Si los jefes de Gobierno de Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido han forzado en la agenda este último encuentro en Berlín, después de que el huracán Milton frustrase la cumbre de la semana pasada, ha sido sobre todo para despedirse y dejar fijada esta foto en el legado de Biden. Las elecciones estadounidenses de noviembre fijarán por su cuenta el próximo rumbo de Occidente y las urnas auguran que ni Scholz ni Macron estarán ahí mucho tiempo más para verlo. «Mantengamos nuestra determinación», encargó Biden a sus socios europeos para cuando ya no pueda garantizar personalmente el apoyo a Ucrania, «sé que el coste es alto, pero palidece en comparación con el de la vida en un mundo en el que prevalece la agresión y los grandes estados atacan e intimidan a los pequeños simplemente porque pueden«. Tras el asesinato del líder de Hamás , Yahya Sinwar, anunciado por Israel, hay «con suerte una perspectiva concreta de un alto el fuego» en Oriente Próximo, se aferró a una última esperanza para el conflicto que también se va sin resolver. A su lado, el canciller Scholz asentía, pero no sin advertir que se debe evitar «una mayor escalada y una conflagración regional». Macron y Starmer evitaron hacer declaraciones, con más cara de funeral que de cumbre de aliados. Caían las hojas de los tilos en el centro de la capital alemana y el conjunto adquiría un tono de fin de la función y nostalgia anticipada.«No quería dejar pasar su mandato sin visitar oficialmente la capital de uno de nuestros socios y aliados más importantes», explicaba en los pasillos de la Cancillería el asesor de Seguridad Nacional Biden, Jake Sullivan , en constante contacto estos años con el asesor de política exterior de Scholz, Jens Plötner. Alemania ha sido, ciertamente, un aliado importante en la OTAN, el G-7 y en el apoyo a Ucrania. Recientemente, además, el canciller Scholz ayudó al presidente de Estados Unidos a establecer un importante intercambio de prisioneros con Rusia, a pesar de que para ello hubo de tragar un sapo muy gordo, la liberación del «asesino del Tiergarten«, un agente ruso que mató a sangre fría a un opositor georgiano-checheno a plena luz del día y en un céntrico parque de la capital alemana. Semejante trago bien vale una visita de Estado. «Gracias, gracias, gracias«, ha agradecido Biden por triplicado en la Cancillería de Berlín.Jefe de Estado favoritoPara Scholz, Biden ha sido algo así como su jefe de Estado favorito. Vivió desde dentro del gobierno de Merkel las penurias de las relaciones con la Administración Turmp y ha preferido, los últimos tres años, pegarse a Biden más de lo que nunca se ha acercado realmente a su aliado europeo prioritario, Emmanuel Macron. Por Biden renunció aparentemente el socialdemócrata a su pacifismo y decretó el «punto de inflexión« , con una partida presupuestaria de cien mil millones de euros en sólo un año para el rearme de la Bundeswehr. Pero visto en perspectiva, su abrazo a Biden ha resultado más bien la justificación para no dar pasos más decisivos. Washington y Berlín han coincidido tanto en el generoso apoyo militar y financiero a Ucrania como en las líneas rojas que ahora insisten en mantener a pesar de las súblicas de Zelenski: rechazan invitar a Ucrania a la OTAN sin condiciones y el plan del presidente ucraniano de llevar la guerra a territorio ruso con armas occidentales. Por otra parte, dos prestigiosos estudios demuestran que el rearme no marcha según lo esperado. El Instituto de Economía Mundial de Kiel confirma que gran parte de los miles de millones serán devorados por la inflación antes de llegar a destino y que la escasez de cuarteles es impactante.Rearme alemán insuficiente Si hace 20 años Alemania todavía tenía 434 aviones de combate, 2.398 carros de combate principales y 978 obuses, en 2021 solo había 226 aviones, 339 tanques y 121 obuses, un arsenal que apenas ha aumentado desde entonces. «El Estado alemán no ha cumplido en los últimos años el mandato constitucional de habilitar fuerzas armadas para la defensa, no lo cumple hoy y no podrá cumplirlo en el futuro previsible», dice el estudio. Al ritmo actual de adquisiciones, se necesitarían 40 años para que el inventario de la Bundeswehr volviera al nivel de 2004. El presidente Instituto Económico Mundial de Kiel, Moritz Schularick , critica que «el punto de inflexión hasta ahora no es más que una frase vacía».En todo caso, Scholz ha conectado con Biden mucho más de lo que el pueblo alemán se ha identificado con el presidente estadounidense. Esta primera y última visita oficial a Alemania nada ha tenido que ver con la primera vista de Obama, por ejemplo, que fue recibido en 2013 como una estrella de esperanza. Por no hablar de los 25.000 berlineses que acudieron a escuchar el discurso de Ronald Reagan ante la Puerta de Brandemburgo en 1987 («¡Mr Gorbachev, tear down this wall!«). El apoyo de Estados Unidos a Israel es contestado a diario en las calles de Berlín por grupos radicales propalestinos y en las recientes elecciones regionales del Este alemán ha quedado claro que una mayoría está en desacuerdo con un apoyo a Ucrania que sitúe a Alemania en el lado de los enemigos de Rusia. Y además está el estacionamiento de misiles de alcance medio estadounidenses previsto en Alemania a partir de 2026, para contrarrestar los estacionados por Rusia en Kaliningrado. Pero incluso en el Partido Socialdemócrata (SPD) de Scholz muchos se sienten visiblemente incómodos.Aunque Biden elogiase a Alemania como el «aliado más cercano e importante» de Estados Unidos y agradeciese su «lucha contra el antisemitismo y por adoptar una postura clara hacia Irán«, por lo que le dijo a Scholz que »quiero agradecerle su amistad« y le animó a »seguir así«, esas palmadas en la espalda son políticamente un lastre. Y nadie en todo el día osó mencionar en voz alta el elefante en la habitación, Donald Trump, al que sólo se refirió veladamente el presidente alemán, Frank Walter Steinmeier, mientras imponía al presidente estadounidense el «Nivel Especial de la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Federal». Steinmeier recordó que entre los dos países siempre ha habido «momentos de proximidad y de mayor distancia». «Incluso, recientemente, hace solo un puñado de años, la distancia se había ensanchado tanto que casi nos perdemos el uno al otro», dijo en referencia a las tensas relaciones con la Administración trump. Biden, suficientemente lúcido para entender la indirecta, respondió también sin citar a Traump que «en los próximos meses, espero que los europeos recuerden: Estados Unidos es indispensable para ellos. Y espero que los estadounidenses también recuerden: sus aliados son indispensables. Somos más que \'otros países\' en el mundo: somos socios, somos amigos«.