, Rubén Leiva. Te­nían previsto repasar algu­nos escritos para presentar en los Tribunales.

 

El profesional del Dere­cho ingresó sin mirar a su alrededor y se dirigió a una mesa en el centro del salón, cerca de una columna, a un metro de una escalera que conduce a un primer piso.

 

A pocos pasos, en otra mesa que daba a su espal­da, un hombre que había llegado minutos antes, lo esperaba agazapado en una mesa ubicada en la esquina del local. Tenía el rostro ta­pado por una boina.

 

Cuando González mo­vió la silla para sentarse, el otro cliente -identifica­do como Carlos Martínez, quien había contratado se­manas antes al letrado para que lo defienda- se paró, sacó un arma, caminó hacia el letrado y le disparó seis veces. Después hizo cinco pasos hacia la puerta y con la misma pistola se disparó en la cabeza. La secuencia duró 12 segundos.

 

El episodio tuvo trascen­dencia a nivel nacional y fue tema de debate.

 

La tarde siguiente al día fatal, el café céntrico es­taba colmado por clientes atraídos por el morbo que despierta un hecho trucu­lento.

 

Un agujero en una co­lumna del salón es el recor­datorio de aquella maña­na funesta. Hasta hoy en el murmullo de los parro­quianos se escuchan alu­siones a ese día.

 

El episodio generó preocupación entre los abogados correntinos, quienes reclamaron al Po­der Judicial medidas de protección para los letrados ante hechos de violencias

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