(CNN Español) -- Medio Oriente está viviendo una de las escaladas de violencia más graves desde la irrupción del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, en inglés) en 2014 o incluso de la guerra de Iraq iniciada en 2003 con la invasión estadounidense.
Desde el 7 octubre de 2023, cuando el grupo extremista Hamas lanzó un brutal ataque terrorista contra Israel, que dejó un saldo de 1.200 israelíes muertos, Gaza ha estado en el centro de una guerra que ha llevado a la muerte de 24.000 palestinos en ataques israelíes, según el Ministerio de Salud controlado por Hamas. Pero ese no es el único foco de conflicto.
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En la Ribera Occidental ocupada por Israel, la violencia no para de crecer y el lunes se reportaron también ataques terroristas en Raanana, en el centro de Israel. Mientras que en el norte, en la frontera con el Líbano, Israel y el grupo Hezbollah están trenzados desde hace semanas en un intercambio de fuego.
También en el mar Rojo los rebeldes hutíes, que ocupan buena parte de Yemen y reciben apoyo de Irán, han estado atacando buques de carga –según dicen, en solidaridad con la población palestina en Gaza–y la semana pasada Estados Unidos y el Reino Unido bombardearon sus posiciones en represalia.
Pero ¿por qué Siria e Iraq son tan importantes para Irán?
Irán está geopolítica y religiosamente emparentado con Iraq: comparten una frontera de 1.599 kilómetros y, en la década de 1980, los dos países pelearon una brutal y larga guerra de posiciones que se cobró cientos de miles de vidas y que constituye el antecedente histórico que define todas sus relaciones actuales.
La existencia de la región semiautónoma del Kurdistán en el norte de Iraq es también una fuente de tensiones para Irán, que alberga una importante minoría kurda en su territorio. Estos 10 millones de personas buscan, también, mayor autonomía y han entrado en conflicto con Teherán.
Por otro lado, Iraq e Irán son países musulmanes donde la mayor parte de la población pertenece a la secta chiita (más del 60 %, en Iraq, y más del 90 %, en Irán. Iraq es una república laica, pero Irán se organiza como una teocracia islámica surgida de la Revolución islámica de 1979, que se considera garante de la "medialuna chiita", una región desde Irán hasta el Líbano, pasando por Siria e Iraq, en un Medio Oriente dominado por los sunitas.
La guerra entre Iraq e Irán, entre 1980 y 1988, se produjo precisamente cuando Iraq estaba gobernado por Saddam Hussein, un líder sunita para un país mayormente chiita.
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La mayor parte de la población de Siria es, de hecho, sunita, pero su presidente Assad y buena parte de las élites del país, aliadas a Irán, pertenecen a la secta alawita, emparentada con el chiismo.
Este enfrentamiento entre sunitas y chiitas explica, en parte, que ISIS, un movimiento islamista sunita, se haya convertido en enemigo vital de Irán, y que Irán tenga interés por mantener presencia en Siria, donde reside lo que queda de ISIS.
Siria cumple otro rol geopolítico para Irán: con su frontera de 83 kilómetros con Israel, el otro enemigo de Teherán que ahora está en el centro de la escena por la guerra en Gaza, hace las veces de Estado tapón entre ambos. Así, unidades del grupo libanés Hezbollah, apoyado por Irán, operan desde hace años en Siria precisamente en la frontera con Israel, elevando las tensiones.
Con múltiples frentes abiertos, la escalada de violencia en Medio Oriente no para de crecer desde el ataque terrorista de Hamas, que tomó no solo a Israel por sorpresa, sino a toda la comunidad internacional, y ahora parece haberse abierto una caja de Pandora en una región siempre fértil para el conflicto.
Con información de Hamdi Alkhshali, Nechirvan Mando, Helen Regan, Oren Liebermann, Haley Britzky, Natasha Bertrand y Jennifer Hansler.