Tanto en una de sus visitas a la Argentina como en su discurso de asunción el nuevo mandatario brasileño enfatiza la importancia de avanzar en la economía del conocimiento a partir de la articulación de todos los sectores involucrados.
Cuando Lula vino a la Argentina para los festejos del día de la Democracia en diciembre del 2021, en una entrevista con los medios públicos, reconoció que en la última oleada de gobiernos populares que culmino en el 2015, uno de los temas que no se abordaron con la celeridad necesaria fue el de la articulación entre las universidades y el desarrollo regional de la ciencia y la tecnología . En su discurso de asunción vuelve a plantear, en este caso para Brasil, la necesidad de avanzar en la economía del conocimiento a partir de la articulación entre las universidades, el ministerio de ciencia tecnología e innovación y los sectores productivos.
En los documentos tanto del MERCOSUR , como de la CELAC entre los años 2005 y 2015 se puede observar la casi nula política en tecnología soberana . No se pudo implementar una política regional que permitiera un desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, de la inteligencia artificial o en la cuestión de los datos personales. Esta imposibilidad regional, debida a la falta de mirada estratégica, de decisión o incluso debido a las presiones y los lobby´s provenientes de las corporaciones de las Big Tech y de Estados Unidos, nos reafirmó en un lugar de subordinación en la división internacional del trabajo como exportadores de los nuevos materiales que necesitan estas tecnologías para su desarrollo y de datos personales e importadores de servicios, programas, celulares, cables de fibra óptica y demás software y hardware. Esto también provoca una gigantesca erogación de dólares, lo que impide resolver las trabas estructurales de la economía regional.
La crisis del orden occidental, el nacimiento de un nuevo mundo multipolar, las enseñanzas que dejaron los aciertos y errores de la última oleada de gobiernos progresistas y la consolidación de una nueva geopolítica regional con la asunción de Lula en Brasil, es una posibilidad inigualable para resolver los nudos gordianos que impiden el desarrollo con igualdad en la América Latina. Lula remarco “el futuro pertenece a quienes inviertan en la industria del conocimiento” , si bien la región ya se encuentra atrasada en la carrera tecnológica, todavía puede concebir y diseñar política para desarrollar e incorporar tecnología en función del propio desarrollo de su estructura productiva y de paliar el problema de la pobreza y la desigualdad.
Imaginemos plataformas digitales publicas regionales que acerquen a los pequeños productores con los consumidores de toda la región, un gran “Mercado Central” virtual. Esto implica la posibilidad de reconfigurar las mediaciones en la estructura económica, el fortalecimiento de la estructura productiva y la consolidación de los Estados como organizadores de la economía de servicios de la región.
Abordar los temas tecnológicos implica también avanzar en un serio debate entre la comunidad organizada y los Estados, respecto de la protección de datos personales y de la regulación y del rol del Estado en el terreno digital, como lo viene realizando la Unión Europea, base fundamental para el cuidado de la Democracia asediada por las campañas de desinformación en redes sociales.
Esta posibilidad histórica convive con situaciones de crisis institucional y de conflictos políticos, como vemos en el caso de Perú en donde hay sectores concentrados de poder que continúan atados a una política que solo empobrece al pueblo y les deja, a ellos mismos, magros márgenes de ganancia.
Grandes son las tareas por delante, los proyectos nacionales y populares y progresistas avanzaron en México, Chile, Argentina y ahora Brasil, retomar el camino de la CELAC como organismo que pueda diseñar política es clave. Así también el desarrollo soberano de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la Inteligencia Artificial en función de nuestros intereses nos dará la posibilidad de no quedar nuevamente subordinados ni a occidente, ni a oriente y construir un camino original y propio, la tercera posición del Siglo XXI.
Elijo creer que podemos salir del lugar de ser meros exportadores de materias primas para que otros países desarrollen las tecnologías de la información y la comunicación y que podemos ingresar, con más unidad y creatividad, a este mundo multipolar naciente.