En 2016, la Ciudad de Buenos Aires pasó de percibir el histórico 1,4 por ciento de la coparticipación, a 3,7. En 2018 se lo bajaron a 3,5. Mauricio le dio más del doble a la CABA, que era su distrito base, en detrimento de lo que reciben las provincias.
Lo hizo con la excusa del traspaso de la policía a la Ciudad. Es decir, por decreto le sumó 2,3 puntos del PBI al 1,4 que recibía. El cálculo de lo que cuesta esa medida no pasa ahora del 0,6 por ciento del PBI. O sea que el centralismo porteño se apropió de 1,7 puntos de la coparticipación, que le correspondían a las provincias.
Cuando Macri decidió esta medida por decreto no hubo tanta polémica. Ahora que Alberto Fernández la impulsa por ley, los medios se han lanzado a una discusión con pelos y señales de los gastos de CABA y la coparticipación.
A Macri, como exjefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, le interesaba promover a su distrito y a las figuras de su partido que gestionaban la ciudad. La falta de federalismo en el funcionamiento de las instituciones argentinas quedó muy expuesto por la facilidad con que una fuerza de base esencialmente porteña pudo dibujar una más que duplicación de los fondos de coparticipación para su distrito.
Máximo Kirchner habló de coparticipación pero tambiérn de proyecto político porque señaló que la intención de Macri era promover su proyecto político. En forma indirecta lo hacía también con los dirigentes de su partido que acompañaban a Horacio Rodríguez Larreta.
De hecho esos fondos han servido para promover la candidatura del jefe de Gobierno de la Ciudad como cabeza de la oposición. Gracias a esos miles de millones de pesos de más que recibió la CABA durante cuatro años, Rodríguez Larreta aparece con claridad en el panorama político como el casi seguro candidato presidenciable de la oposición.
Es poco probable que Macri quiera disputar ese lugar. Para que Macri volviera a ser presidenciable, tendría que producirse un cataclismo que derribe a Alberto Fernández y Rodríguez Larreta. Ni aún así. Las cicatrices que dejaron sus cuatro años de gobierno en el bolsillo ciudadano están muy a la vista.
Como señala Werner Pertot en la edición de ayer de Página/12, el comunicado de Macri no menciona a Rodríguez Larreta y no aparece junto a él, sino como si fuera por una vía paralela, compitiendo con su correligionario. Si Macri no es consciente de sus límites es más peligroso todavía.
Si se parte de la hipótesis de que los reconoce, entonces su estrategia para diferenciarse del jefe de Gobierno, no es para reemplazar su candidatura, sino para recuperar el liderazgo de la oposición y controlar los movimientos de Rodríguez Larreta. Es una movida que se corresponde más con su personalidad de dueño y patrón, y con sus posibilidades. El Fondo Monetario financió la campaña presidencial de Macri, y Macri se la financió a Rodríguez Larreta.
Macri ha sido un mal presidente para el país. Y cuando no tiene asesoramiento, es un desastre como político, porque tiene poco contacto con las necesidades concretas de la sociedad. Lo demostró en su comunicado cuando eligió criticar a los cuatro diputados cordobeses del schiaretismo que respaldaron el proyecto del oficialismo.
Supone que los cordobeses filomacristas lo prefieren a él y a CABA y desconoce el sentimiento federal extendido en las provincias, incluyendo a los cordobeses. Si pensó que con esa crítica le saca votos o simpatías al gobernador Juan Schiaretti, confirma que no entiende al país. Es al revés, con ese voto, Schiaretti ganó consenso incluso entre los filomacristas, aunque haya quebrantado los pactos que mantiene con ellos.
Si Rodríguez Larreta se convierte en el candidato de la oposición en las próximas presidenciales, se lo tendría que agradecer a Macri, por el financiamiento de estos cuatro años. Hubo carril para ómnibus (metrobus) y ciclovías y algunas obras muy visibles de autopistas. Pero casi no hubo más escuelas ni subterráneo, ni mejoras visibles en salud pública y hubo una tremenda recaudación por privatización del espacio público.
En realidad, con la más que duplicación de su coparticipación, sumado a lo que recauda el distrito más rico del país, el gobierno de CABA debería tener más para mostrar. Rodríguez Larreta tuvo cuatro años de vacas gordas en la ciudad y no es gran cosa lo que puede exhibir para tratar de hacer lucir a su gestión. La frase de Máximo Kirchner resuena con precedentes nefastos. Cada vez que un jefe de gobierno de CABA llegó a la Casa Rosada, como Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, los argentinos la pasaron muy mal.