Monseñor Adolfo Ramón Canecin, dió a conocer su primer mensaje pascual como Obispo de la Diócesis de Goya. Al saludar a la feligresía lo hizo en el marco del Año de la Misericordia, del Congreso Eucarístico Nacional y del Bicentenario de la Independencia de nuestra Patria Argentina. Hizo un llamado a "fomentar e iniciar pastorales afines a las Obras de Misericordia".
A continuación damos a conocer el texto completo del mensaje:
¡JESUCRISTO HA RESUCITADO !
¡Y nosotros somos testigos!
Con gran alegría y júbilo celebramos la Pascua, misterio central de nuestra fe, en el contexto del Año de la Misericordia, del Congreso Eucarístico Nacional y del Bicentenario de la Independencia de nuestra Patria Argentina.
Jesucristo, rostro de la misericordia del Padre (Jn13, 9-10), vivió y manifestó la misericordia con gestos y palabras desde la Encarnación hasta el Calvario, de manera plena y total en la Cruz, máxima expresión de la misericordia: “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1), en y desde ella dijo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Qué bueno entonar rezando la canción: “Mira la Cruz, fue por Ti, porque te amo” y hacer la experiencia personal, y comunitaria de la Misericordia, la cual nos capacitará para ser “Misericordiosos como el Padre”.
Cristo, el crucificado, ¡ha resucitado!
Venciendo la muerte y el pecado - raíz y causa de todos los males- nos da la posibilidad de una vida nueva: vivir como hijos, de cara al Padre y como hermanos de todos los hombres siendo custodios y buenos administradores de la creación. Además, la resurrección es el aval del Padre al estilo de vida llevado por Jesús, a sus gestos, palabras y opciones, es el triunfo de la Misericordia, modo de ser de Dios y estilo de vida de la Iglesia y de todos los discípulos de Jesús.
Éste Misterio Pascual -por el cual Dios es glorificado y la humanidad redimida- se actualiza en la Celebración de la Eucaristía, por eso la Iglesia nos invita a participar cotidianamente de ella y de modo particular el domingo, Día del Señor. Con la alegría y confianza de la resurrección recemos la Oración del Congreso Eucarístico Nacional “Jesucristo, Señor de la historia te necesitamos. Tú eres el Pan de Vida para nuestro pueblo peregrino. Conscientes de tu presencia real en el Santísimo Sacramento te alabamos y te adoramos, te celebramos y proclamamos, te recibimos y compartimos. En el bicentenario de la independencia de nuestra Patria, agradecemos tu presencia constante en nuestra historia, pedimos tu gracia para forjar el presente guiados por tu Evangelio. Ponemos en tus manos, nuestro futuro y compromiso”.
¡Cristo ha resucitado! ¡y nosotros somos testigos!
Ser cristianos es ser testigos (Lc 24,48 y Hch 10,39). Lo que rezamos en la Liturgia “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección” debemos manifestarlo en la vida con nuestras obras (Sant 3,14-18). Así como los días de la semana son siete, así también las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales. Seamos testigos del Resucitado llevando a la práctica cada día una Obra de Misericordia. Como Diócesis tenemos la necesidad y oportunidad para renovar y potenciar, para fomentar e iniciar pastorales afines a las Obras de Misericordia, teniendo en cuenta que el Papa Francisco nos dice “ es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia” (MV12).
Aprovechemos el Tiempo Pascual para llenar con la Luz del Resucitado todos los ambientes e Instituciones de nuestra geografía diocesana, rezando el “Vía Lucis” con alegría y creatividad, con audacia y perseverancia, uniendo a cada Estación la reflexión y vivencia de una Obra de Misericordia.