No lean los menores de 40. Y no, no lean. No les interesará porque esto es solo un recuerdo en voz alta y no podrán entenderme.
Soy de otra década. Atrasada en tecnología, donde no había vehículos de alta gama y el río estaba poblado sólo de canoas de madera, pero también de peces.
Soy de la época en que sólo existía un teléfono por cuadra donde los vecinos venían a esperar las llamadas.
Época en que para hablar a cualquier parte del país debías esperar "la demora existente" que te anunciaba la operadora.
Soy de una época en que no faltábamos los domingos a la "matinee" para ver tres películas (todas cortadas) y donde cambiábamos revistas que llevábamos, porque eso sí, leíamos toneladas de publicaciones (por eso aprendimos a escribir y entender).
Soy de la época del Tony, Dartagnan, Patoruzú y el atrevido "Killing". De las fotonovelas, los radioteatros y las serenatas en las ventanas.
Soy de una década en que para jugar al fútbol no había necesidad de pagar "la escuelita de fútbol" en algún club, porque teníamos en cada barrio un potrero.
Una época en que todos los niños conocíamos todos los rincones de todas las casas del barrio. Época en que a la noche nos juntábamos niños, si, solo niños en la esquina iluminada por un solo foco, para contar chistes, cuentos, adivinanzas, siendo el único miedo que venga "la recorrida policial a caballo". Allí nos poníamos sobrenombres inclusive por defectos físicos (cara con mango, araña pollito, sartén, vieja del agua, buzón, etc) y nadie se quejaba de "bulling", al contrario, nos reíamos de nosotros mismos. Eso sí, nos quedó un cargo de conciencia por "matar pajaritos".
Época en que nos reuníamos frente al único televisor en blanco y negro del barrio para ver, cuando se podía (si estaba nublado mejor), series como La Caldera del Diablo, Daktari, Viaje a las estrellas, o Mikey en blanco y negro y cuando Buffy se llamaba Tribilin.
Aquella época cuando el celular eran dos latas unidas por un hilo y el Internet era el mismo aire que nos unía.
Época en que las canchas de fútbol se poblaban de familias, y época en que la política jamás te quitaría un amigo o familiar.
Pertenezco a una década donde el boliche empezaba a las doce hasta el amanecer, o hacíamos "asaltos y copetines" en una casa donde las mujeres llevaban comida y los varones la Coca Cola de 1 litro, y de vidrio. Época en que no había drogas, ni control de alcoholemia porque simplemente no eran necesarios.
Una época en que los corsos eran gratis y se jugaba con lanza perfumes y papel picado, aunque algunos también con pomos con agua para terminar a las 01 y dar lugar a los bailes.
Época en que bailábamos hombres con mujeres unos "lentos" que te transportaba a otro mundo (esto sí que no lo entenderán).
En aquella época el peor delito era "entrar colado" a las fiestas privadas y hasta traje te ponías para disimular.
No podrán comprender los de menos de 40 que en los cumpleaños de chicos te presentabas "punta en blanco" y no en short y zapatilla porque no había pelotero, etc.
En fin, soy de una época en que "toda la ciudad" jugaba al carnaval toda la siesta con agua recorriéndola en camiones o camionetas.
Ya sé. Hoy hay miles de cosas impresionantemente modernas. Podes hablar y verte con cualquiera en cualquier parte del mundo y a cualquier hora sin esperar "demora", Pero esta modernidad trocó el alma, la piel, la mirada, la mano extendida, la palmada en la espalda, por el mensaje veloz, osado, atrevido y hasta a veces, insolente.
La vida es dinámica, cambiante y a ella nos amoldaremos siempre, aunque nunca, jamás se borrará de nuestras memorias, los eternos momentos que nos marcaron para siempre a los de "aquella época".