La semana pasada, mientras dentro del Congreso Nacional se debatía el proyecto de ley Ómnibus en medio de un clima muy caldeado, violento y lleno de chicanas, en la calle todo se amplificaba por el calor desmedido mientras las fuerzas del “orden” con sus uniformes relucientes ostentaban el permiso de reprimir otorgado por la ministra Patricia Bullrich. Frente a estos soldados obedientes del poder, un centenar de personas entre las que se encontraban jubilados y jubiladas, docentes, jóvenes y organizaciones de izquierda se manifestaban en contra de las propuestas. El clima político y social fue acompañado por las altas temperaturas de un verano que, por los acontecimientos, será inolvidable. Mucha gente la está pasando mal, mientras la inflación sigue ganando una altura a la que los sueldos --que desde hace ocho años vienen perdiendo-- no llega nunca. Como siempre, escuchamos en los discursos políticos que la culpa es de los otros, los que se fueron. Y así estamos hace 40 años: nosotros, el pueblo, en medio de sus discusiones que siempre apelan al esfuerzo y el sacrificio nuestro para que el país salga adelante, pero eso nunca sucede.
Hoy, más grande y con hijxs, debo confesarles que lo que viví esta semana no solo me provoca una enorme tristeza por lo económico, que repercute en miles de familias argentinas, además por el silencio ante tanta violencia desmedida y evitable. Creo que desde el año 2001 no veo un clima similar, con las fuerzas en las calles, como si las personas que protestan y los colegas periodistas y trabajadores de medios de comunicación fueran terroristas o enemigos a los que hay que exterminar. Los noticieros y canales de noticias hacían dulce con las imágenes que les regalaba el Congreso, tanto fuera como adentro. Toda la semana pudimos ver camiones hidrantes, balas de goma y gas pimienta.
Lo que se vivió el viernes, frente a la vista de todos y el silencio de muchos colegas es la naturalización de la violencia institucional. Quedó demostrado que las fuerzas del orden llegaron para adoctrinar a todo aquel que proteste en paz, como las chicas que cantaban el himno sentadas y fueron detenidas o a los compñerxs que intentaran retratar o comunicar lo que estaba sucediendo. ¿Por qué hay tanto silencio al respecto? Imaginen si algo similar hubiera sucedido en un gobierno peronista o kirchnerista. ¡Las cosas que hubieran dicho! ¡Qué pasa con los colegas! No podemos permitir, tolerar, ni callar.
Más de 20 periodistas y trabajadores de prensa fueron heridos durante la represión frente al congreso. Entre los medios y trabajadores, se encontraban reporteros de Télam, Página12, Ámbito Financiero, C5N, Canal 9, América 2, Mu La vaca, entre otros. Recibieron impactos de balas de goma y en algunos casos, más de uno.
La lista arroja 27 colegxs heridos. Víctor Carreira, reportero gráfico por Télam: balazo de goma en la pantorrilla. Alfredo Luna, reportero gráfico por Télam, delegado Sipreba: balazo de goma en el muslo. Lorena Tapia, periodista TVP: bala de goma en la cintura. Ignacio Petunchi, reportero gráfico en Ámbito Financiero, delegado de Sipreba: balazo de goma en la espalda. Bernardino Ávila, reportero gráfico en Página/12: bala de goma en el gemelo. Hernán Nucera, cronista, C5N, cuatro balas de goma. Nicolás Ramos, reportero gráfico en AnRed: dos balas de goma en pierna y muslo. Susi Maresca, reportera gráfica: tres impactos de bala de goma. Rodrigo Ruiz, reportero gráfico en Crítica: herida de impacto por perdigón en pierna izquierda. Celeste Alonzo, reportera gráfica, freelance: gas pimienta en la cara. Diana Quiroz Telesisa: bala de goma. Laki Quispe Telesisa: gas pimienta. Gonzalo Sorbo, de América TV: rociado con gas pimienta. Bruno Ganje, camarógrafo en Canal 9/IP: bala de goma. Agustín Maicas, cronista audiovisual en Télam, desmayo por aspiración excesiva de gas pimienta. Martín Vega, Revista Crisis: dos balazos de goma en mano y pierna. Juan Santiago Valeiro, reportero gráfico en Revista Mu, balazo de goma en el brazo. Sol Erazo, de Tramas.ar: varios balazos de goma en la pierna. Pepe Kresta, reportero gráfico en La Izquierda Diario: balazo de goma en la cara. Germán Darío de los Santos, reportero gráfico en DTl!: bala de goma. Jerónimo Rojas, de Télam: golpe en la costilla. Antú Divito Trejo, reportero gráfico en La Retaguardia: gas pimienta en la cara. Daniela María Coradeghini, de Afro Decires: bala de goma en la pierna. Lucas Zunino, movilero de La Garganta Poderosa: cuello quemado con gas pimienta. Lucas Pendulla, Revista Mu golpes: reprimido el miércoles 31, Rodrigo Abd, reportero gráfico también reprimido el miércoles 31. Santiago Loidl, de Télam: heridas.
En medio de esta violencia y con el silencio de colegas, el pasado viernes logró la aprobación el proyecto de ley que, de 664 artículos pasó a tener 382, y obtuvo 144 votos a favor contra 109. Una victoria para La libertad avanza y el Pro. Ahora debemos esperar al 6 de febrero, a que se trate artículo por artículo.
Mi solidaridad con cada unx de ellxs. Comunicar y ser informadxs también son derechos.