Con la mirada puesta en las elecciones provinciales del año que viene, los adelantados de siempre aceleran los tiempos políticos haciendo correr las agujas del calendario y ya libran su propia batalla. Lo hacen mientras otros disfrutan de su carnaval pueblerino e imaginan un año más tranquilo, tomando como una etapa de transición a este flamante 2020. Deberían estar muy atentos, porque no será para nada un año tranquilo.
El Partido Justicialista de Corrientes vuelve a estar parado en el medio de la escena, sin animarse a tomar el protagonismo que su rica historia nacional se lo impone. Otra vez, queda en el centro de una indisimulada tirantez de un gobernador, Gustavo Adolfo Valdés, que va hacia su deseada reelección en el Sillón de Ferré y empieza a hacérselo saber a propios y extraños.
El contrincante no es menor. Nada menos que su creador en términos políticos: Horacio Ricardo Colombi.
El actual senador provincial expone a los cuatro vientos sus ansias de retornar a una casa de gobierno que lo tuvo como un histórico mandatario que más tiempo estuvo en ella –con tres mandatos-, superando incluso al propio Brigadier Pedro Ferré.
Como si fuera producto de la casualidad, el peronismo asume tal vez equivocadamente un rol de árbitro o mediador capaz de inclinar esta balanza provincial, entre dos pesos pesados de la política. Acaso el justicialismo no quiere darse cuenta de su poderío o expone cierto temor para no asumirlo; a punto tal de desechar el valor que tiene ser el partido con mayor cantidad de afiliados (más de 120 mil) en todo el territorio provincial.
Es deseable para muchos afiliados que el PJ no vuelva a caer en el juego de la oposición, que lo seduce con cargos de segundo y a hasta de tercer orden, como en su momento lo supieron conseguir a través de Eduardo Leonel Galantini y Tomás Rubén Pruyas, dos vicegobernadores con sello peronista, a disposición de un radicalismo que hace veinte años está al frente de la gobernación de 25 de Mayo y Salta. Con los resultados sociales conocidos por todos los correntinos.
Lo más cercano a la realidad es que el ituzaingueño Gustavo Valdés adelanta los tiempos de su interna con Ricardo Colombi, quien como estrategia continúa apoltronado, muy cómodo en la ciudad de Mercedes. Algunos allegados al mercedeño más famoso, aseguran que no se fue de vacaciones porque podría ser fatal para sus aspiraciones. Sería como brindarle una decisiva ventaja a quien hoy ostenta el poder en primera persona.
“Desde ahí está trabajando para que no le pase lo mismo que le ocurrió con Arturo Colombi”, según se escuchó entre los devotos del Gauchito Gil. Trasladó su hospital de campaña y desde ahí está operando. Es otra de las figuras utilizadas para este momento en la vida del abogado Colombi.
Los cineastas que siempre asocian alguna realidad con las mejores películas del planeta, observan cierta “atracción fatal” hacia las huestes de la alianza ECO Cambiemos. Casi tentados a decir que algunos peronistas se desviven por tener algún tipo de cabida entre las añejas paredes de la casa rosada, donde ni siquiera los dejan ser parte de una pelea de fondo. Apenas suben al ring para una preliminar.
Lectores osados de la vieja política, están en el acertijo que Gustavo Valdés sabe que la unión hace la fuerza y buscará que el pejota siga en éste estado latente, y no despierte nunca la conciencia de un poderío que lo puede alcanzar como fuerza provincial, en caso de lograr la unidad partidaria. Algo que no lo logra hace más de cuarenta años.
Los más arriesgados, apuestan que el actual gobernador quiere quedarse –a como dé lugar- con el peronismo correntino que –por ejemplo- con su acompañamiento mantuvo en el primer lugar del poder a Ricardo Colombi durante mucho tiempo. En tanto el mercedeño lanza sus primeras leñas al calor del retorno a la gobernación, en la vereda de enfrente Valdés está dando sus primeras zancadas en una avanzada reeleccionista.
A más de un año de otra trascendental elección provincial, el planteo es saber quién se queda con la mayor cantidad de plumas en la pasarela del carnaval político rumbo a las elecciones gubernamentales del año 2021.
Es deseo de muchos afiliados, que no exista ninguna complicidad del peronismo para que haya más este oficialismo provincial los próximos veinte años.
Mientras esto se da puertas adentro y hacia afuera del PJ Corrientes, existen otros dirigentes, junto con varios intendentes del peronismo que se encargan de cultivar y cuidar su mejor expresión ciudadana y se ponen en ‘Modo Carnaval’.
Algo raro sucede en el diván del psicólogo que está por calle Salta al 600. Él tampoco entiende mucho lo que está sucediendo con el justicialismo local. La semana pasada el interventor Julio René Sotelo fue a presentarle una especie de balance de gestión al formoseño Gildo Infrán, presidente del Congreso Nacional Justicialista. Un poco más atrás, el ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié, estuvo sentado en el despacho oficial de la gobernación correntina.
Lo mismo hicieron para saludar en esa oportunidad a Valdés, los legisladores nacionales Jorge Romero, Pitín Aragón y Ana Almirón. A los que se sumó esta semana el gobernador chaqueño Jorge Milton Capitanich, después de anunciar un frente regional para el desarrollo junto a su par de este lado del Puente Belgrano y demostrando abierto desinterés de ser el futuro conductor del peronismo nacional.
La frutilla del postre, a propósito del programa nacional Argentina contra el Hambre, la puso el ministro de Desarrollo Social, Adán Gaya (UCR), quien rubricó y cosechó más de 52 mil tarjetas de este plan para combatir el hambre que seguramente serán distribuidas en Corrientes. Superó sin mayores esfuerzos toda intentona de la ‘liga del PJ’ que fue a Buenos Aires.
Escasos dirigentes valen la pena para usufructuar la histórica Boleta N°2 con la impronta del General Perón. Son pocos los válidos que merecen que les arrojen un salvavidas electoral, y observan desde lejos ésta triste mueca que brindan desde un magro espectáculo un grupo pequeño de compañeros.
A propósito de este 3 de febrero y la célebre frase del héroe correntino, el saladeño Juan Bautista Cabral, será que alguna vez el justicialismo podrá decir, en términos políticos: “muero contento, hemos abatido al enemigo mi Coronel”.