Sociedad

Aventura sí, pero con mi pareja

El matrimonio es un viaje de por vida; una relación de amistad progresiva en la que se combinan aventuras, ternura, confianza, lealtad y diversión.
La mayoría de las parejas trabajan duro, se esfuerzan por tener un buen pasar económico y sacrifican para ello el tiempo de la diversión. ¿Quién no quisiera tener una aventura amorosa continua con su cónyuge marcada por la alegría, el romanticismo y la espontaneidad permanente? Para el logro de un matrimonio así es indispensable la planificación de tiempos especiales en los que se desarrolle el compañerismo.

Las mujeres valoran más la seguridad emocional de la relación que la seguridad financiera. Ellas necesitan un espacio seguro para compartir sus sentimientos; un lugar donde puedan reír y llorar sin ser malentendidas. Jimmy Evans lo dice así: “Para una mujer, el hombre de ensueño es un líder fuerte con un corazón blando”.

Para los hombres, el compañerismo también es importante. Un esposo suele ser más romántico si sabe que su esposa lo respeta y acompaña en aquellas actividades que para él son importantes, desde mirar un partido de fútbol por la televisión hasta armar un rompecabezas o explorar algo nuevo en la intimidad.

El vínculo matrimonial se edifica sobre la base de la amistad.Y la amistad se fortalece con los tiempos compartidos. Los terapeutas familiares coinciden que un matrimonio saludable es aquel en el que se planifican tareas o pasatiempos de a dos. Toma tiempo. Diviértete y ríe mucho. “Este punto me recuerda otro elemento crítico: ¡Trato amable! Aunque el tiempo que pases junto a tu cónyuge pueda ser menor en algunas épocas, esfuérzate para mantener fresca la relación matrimonial a través de notas, buen humor, gentileza, paciencia y afecto. Realiza diariamente, al menos, una cosa por tu pareja a fin de mostrar tu amor; enfócate en edificar la relación con elogios genuinos y aliento”.

La relación matrimonial es más importante que cualquier otra cosa.Si no agendas un tiempo junto a tu pareja, simplemente no lo tendrás. Tus compromisos nunca te dejarán margen para las actividades familiares; tendrás que forzar esos momentos en común. Y si no dispensas tiempo para suplir las necesidades emocionales de tu pareja, probablemente otro lo haga. Y ese sería el principio del fin.

En la antigüedad para que el matrimonio sea considerado definitivo, se necesitaba la unión física; es decir, sin relación sexual no era válido el casamiento. Si no había consumación, no había matrimonio. De ahí que los participantes a la boda conducían a los novios a la habitación nupcial, los dejaban solos y la pareja consumaba su relación; mientras todos los invitados esperaban afuera. Cuando la mujer de Cantar de los Cantares dice: “¡Llévame, oh rey, a tu alcoba!”, usa una expresión nupcial. ¿Te imaginas “haciendo el amor” mientras los abuelitos esperan sentados afuera a que te repongas? Sólo pensarlo causa asombro y risas; pero no te desvíes del enfoque central. En el mundo antiguo el sexo no se concebía fuera del matrimonio. Si uno mantenía relaciones sexuales, estaba casado. Y si estabas casado tenías un compromiso con tu cónyuge. Las palabras responsabilidad y compromiso eran sinónimos. Sexo sí; compromiso no, parece gritar esta sociedad. Pero sexo sin compromiso es una idea que nada tiene que ver con Dios.

He aquí algunas ideas para refrescar el vínculo matrimonial y fortalecer el compañerismo:


•      Tómense de la mano.


•      Armen juntos un rompecabezas.


•      Realicen un safari fotográfico.


•      Vayan al teatro.


•      Preparen una comida afrodisíaca y díganse cosas lindas mientras comen.


•      Vean una película divertida.


•      Patinen sobre hielo o simplemente en la calle.


•      Naden juntos en el río o la piscina más cercana.


•      Lean un libro en la cama.


•      Practiquen una nueva posición para hacer el amor.


•      Sorpréndanse con un cambio de look.


•      Recuerden el día de su casamiento bailando el vals.

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