Las Camaristas se lavaron las manos a lo Poncio Pilatos. Rechazaron dos presentaciones, una del oficialismo y otra de la oposición.
Los integrantes de la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Electoral, con competencia electoral, rechazaron los dos planteos referentes al escrutinio de las urnas de la ciudad de Goya.
LE BIRLARON UN CONCEJAL
El frente liderado por el Partido Justicialista (FDT) presentó un pedido de “nulidad” con referencia al escrutinio definitivo de las 204 mesas de la ciudad de Goya.
Se adujo que las autoridades habían confirmado los resultados de la elección en la Ciudad de Goya, señalando a Guillermo Córdoba y Cecilia Gortari como concejales electos por el FdT el miércoles 14. Pero el jueves, en la reapertura del escrutinio definitivo, informaron a los apoderados del Frente opositor que “los números de Goya habían cambiado“.
Alfredo Gómez, apoderado del PJ, había expresado “el cómputo del escrutinio definitivo de Goya estaba cerrado y arrojó un número con el ingresaba el segundo concejal del FdT, es decir, Cecilia Gortari“. Y agregaba “el jueves nos enteramos de que ese número había variado, cuando ya estaban escrutadas todas las mesas de Goya. Es una irregularidad manifiesta y en consecuencia hicimos un planteo ante la Junta Electoral de la que no tuvimos respuesta“.
UN ACTING PARA EL DISIMULO
De aquilatada trayectoria y experiencia innegable, la apoderada de la Alianza oficialista (ECO + Vamos Corrientes) Graciela Rodríguez también interpuso un recurso de apelación en referencia al escrutinio definitivo de Goya. Pero, con la diferencia sustancial de que solicitó la rectificación del resultado del computo oficial de siete (7) urnas o, en su defecto la apertura de las mismas.
La actual senadora radical e histórica apoderada boina blanca, no hizo más que simular una disconformidad con respecto a los números definitivos del 3% de las urnas de Goya.
Un gesto premeditado vinculado a la Resolución (en ese momento futura) que la Cámara en lo Contencioso, Administrativo y Electoral dictó rechazando ambas presentaciones.
A LO PONCIO PILATOS
Las tres juezas integrantes de la Cámara, María Herminia PUIG – Martha Helia ALTABE de LÉRTORA – Nidia Alicia BILLINGHURST de BRAUN decidieron y, aun ajustándose a derecho, no resolvieron la cuestión. Fue más un gesto a lo Poncio Pilatos.
Casi con sabiduría salomónica dieron parte de razón a todas las partes. A la Junta Electoral, respaldando un desprolijo accionar; y a los dos sectores políticos un “no a lugar” para ambos, así nadie aduce privilegio o preferencia.
Pero, la cuestión de fondo subsiste y el perjudicado es el elector. El daño no afecta esencialmente al partido, al candidato, al sistema o a la institución. Vulnera sí, bases primordiales de la democracia: la decisión del elector; el valor de su voto; la transparencia en el procesamiento de los resultados.
¿Cómo se puede obligar por Ley a un ciudadano ir a votar y luego, no agotar instancias y recursos para garantizar que ese voto sea considerado? Pues bien, hay 204 o 7 urnas que contienen voluntades de ciudadanos que para los jueces parece, no tener valor suficiente que amerite un “conteo” voto a voto.
¿Si las instituciones, los partidos políticos y los candidatos tienen valor por qué no se da el valor que corresponde al voto del elector-ciudadano? A pesar de ser preexistente, parece que el ciudadano no cuenta y su voto tampoco. De existencia previa a las comunidades, a las instituciones, a las organizaciones políticas y a los candidatos, el ciudadano y su voto parecen ser fatalmente abstractos cuando a la Justicia no le interesa el contenido de una urna.
¿Es lógico que la transparencia de un proceso electoral esté fundada en un telegrama; en un acta de escrutinio; en la habilidad de cálculo de autoridades de mesa o fiscales parciales; en la presunción de que la cadena de factores precitados sean exactos e incuestionables? No. Tampoco es aplicable la prescripción del derecho del ciudadano en cuanto al valor de su voto en relación a la conveniencia de una agrupación política, un candidato o la predisposición de quienes actúan como jueces electorales.
El voto: mandato incuestionable, intransferible, inmodificable, sagrado y plenipotenciario de la voluntad de su emisor es lo más importante de la democracia.
Sin ciudadanos, no hay votos. Sin votos, no hay elecciones. Sin elecciones, no hay representación legítima. Sin representación legitimada, no hay democracia.
Es hora de que se considere el valor del ciudadano, su voto y el resultado que su elección representa. Transparencia debe ser la palabra de orden que fortalezca la vocación cívica; que honre el rol de las agrupaciones políticas; y que ilumine con sabiduría la decisión de los jueces.