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¿Celebrar Halloween es abrir las puertas del mal?

 

El origen de Halloween es una fiesta pagana que hacían los celtas en el que celebraban el final del verano y era el día en el que se juntaban los dos mundos, el de los muertos y de los vivos. Salían los muertos, los espíritus podían caminar entre los vivos, y por eso la gente para protegerse se disfrazaba también con máscaras o con traje como si fueran zombis muertos para evitar ese contacto con los muertos. Este es el día más grande para los satanistas, se trata de una celebración que “no tiene nada que ver con la fe cristiana y cuando juegas con los espíritus, con elementos de esoterismo o de ocultismo estás abriendo puertas al Mal”, advirtió el sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares (España), Javier Ortega.

En ese contexto, el presbítero afirma que los disfraces de demonios, brujas y muertos que se suelen usar por Halloween no son recomendables porque “estás tentando al diablo y abriendo puertas».

El sacerdote además alertó de que el maligno “se sirve también de la ignorancia y la ingenuidad” y, aunque los niños muchas veces desconocen este trasfondo, se edulcora con la calabaza, pero detrás de todo esto está la influencia del mal. De hecho, es la fiesta en la que los satanistas hacen sus fiestas. Antiguamente, por ejemplo, el “truco o trato” pues era que los espíritus de los malos hacían el trato: “maldición o sacrificio”. Si no hacías una ofrenda te iba a caer la maldición.

«Uno puede pensar que no pasa nada, que está haciendo algo buenísimo, pero en el fondo está haciendo algo que le está haciendo daño y lo puede notar en ese momento o también después. Muchas veces las cosas que hacemos, las cosas que no hacemos bien, se quedan ahí guardadas y el mal las aprovechará cuando él considere oportuno», sostuvo el sacerdote.

 

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