Los herederos ahora tendrán que gestionar el inmenso patrimonio que el magnate amasó en vida, estimado en más de 6.000 millones de euros entre las compañías integradas en su sociedad de cartera.
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi fue despedido con un funeral de Estado en la catedral de Milán, adonde acudieron miles de personas que le rindieron homenaje y representantes de las principales instituciones políticas del país. Su cuerpo fue cremado tras la liturgia y sus cenizas reposaron en la capilla de su mansión, según señalaron los medios locales.
Berlusconi, enfermo de leucemia, falleció el lunes a los 86 años en un hospital de Milán, después de varios días ingresado. Su ataúd, adornado con flores blancas, rojas y verdes, los colores de la bandera italiana, llegó después del mediodía frente a la catedral de Milán, ante los cánticos de los seguidores del AC Milan, el club que dirigió durante 31 años.
El arzobispo de Milán, Mario Delpini, presidió la ceremonia, donde señaló que Berlusconi fue "sin duda" en vida un político y un empresario, así como una figura pública en términos generales. "Cuando un hombre es político, busca ganar. Tiene partidarios y opositores. Algunos lo llevan a los más alto, otros no lo soportan", indicó.
En primera fila, lloraba desconsolada Fascina, medio siglo más joven que el magnate y que lo acompañó durante su enfermedad hasta el final. A su lado se sentaban los cinco hijos nacidos de dos parejas diferentes, quienes al final del funeral salieron y saludaron a la multitud, que aplaudió cuando el coche fúnebre partió.
Los políticos presentes
Dentro del templo, las primeras filas no solo estuvieron reservadas para los familiares directos, sino también para los representantes de las principales instituciones del país, entre ellos el presidente de la República, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni, así como antiguos jefes de Gobierno como Mario Draghi o Paolo Gentiloni, que acudieron en representación de la Comisión Europea. Entre los pocos dignatarios extranjeros se encontraban el emir de Catar, el jeque Tamim bin Hamad Al-Thani, el presidente de Irak, Abdel Latif Rachid, y el primer ministro húngaro Viktor Orban.
Por su parte, el Kremlin informó este miércoles que el Gobierno italiano no invitó a ningún representante ruso a asistir al funeral del ex primer ministro. "No sabemos el nivel de presencia extranjera allí, pero la parte rusa no fue invitada a esta ceremonia", reconoció el portavoz adjunto de la Presidencia rusa, Yuri Ushakov, según informa la agencia de noticias Interfax. Sin embargo, Ushakov remarcó que el presidente ruso, Vladimir Putin, "lamenta sinceramente la muerte de Berlusconi, con quien no solo mantuvo relaciones de trabajo, sino también una amistad a largo plazo".
Berlusconi no ocultó nunca su amistad con Putin, junto a quien llegó a visitar la península de Crimea cuando estaba ya bajo dominio ruso. Ni siquiera después de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, con declaraciones polémicas en las que incluso llegaba a justificar la orden dada por el presidente de Rusia.
"Falta de respeto"
El funeral de Estado, previsto por el protocolo, fue acompañado por un día de duelo nacional, el primero para un ex primer ministro y que creó controversia. "El funeral de Estado está planeado y es justo, pero el duelo nacional por una persona polémica como Silvio Berlusconi me parece una elección inoportuna", indicó Rosy Bindi, exministra de izquierda en el gobierno de Romano Prodi (2006-2008) en la radio pública.
Andrea Crisanti, senador del Partido Demócrata (PD), también se opuso al duelo nacional. "No tenía respeto por el Estado cuando defraudó a las autoridades fiscales", denunció, recordando la condena final del "Cavaliere" en 2013 en el caso de fraude fiscal relacionado con su imperio mediático, Mediaset.
El recorrido de Berlusconi, que siempre logró volver pese a que anunciaron en repetidas ocasiones erróneamente su muerte política, se mezcla con la historia de Italia de los últimos treinta años. Su funeral, cierra la "era de Berlusconi", aquel carismático político que ascendió en 1994 tras el colapso de la II República, el sistema político de la posguerra corroído por la corrupción. Adorado o detestado, este amante de mujeres mucho más jóvenes que él, estuvo implicado en un sinfín de juicios por polémicas fiestas. En el extranjero se lo conocía sobre todo por los escándalos, las meteduras de pata legendarias, los procesos judiciales y los golpes de efecto diplomáticos.
Los herederos ahora tendrán que gestionar el inmenso patrimonio que el magnate amasó en vida, estimado en más de 6.000 millones de euros entre las compañías integradas en su sociedad de cartera, Fininvest, como la televisión Mediaset, o el club de fútbol Monza, además de numerosas propiedades y villas por todo el país.
Es más, el imperio económico del ex primer ministro italiano, encara tras su muerte un periodo de incertidumbre, lleno de especulaciones sobre su futuro y los posibles litigios. Los inversores se abalanzaron el martes sobre las acciones de su grupo de televisión MediaForEurope (ex-Mediaset), cuyo precio se disparó en la Bolsa de Milán desde el anuncio el lunes del fallecimiento del magnate. El mercado prevé una posible cesión del grupo con beneficios. Fininvest, el holding de la familia Berlusconi con el que controla infinidad de sociedades, quiso atajar los rumores asegurando que sus "actividades proseguirán en la línea de continuidad absoluta en todos los aspectos".