A bordo del USS Dwight D. Eisenhower (CNN) -- Las alarmas sonaron en el portaaviones USS Dwight D. Eisenhower en el mar Rojo a las 4 de la mañana del martes, advirtiendo al personal que se preparara para posibles operaciones de vuelo contra un dron hutí que estaba sobrevolando los barcos cercanos.
Al final se consideró que ese dron no constituía una amenaza. Pero el incidente demostró que la tripulación del portaaviones está constantemente en alerta máxima ante posibles amenazas de los combatientes yemeníes apoyados por Irán, que han estado atacando habitualmente con misiles y drones a los buques comerciales y a las fuerzas estadounidenses y de la coalición en esta importante vía fluvial.
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A bordo de dos buques que encabezan la respuesta estadounidense a los ataques hutíes, el Eisenhower y el destructor estadounidense USS Gravely, en el sur del mar Rojo, CNN obtuvo un acceso único y conversó con marineros y pilotos que afirmaron que la amenaza de los hutíes sigue siendo impredecible y sin precedentes.
La Marina estadounidense está trabajando a un ritmo frenético, desplegando jets y disparando misiles al instante para tratar de destruir las armas y la infraestructura de los hutíes.
Pero después de docenas de ataques durante el último mes contra objetivos hutíes tanto sobre el mar Rojo como dentro de Yemen, se le dijo a CNN que los militares estadounidenses aún no saben exactamente cuántas de las capacidades de los hutíes han sido destruidas, o cuánto tiempo se necesitará para disuadirlos definitivamente.
"Es un conjunto de problemas enrevesados sobre el que no tenemos una gran fiabilidad", dijo el contralmirante Marc Miguez, comandante del Grupo de Ataque del Portaaviones Dos, a CNN el martes.
A diferencia de actores estatales como Irán, Rusia y China, a los que EE.UU. ha priorizado en la recopilación de inteligencia durante años, EE.UU. no estaba prestando mucha atención a los hutíes antes de que empezaran a lanzar misiles con regularidad al mar Rojo, dijo Miguez. Así pues, Estados Unidos no sabe con certeza cuánto han almacenado los hutíes, sobre todo en lo que respecta a lo que han enterrado bajo tierra.
Aprendizaje en tiempo real
Los ataques de los hutíes, además, suponen la primera vez que se utilizan misiles balísticos antibuque en combate, y el personal a bordo de los buques de guerra está aprendiendo en tiempo real cómo responder.
"Esto no es exactamente donde esperábamos estar en este despliegue", dijo el capitán James Huddleston, el subcomandante del Ala Aérea del Portaaviones 3 que vuela regularmente misiones sobre el mar Rojo y Yemen.
"Siempre que se hace algo por primera vez en una región, no se está exento de riesgos", dijo Huddleston. "Pero hemos gestionado ese riesgo para nuestro grupo de ataque y nuestra tripulación aérea mediante la gestión del poder de combate".
Decenas de aviones de combate despegan todos los días del portaaviones Ike para surcar los cielos del mar Rojo en caso de que se les encargue en un momento dado llevar a cabo un ataque contra un objetivo hutí.
Segundos o minutos para responder
Mientras tanto, la tripulación a bordo del destructor USS Gravely en el mar Rojo es la punta de la lanza contra los misiles y drones hutíes. Los marineros a menudo disponen de segundos para responder a un misil entrante.
"Podríamos tener segundos o minutos", dijo el teniente de navío JG James Rodney, que trabaja en el Centro de Información de Combate del Gravely. "Yo no diría que mucho más de minutos".
El Gravely está equipado con misiles Tomahawk de largo alcance capaces de alcanzar objetivos dentro de Yemen. Pero más a menudo, el buque está desplegando sus misiles antiaéreos y antisuperficie a distancias más cercanas a medida que los misiles y drones hutíes se acercan. El mes pasado, sin embargo, un misil hutí se acercó tanto al Gravely -a menos de 1,6 km- que el buque tuvo que utilizar su última línea de defensa, conocida como Falange, para derribarlo. El incidente está siendo investigado, según Miguez.
Los bombardeos hutíes han sido tan implacables que el portaaviones Ike y los destructores desplegados en las inmediaciones no han hecho escala en ningún puerto en meses, lo que es muy poco habitual. Los marineros dijeron que el ambiente es estresante, pero que les ha ayudado tener una misión.
"Definitivamente no es lo que esperábamos, estar aquí fuera", dijo el FC1 Michael Zito, que ayuda a manejar el cañón Mark 45 de calibre 54 del Gravely y otros sistemas de armas a bordo. "Esperábamos tener un despliegue más relajado y tranquilo. Pero esto es para lo que nos hemos estado entrenando constantemente, día tras día durante años, y estamos preparados para lo que surja. Haremos lo que haya que hacer".
-- Scott Pisczek de CNN contribuyó con este reportaje.