El polo de integración conformado por ocho países intentará unir al principal regulador del clima del planeta, la selva amazónica y la humedad que despeja por el mundo. "Seremos duros con la deforestación", advirtió el presidente Brasileño.
Las divergencias entre Colombia y Brasil sobre la explotación de hidrocarburos en áreas de selva han marcado parte de la antesala de la cumbre amazónica que comienza este martes en Belém, estado de Pará, y que busca unificar acciones de los países sudamericanos para reclamar a las naciones ricas financiación y recursos para mantener la selva en pie ante el alarmante avance de los efectos del cambio climático en las poblaciones.
Uno de los objetivos de los meteorólogos es que las acciones son necesarias para evitar que la selva amazónica llegue al llamado "punto de no retorno", es decir, que la devastación no pueda ser solucionada.
Según fuentes diplomáticas, la Declaración de Belem que van a firmar 8 presidentes de los países amazónicos aún estaba siendo negociada a raíz de la propuesta colombiana de eliminar cualquier tipo de explotación de combustibles fósiles en esa selva.
Si bien Brasil carece de pozos petroleros en la selva, de la cual tiene el 60%, desde hace un mes hay un debate intragubernamental entre ambientalistas y desarrollistas sobre el pedido de la estatal Petrobras de explotar petróleo submarino en la cuenca ecuatorial, a 500 kilómetros de la desembocadura del Río Amazonas.
La canciller colombiana, Susana Muhamad, propuso una acción "amplia y progresiva" para eliminar la explotación petrolera en la selva amazónica, un tema que afecta a Colombia y sobre todo a Ecuador. Este es un tema que desde 2022 enfrenta a los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Gustavo Petro.
"No es tanto el tema de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino porque es un poco paradójico seguir pensando en el petróleo frente a la crisis que estamos enfrentando. Estos megaproyectos abren nuevos caminos, fragmentación ecológica, pérdida de biodiversidad y, sobre todo conflicto con las comunidades", dijo la ministra, que se reunió con su par brasileña, Marina Silva.
La cartera de Silva tiene influencia sobre el Instituto de Medio Ambiente (IBAMA), que rechazó en junio por amenazas al ambiente la explotación en aguas profundas de Petrobras frente a las costas del estado de Amapá, un proyecto que está siendo defendido por Lula y fue apelado por la compañía petrolera.
"No hay resoluciones ideológicas y sí técnicas", dijo la ministra Silva, que confirmó que habrá una segunda evaluación del pedido de Petrobras, rechazado por los ambientalistas, que llega en un momento en el cual Lula se posiciona como el líder de la llamada diplomacia climática.