Algo tan apreciado para la mesa de los argentinos, como la carne, a partir de esta desencontrada política económica que la puso por las nubes, dejó de ser algo particular en la dieta de los correntinos y pasó a transformarse casi en un artículo de lujo.
Se entiende, con sus precios muy elevados, porque cayó el consumo en los hogares en un 10% o más.
No es del todo cierto que el precio del kilo en sus distintos cortes se mantiene desde hace seis meses, porque ha tenido varios retoques para fin de año con las fiestas y por el periodo estacional, siempre se encuentra alguna excusa para incrementar algunos buenos pesos por kilo. Pero eso solo contribuye a más recesión.
Se presta para la chanza de contraer un crédito en las financieras para comer un asado o que la carne se lleva una gran parte del mediocre salario correntino. Como dicen los economistas, con el salario actual no se puede comprar nada, carcomido por la inflación.
Aquel que “hace humo” en su casa es acusado de ostentación o bien de requerir un camión de caudales para llevar su compra desde la carnicería hasta la casa.
Continúan las ventas hacia la baja
Otros aseguran que el precio del kilo de carne se mantiene desde agosto del año pasado pero el bajo consumo continúa. Las últimas semanas, las bajas ventas se volvieron a sentir en el sector.
En los puestos del Mercado de Productos Frescos de Mendoza y Lavalle, lo único que abundan son los carteles de ofertas, porque de clientes muy poco, casi nada.
Está claro que se vendió entre un 8% y 10% por ciento menos con respecto a los meses anteriores. Aquí el precio de la carne tiene relativamente que ver, porque los salarios de los correntinos definitivamente son afectados por otros factores diarios (luz, agua, colectivos, servicios, comestibles, etc.) que deprecian el poder adquisitivo notablemente, por lo que la carne casi se transformó en un artículo de lujo.
Como se fuera poco, en economía de guerra, la gente compra por “portes”. Es decir 100 gramos de un corte, apenas medio kilo de algo, se aferra a las ofertas de las menudencias para que la comida tenga gusto a “algo” y la típica carne molida, particularmente la “común”, es adquirida en pequeñas bolsitas. Todo es patético.
Ni soñar como un costillar, como los de antes, para entrarle a un buen asado en cualquier ocasión. La cosa ya no está para esos “lujos”.
“Es común que la gente compre menos en esta época pero el impacto se repite hace varios meses”, explicó el carnicero Hugo Lucena, quien aseguró que los precios se mantienen desde agosto de 2016 y por el momento no se prevén aumentos.