La bicicleta financiera es una inversión realizada en moneda local para, luego de un determinado plazo, obtener un alto beneficio en moneda extranjera.
En el “carry trade” se benefician los grandes inversores quienes saben que las tasas de interés serán altas durante varios meses mientras la cotización de las monedas extranjeras quedarán planchadas en ese mismo período.
El participante “especula” con que una de las divisas se va a apreciar respecto a la otra.
Para que ruede la bicicleta tienen que darse algunas condiciones:
-tasas altas en moneda local
-apreciación de la moneda local frente al dólar
-liquidación de la moneda local al final de la “carrera” por parte de los capitales golondrina.
El escenario se completa con un generoso blanqueo de capitales que terminaría con un insólito “olvido” por parte del Estado con respecto a quienes fueron los que pasaron a blanco dineros grises o negros.
El presidente Javier Milei defiende el atraso cambiario con la misma devoción que lo hacían José Alfredo Martínez de Hoz en los años 70; Domingo Cavallo en los años 90 y los subalternos de Mauricio Macri en 2017.
Más que un “Deja Vu” parece un crimen serial.
Veamos cómo terminaron en el último medio siglo los tres fenómenos enunciados:
1-“El que apuesta al dólar, pierde”
José Martínez de Hoz, primer ministro de Economía del dictador Jorge Rafael Videla. fue inventor de una «tablita cambiaria». “Joe” pudo controlar temporalmente la inflación tras abrir de manera indiscriminada la importación lo que motivó un aguda desindustrialización y pérdida de fuentes laborales.
Las tasas de interés treparon por encima de la inflación pero Martínez de Hoz armó un esquema de devaluación planificada (el crawling peg de los 70) lo que impulsó a muchos empresarios a tomar dinero y ponerlo a plazo fijo para disfrutar de la “plata dulce”.
En caso de no ser abonada, contaba con la garantía del 100% por parte del Banco Central. Todo lo perdería el Estado.
El sistema era inviable: y significó el nacimiento de la «Patria Financiera» que coexistía con un notorio atraso cambiario. En 1981 Martínez de Hoz abandonó la «tablita» y devaluó, poco antes de dejar el cargo.
El nuevo presidente militar golpista, el general Roberto Viola, nombró como Ministro de Economía a Lorenzo Sigaut quien descerrajó la célebre frase: “el que apuesta al dólar, pierde”.
Sin embargo, el fin de la bicicleta significó que se desatara una escalada hasta entonces inédita de devaluaciones seguidas por altísima inflación.
2-“Los depósitos en dólar, garantizados por una Ley del Congreso Nacional”
El Plan de Convertibilidad consistió en un sistema monetario lanzado en marzo de 1991: su creación tuvo como foco detener la hiperinflación que había arrasado la última etapa del gobierno de Raúl Alfonsín y los casi dos primeros años de Carlos Menem.
Buscaba también la Reserva Federal de USA enfriar una economía que volaba durante los dos mandatos de Bill Clinton.
Resumen: garantizada la convertibilidad, se podía ganar 8 ó 9 % anual en dólares colocando el dinero fuera del país.
Fue una bicicleta con cambio fijo y suculentos dividendos en la que entraron también muchos inversores locales y extranjeros. Una fiesta del “uno a uno” en la que nadie quería quedarse afuera.
Como en los 70, hubo apertura de importaciones y eso le permitió a la población acceder a productos internacionales a muy bajo precio durante un tiempo hasta que sobrevino otra depresión y una desocupación del 15% de los argentinos.
El derrumbe fue más lento que con los militares pero terminó con una de las peores crisis de nuestra historia: el colapso de 2001.
3-La Bicicleta del dólar y el fin de Juntos por el Cambio
La tercera gran bicicleta ocurrió en 2018, cuando los inversores que habían adquirido bonos en pesos perdieron la confianza en el gobierno de Mauricio Macri y huyeron en estampida tras varios meses de obtener ganancias siderales.
El Banco Central llegó a vender en un solo día casi U$S 1,500 millones de sus reservas para contener el valor de la moneda, pero todo resultó infructuoso.
Una cuarta “tablita” devaluatoria para el dólar
En el año 2024 se registraron 10 meses consecutivos con ganancias estratosféricas para los especuladores.
Pero, ya casi todos se preguntan en qué momento hay que emprender el regreso a San Juan de Capistrano, en California.
Es como el juego del “culo sucio”, nadie quiere quedarse con el As de Oro al final de la mano.
La Argentina está muy cara en dólares y esos fenómenos nunca terminan bien. Mientras en la City las mesas de dinero “levantan en pala”, en la economía real quienes exportan sufren una tormenta perfecta: bajos precios internacionales, diferencial cambiario en contra por atraso del dólar oficial y fuertes retenciones por derechos de exportación.
A Milei solamente le falta aprender una frase histórica tan breve como contundente: “Après moi, le déluge” (después de mí, el diluvio).