Boca potencia incluso a aquéllos a los que no les va del todo bien: pese a su salida traumática del club, ahora ocupa un lugar para privilegiados.
Entre las cosas increíbles que sólo Boca es capaz de lograr, hay un caso paradigmático y es el de Ricardo La Volpe. El Bigotón, integrante del plantel campeón del mundo con la Selección en 1978 y con una vasta trayectoria en México, donde llegó a ser técnico del equipo nacional, es más conocido por su fracaso en Boca que por todo lo demás. Cada vez que le hacen una entrevista, las preguntas vuelven, recurrentes, a aquel equipo que estaba destinado a ser campeón dirigido "desde un helicóptero" y que terminó perdiendo increíblemente el torneo del 2006 en una final contra Estudiantes. La Volpe habla de eso, sigue elaborando sus teorías conspirativas, minimiza a Riquelme... Todo aquél que lo entrevista quiere hablar de aquello. Su personaje es atractivo por eso, que es en definitiva un fracaso. Dicho en otros términos: Boca potencia hasta a los que fracasan.
Este domingo, en el partido inaugural del esperado Mundial de Qatar, habrá un argentino. Gustavo Alfaro es el técnico de Ecuador que enfrentará al anfitrión en un evento seguido por miles de millones de personas. Muchos ya lo conocen. Otros lo verán por primera vez. Construyó un camino lleno de méritos para llegar a ese lugar, clasificándose en eliminatorias sudamericanas que no pudieron pasar, por ejemplo, Chile o Colombia con planteles a priori más ricos. Y sin discutir nada de lo que hizo, hay que recordar que la plataforma que lo lanzó hasta allí fue su paso por Boca como técnico. Un tiempo valorado por muchos, cuestionado por otros, en donde el éxito fue escaso: apenas una Supercopa por penales frente a Central. Su actuación en Boca es más recordada por el día en que puso a Soldano de 8 en cancha de River para arañar un punto, que a la postre le serviría a Miguel Russo para consagrarse campeón de esa Superliga en la última fecha, que por aquella estrella. Alfaro perdió una semifinal de Libertadores contra el River de Gallardo, se fue en pleno torneo y su paso siguiente fue ser elegido como el DT de Ecuador. Dos años después, dirigirá a la selección en la apertura de Qatar 2022.
No es el único caso en el que la grandeza de Boca, su repercusión a nivel internacional, impulsa una carrera individual. El otro día, sin ir más allá, se pudo ver al Vasco Arruabarrena dirigiendo a la selección de Emiratos Árabes Unidos con la que peleó hasta el repechaje su ingreso al Mundial. Y el Vasco, que tuvo una interesante carrera como futbolista de Boca y ganó títulos locales ya como técnico, venía de sufrir un par de eliminaciones traumáticas a manos de River y perdió por goleada una Supercopa frente a San Lorenzo antes de ser cesanteado y de meterse de lleno en el mundo árabe. Guillermo Barros Schelotto, ídolo como jugador, técnico campeón con Boca, perdió la final de Madrid frente a River y quedó marcado: no pudo continuar en el club. Se fue a seguir su carrera a Los Ángeles Galaxy, donde le dieron poderes plenipotenciarios, y hoy es el DT esperanza de Paraguay para volver a un Mundial. Para resumirlo en pocas palabras: incluso lo que no funciona en Boca es apetecible en el mundo, tan importante es su camiseta.
Al Profe Alfaro, por supuesto, el mejor de los deseos en el debut y en el Mundial. Como argentino, por supuesto. Pero principalmente desde Boca, que lo llevó a ese lugar que es sólo para privilegiados.