Uno de los recursos al que echan mano los gobernantes cada vez que la realidad se les presenta adversa, es culpar a los medios de comunicación por la difusión de supuestas "campañas" de prensa en su contra. Coherente con esa desgraciada costumbre, el gobernador correntino, Ricardo Colombi, sostuvo ayer que servicios de inteligencia operan a través de los medios periodísticos que lo "agravian e injurian" involucrándolo en causas judiciales y sospechas de narcotráfico.

 

El mandatario sostuvo que "son periodistas mercenarios que no tienen la más mínima moral, impulsados por información falsa".

 

Lo que está pasando en Corrientes no es más que el triste reflejo de una realidad que este cronista viene reflejando desde hace muchos años: Argentina se ha transformado en un "país narco" y eso no hubiera sido posible sin la connivencia entre los traficantes y el el poder político (con la imprescindible coordinación de las fuerzas de seguridad). Y queda claro que no hablamos ni de toda la dirigencia, ni de todos los policías. Pero lo que Colombi no puede desconocer es que entre los detenidos por el narcoescándalo correntino están el intendente de Itatí, Natividad Roger Terán; el vice, Fabio Aquino; el jefe de la comisaría local, Diego Ocampo Alvarenga; y dos efectivos de esa dependencia, además de gendarmes, exprefectos y abogados. La semana pasada, el presidente Mauricio Macri le dijo en la propia cara a Colombi que la situación que se vive en Itati con la droga ya era conocida hace muchos años y que no sorprende a nadie.

 

Con la cual, una vez más, la realidad nos exime de mayores comentarios en defensa de nuestro trabajo. El ataque a la prensa no va a proteger al gobernador de las acusaciones, que hoy avanzan a paso firme en la Justicia. A nosotros sólo nos resta continuar con nuestra labor: contar historias que generalmente incomodan a los poderosos. Esta no es la excepción. Ambito