Nairobi, Kenya (CNN) -- En una oscura noche hace seis meses, Adrian se armó de valor para huir.Llevaba días huyendo, con heridas recién cosidas en el muslo, y cruzó con dificultad la frontera a pie.
"Crucé un pantano en la frontera. Cuando llegué a una vía férrea protegida por la policía de Kenya, tuve que sobornarlos para poder pasar", cuenta.
El viaje de Adrian, de joven profesional prometedor con un trabajo de marketing en Uganda, a solicitante de asilo a la fuga, comenzó con su padre, un destacado hombre de negocios musulmán de la capital, Kampala.Adrian cuenta que su padre le dijo que quería restaurar la dignidad de su familia.
"Agarró un cuchillo que tenía cerca. Creyó que podía cortarme en pedazos", cuenta Adrian, mostrando las cicatrices irregulares que surcan su pierna.
"En Uganda, cuando matan a alguien de la comunidad LGBT, no es un gran problema".
Pena de muerte, criminalización de la homosexualidad, terapias de conversión y más: el presidente de Uganda firma una de las leyes anti-LGBTQ más duras del mundo
Esconderse del odio
Adrian habló con CNN en una casa de seguridad de Nairobi, donde se refugió con otros cuatro solicitantes de asilo ugandeses. Como muchas de las personas entrevistadas para esta investigación, CNN accedió a utilizar un seudónimo para proteger su identidad, debido a los riesgos para su seguridad.
Incluso de día, las cortinas del refugio están cerradas.
"Con el odio en el que vivimos hoy en día, si salgo ahí fuera y se dan cuenta de que soy miembro de la comunidad LGBTQ, tarde o temprano me matarán", afirma.
No está claro cuántos ugandeses han huido a Kenya, pero los grupos de derechos humanos de ambos países afirman que el número ha aumentado considerablemente desde que el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, firmó en mayo una de las leyes contra el colectivo LGBTQ más duras del mundo, que incluye la pena de muerte.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó la ley de "trágica violación de los derechos humanos universales" y exigió su derogación. "Nadie debería tener que vivir temiendo constantemente por su vida o ser objeto de violencia y discriminación. Es un error", afirmó.
Pero, a pesar de la condena de la Casa Blanca, un destacado grupo de presión estadounidense se ha enfrentado a persistentes acusaciones de propagar el sentimiento anti-LGBTQ en varios países de África. Durante meses, CNN ha investigado si la organización Family Watch International, con sede en Arizona, y su fundadora Sharon Slater, han ayudado a promover una serie de proyectos de ley homófobos en Uganda, Kenya y Ghana. El grupo ha negado estas acusaciones en repetidas ocasiones.
"Valores familiares"
Family Watch International afirma que su misión es "proteger y promover la familia como unidad fundamental de la sociedad". Hace campaña contra la enseñanza a los jóvenes de temas relacionados con el colectivo LGBTQ, la salud sexual y otras áreas que considera una amenaza para la "familia natural", ejerciendo presión en las Naciones Unidas, en Estados Unidos y en otros países.
La organización ha recibido a políticos clave que impulsan leyes anti-LGBTQ. Slater ha dirigido o convocado múltiples conferencias sobre "valores familiares" en todo el continente africano, tanto en persona como a distancia.
La promoción de políticas por parte de grupos conservadores estadounidenses en África no es poco habitual. CNN ha informado anteriormente de que el Congreso Mundial de Familias, un grupo estadounidense ultraderecha con influencia mundial, puede haber desempeñado un papel en la represión de la comunidad LGBTQ de Ghana, entre otras cosas influyendo en algunos de los proyectos de ley más duros del continente. En su momento, su líder afirmó que no habían influido en el proyecto de ley ghanés.
Además de estar influidas por grupos evangélicos estadounidenses, las leyes anti-LGBTQ de varios países africanos tienen sus raíces en la época colonial, incluidas las disposiciones británicas contra la sodomía. Cuando el Reino Unido despenalizó los actos sexuales entre personas del mismo sexo en 1967, muchas antiguas colonias ya se habían independizado y las leyes vigentes se mantuvieron.Sin embargo, en la actualidad ha habido un impulso para aclarar y, en algunos casos, reforzar estas leyes.
En 2013, Nigeria aprobó un proyecto de ley que penalizaba las relaciones entre personas del mismo sexo, con penas de hasta 14 años de prisión. Un año después, el presidente de Uganda promulgó la Ley contra la Homosexualidad, que posteriormente fue anulada por un tribunal ugandés por motivos de procedimiento después de que los gobiernos occidentales suspendieran algunas ayudas.
Pero en los últimos años, los políticos africanos han empezado a proponer una nueva generación de leyes contra el colectivo LGBTQ. Los proyectos de ley de Ghana, Uganda y Kenya se disfrazan de "valores familiares", pero se basan en severos castigos para la comunidad homosexual y quienes la apoyan.
Ghana podría aprobar en breve una de las leyes más duras, conocida como Ley de Derechos Sexuales Humanos y Valores Familiares de Ghana, después de que su Corte Suprema desestimara un recurso judicial en julio.
En Uganda, ser homosexual puede ser castigado con cadena perpetua o pena de muerte por determinados actos homosexuales. La nueva ley, a la que se culpa del aumento de la violencia contra los miembros de la comunidad LGBTQ, recibió un fuerte apoyo de los diputados ugandeses. Activistas ugandeses y grupos de la sociedad civil están impugnando la ley ante los tribunales.
"Las leyes están muy organizadas en su planificación y en la movilización política de la población para apoyar la causa. La aprobación de la ley es tan solo el colofón de ese proceso tan meticuloso", afirma Nicholas Opiyo, destacado defensor ugandés de los derechos humanos.
Amigos influyentes
Tal vez la ilustración más simbólica de la influencia de Family Watch International se produjo en una conferencia celebrada en Entebbe (Uganda) el pasado mes de abril.
En una foto de la conferencia, la cofundadora de Family Watch International, Sharon Slater, aparece en una pequeña foto de grupo con el presidente de Uganda.
La conferencia sobre educación sexual tuvo lugar pocas semanas antes de que Museveni firmara la Ley contra la Homosexualidad en mayo. Museveni y la primera dama elogiaron la labor de Slater y su organización en reuniones públicas.
Family Watch International afirma que esas reuniones fueron improvisadas y que no estaba a cargo de la conferencia de Entebbe.
Pero una fuente directamente implicada en el evento dijo que Slater y Family Watch International fueron, de hecho, vitales en la planificación de la conferencia de Entebbe -incluso sugiriendo un cambio de nombre para evitar "una reacción negativa significativa".
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Y aunque Family Watch International afirma que no está implicada en modo alguno con la ley, la misma fuente afirmó que el grupo ha ayudado a miembros del parlamento a impulsar la legislación y ha contribuido a moldear su redacción.
"El personal de Family Watch International hizo repetidos cambios al borrador", dijo la fuente, sugiriendo incluso cláusulas que deberían añadirse al texto.
CNN siguió a Slater hasta una conferencia en la sede de la ONU en Nueva York en noviembre. La cofundadora de Family Watch International dijo que las acusaciones son "absurdas".
Una nueva y dura realidad
Pero la aparición de un proyecto de Ley de Protección de la Familia en Kenya, que castigaría las relaciones homosexuales con la cárcel, ha sumido aún más en la sombra a la comunidad queer de Kenya.
El proyecto de ley salió a la luz tras una sentencia de febrero de la Corte Suprema keniana que permitía a la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Gays y Lesbianas (NGLHRC, por sus siglas en inglés) registrarse oficialmente como defensora de la comunidad LGBTQ, lo que suscitó elogios de los activistas LGBTQ, así como reacciones en contra.
"Fue muy sorprendente que se produjera una reacción tan grande y horrible contra algo en lo que llevábamos trabajando 10 años", declaró Njeri Gateru, directora ejecutiva de la NGLHRC. "Se trata claramente de un intento deliberado de criminalizar los cuerpos y las vidas queer".
Gateru afirma que los casos de acoso a miembros de la comunidad queer se han duplicado en los últimos dos años, con más de 1.000 casos registrados hasta agosto de este año solamente.
Nairobi ha sido durante mucho tiempo un lugar de relativa tranquilidad para los africanos LGBTQ. Hay varios bares y lugares de encuentro gay muy conocidos, y los kenianos transexuales estaban relativamente seguros en ciertas zonas.
Sin lugar seguro
La huida de Sylvia de Uganda no tiene nada de ficción.
Contó a CNN que la policía y una turba asaltaron su departamento mientras ella no estaba. Muchos de sus amigos fueron detenidos y golpeados, y ella perdió el contacto con su novia.
Sylvia dice que pensó que había encontrado refugio en casa de su abuela, para luego verse obligada a salir.
"Mi madre vino en persona y me dijo: 'No eres bienvenida aquí, no eres parte de nuestra familia. O te vas o llamo a la policía'. Lloré porque amo a mi madre", cuenta.
En el refugio de Nairobi, los ugandeses sienten que su espacio para vivir con seguridad se está acabando, que la ley keniana propuesta representa una amenaza directa para ellos.
Ahora se enfrentan a un complejo proceso de solicitud de asilo y posible traslado al campo de refugiados de Kakuma, en el remoto noroeste de Kenya.
"¿Cuándo va a parar esto?", se pregunta Ann, que llegó hace apenas una semana. "Si vienes a Kenya, ¿qué va a pasar? Si te vas a otro país, ¿qué te van a hacer allí?".