¿Qué hacer si un hijo/a ha sido abusado?
Intervención de la Justicia
Al tomar conocimiento acerca de la ocurrencia de un abuso sexual infantil lo primero que tenemos que hacer es denunciar el hecho. Para ello es conveniente dirigirse a las instituciones de Minoridad y Familia, ya que cuentan con equipos interdisciplinarios tanto para la intervención inicial como para el proceso de acompañamiento a la víctima y su familia.
A muchos cristianos les cuesta denunciar porque creen que deben perdonar. Si bien es cierto que el perdón es una máxima entre los principios bíblicos neotestamentarios, debe entenderse que la denuncia busca proteger a potenciales víctimas en el futuro, ya que los abusadores tienen conductas repetitivas.
En este punto es muy importante saber qué esperar y qué no de la Justicia. Muchos padres cuando se enteran de una situación de abuso tienen sentimientos negativos extremos (ira, enojo, decepción, sensación de frustración e impotencia).
Si usted está atravesando este dolor ponga su confianza en Dios y no en la justicia humana. El juicio y la sentencia no devolverán a la víctima lo que el abusador le quitó. La judicialización de la causa tiene por finalidad que el abusador/a no siga impunemente robando la vida de otros niños/as. Creer que se arrepentirá o que no volverá a repetir un abuso es ingenuidad y permisividad. Debemos denunciar, así sea que el abusador pertenezca a nuestra propia familia o no.
Tanto la víctima como la familia necesitan ayuda. Es más, en algunos casos no es necesario la intervención profesional con la persona abusada, pero sí con la familia.
Si el niño/a no presenta manifestaciones que requieran tratamiento, lo mejor es intervenir con la familia y no con la víctima porque a veces el efecto es una sensación de nueva revictimización. En ocasiones, la corta edad del menor, la buena disposición de la familia en contener al niño/a, el apoyo social frente a la situación protegen a la víctima de impactos negativos. Antes de asumir que el niño/a necesita tratamiento hay que evaluar si presenta o no consecuencias negativas o secuelas tras el abuso.
En caso de que el niño/a requiera la intervención terapéutica debe ser lo más breve posible, a la vez que deben planificarse claramente los objetivos de la intervención.
Apoyo a la familia
Lo más importante es cerciorarse de que el niño, niña a adolescente no será nuevamente víctima; es decir, no se repetirá el abuso y no será objeto de una nueva agresión sexual.
Los siguientes pasos son:
1) Excluir al abusador de la casa, si es que convive en la misma vivienda que la víctima.
2) Capacitar a la víctima para comunicar cualquier nuevo intento de abuso.
3) Trabajar con los familiares para que puedan proteger al menor.
¿Por qué es tan importante trabajar con la familia de la víctima?
La familia es la que en definitiva asegura el bienestar del niño/a y, la forma en la que ella reaccione determinará mucho del futuro de la víctima.
En pocas palabras, la buena intervención de los familiares mejora el pronóstico de la víctima.
La familia debe apoyar al niño y estar disponible para lo que necesite, sin que ello implique sobreprotección. Nunca se debe pedir a la víctima que 'simplemente olvide' el hecho y que se comporte como si nada hubiera sucedido.
Se aconseja a los padres mantener la calma y evitar sentimientos extremos, creer el relato del niño/a y nunca culpabilizarlo por lo sucedido. Son justamente los padres los portadores de esperanza para que la víctima supere el trauma.
Finalmente, en medio del caos que representa la situación, es positivo que los padres busquen estabilizar al niño en todas las áreas de la vida aportando paz y orden en el hogar. Jamás mostrarse perplejos o devastados por la situación. El niño/a víctima tiene que sentirse seguro en su casa y la tarea de los padres es fundamental en este sentido. El menor debe seguir adelante con su vida, tener actividades extraescolares, intereses por cosas nuevas, horas de descanso en un ambiente seguro y confortable. Todo esto contribuye a disminuir el impacto negativo del abuso no sólo sobre la víctima sino, también, sobre el resto de la familia.