El calor deja una profunda huella en la Antártida, donde el hielo marino se encuentra en los niveles más bajos para esta época del año desde que comenzaron los registros hace 45 años. según reportes del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés) el hielo está alrededor de 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord anterior de invierno establecido en 2022.
Científicos alertaron por una preocupante pérdida de hielo marino en la Antártida, que tiene un tamaño igual al de todo el territorio argentino. En medio de la ola calor récord en el hemisferio norte, que provocó muertes por altas temperaturas en varios países, el hielo antártico no volvió a sus índices normales como se esperaba durante el invierno, produciendo este fenómeno sin precedentes.
Florence Colleoni, glacióloga del Instituto de Oceanografía y Geofísica Experimental (Ogs) de Trieste, planteó que es necesario vigilar la situación, aunque en la Antártida no está perdiendo hielo al mismo nivel que el Ártico. Además, manifestó la importancia de la contaminación y del calentamiento global en este fenómeno.
“El océano se ha calentado de manera acelerada, pero estamos subestimando esta velocidad. Todavía no sabemos cuál es la influencia del calentamiento global, pero ciertamente amplifica el impacto de algunos fenómenos”, dijo Colleoni. En este sentido, la experta se refirió a la necesidad de trabajar en energías alternativas.
Los cambios de temperatura en el continente blanco
Un estudio mostró, además, que la Antártida tiene problemas en la formación de hielo marino, que batió un récord mínimo el 13 de febrero. Este continente tiene el 90% del hielo de todo el planeta.
Su cobertura llamada «manto de hielo» tiene un origen terrestre que es el resultado de la acumulación y compactación de nieve durante miles de años. Cuando este manto se extiende al agua se forma una plataforma de hielo flotante que crece en invierno y se reduce en verano.
El hielo aumenta su temperatura cuando hay una fusión entre este y el albedo, es decir, la parte de energía solar reflejada en la fría superficie que tiene índices menores a los del elemento congelado.