En pleno Día de la Patria esta columna fue sacudida por informes extraoficiales relativos al no declarado –es decir oculto– desguace que impulsa el Poder Ejecutivo respecto de una de las instituciones más entrañables y útiles de la República Argentina: el Correo.
Lo cierto es que parece inminente la pauperización sino la eliminación de este servicio, que es de los más importantes, nobles y necesarios de los que se prestan, que por más de dos siglos unió al pueblo de esta nación.
Pero ahora –y dicho sea sin eufemismos– el Correo Argentino está en liquidación, operación silenciada al menos hasta la semana pasada. Porque, cabe sincerarlo, es una de las pocas joyas que le quedan al pueblo argentino, y duele mucho ver su estado calamitoso. Que evoca el abuso macrista de hace unos años, que en su apropiación del CA fue tan engañoso e insincero como repugnante.
Lo que sucede ahora no es muy distinto. De hecho lo que rematan es nuevamente el Correo, pero ahora en la oscuridad, de facto y en circunstancias en que el pueblo de esta Nación está, por lo menos, muy desconcertado por las consecuencias del voto a una gigantesca mentira.
Por eso son tan pocas las voces sonoras que sostienen el reclamo, y la del diputado provincial santafesino Carlos del Frade, histórico luchador por la igualdad y la decencia y paradigmático dirigente en favor de los intereses populares, es una de las principales. Su denuncia y exhortación en la legislatura santafesina, la semana pasada, fue conmovedora.
Todo empezó a partir de una decisión aparentemente secreta que el fin de semana tomó estado público en la Provincia de Santa Fe, luego de que Tomás Sorribas, presidente comunal de Berabevú –pequeña localidad de 2.500 habitantes, ubicada en el Sur de esa provincia y a 150 kms de Rosario y 320 de la capital provincial– dio aviso del inminente cierre de la sucursal del Correo Argentino en su pueblo.
Al toque Del Frade inició la defensa no sólo de la modesta sucursal sino del Correo provincial todo, en nombre de una de las instituciones más antiguas de la República y la cual ha prestado invalorables servicios a generaciones enteras de argentinos y argentinas de las 23 provincias.
Cierto que también en otras localidades del país han empezado a cerrarse los Correos, con argumentos iguales o más o menos insinceros. En la Patagonia se cuenta ya un millar de despidos y habría otros 2.000 "retiros" supuestamente "voluntarios". Sobre una planta de unos 16.800 empleados, estos “retiros” significaron ya casi el 18% del total de trabajadores en sólo 6 meses. Y como ya informó este diario, también el desguace fue activo en Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Catamarca, Tucumán, Chubut y Neuquén, por lo menos.
En cuanto al cierre de la sucursal Berabevú, aparece como emblemática, porque su presidente comunal, el joven Sorribas, se cargó al hombro la protesta en Santa Fe junto con Del Frade. Simpatizante del viejo “Partido Demócrata Progresista”, en septiembre pasado y como candidato del “Frente Amplio por la Soberanía”, Tomi, como algunos lo llaman, se impuso en las urnas contundentemente, por 713 votos contra 247 del candidato de “Unidos Para Cambiar Santa Fe”. Y con esos laureles ahora se ve comprometido a esta resistencia porque, como dijo, “todo lo que tiene que ver con la distribución de los impuestos provinciales no llegará a ningún habitante de Berabevú”.
Eso mismo es lo que de hecho también significará para miles de pequeños pueblos en toda la vasta geografía nacional, en la gran mayoria de los cuales tampoco hay ni siquiera cajeros electrónicos. Por lo que serán miles los y las pobladores veteranos que ya no podrán cobrar sus jubilaciones, pensiones ni prestaciones de toda índole. Porque no tendrán adónde ir. Lo que es por lo menos un abuso.
El anunciado cierre de Correos, dedicado perversamente a castigar a pobladores del interior de toda la Argentina, por ahora y nomás de entrada apunta a las 120 sucursales del Correo Argentino existentes en el sur santafesino, según fue denunciado la semana pasada por el gremio de empleados jerárquicos del Correo (cuyas siglas son Geproc), y que ya han pedido al Ministro de Trabajo provincial que “por favor nos atienda, porque este problema tiene incidencia directa en la vida cotidiana” de todos los pueblos”.
Del Frade presentó además, al terminar la semana, un proyecto de comunicación con un pedido de informe sobre por qué se le pagará al Correo un servicio, cuando en forma simultánea se anula ese servicio. Duda genuina que ningún funcionario ha respondido, como tampoco los buitres que sobrevuelan el obviamente pútrido negociado.
Lo más grave es que este problema tiene incidencia directa en la vida cotidiana de todos los pueblos del interior del país, o sea la vida diaria en todas y cada una de las 23 provincias, en las que el cierre de sucursales ya está generando despidos más o menos masivos, con la horrible consecuencia de un mayor vaciamiento de pueblos rurales, Y a lo que debe añadirse otro gravísimo problema, referido a la múltiple distribución de informes y boletas de servicios, de organismos estatales y privados, que hacen todos los días todas las sucursales del Correo Argentino.
Lo cierto, e inminente, es que el cierre de sucursales y oficinas postales se está repitiendo velozmente en todo el país.
En algunos sectores sindicales consultados no se duda en afirmar que “esto saltó porque en abril venció el contrato entre el gobierno de Santa Fe y la empresa Correo Argentino, que era de unos 1.800 millones de pesos, y cuya renovación por el funcionamiento de todas las sucursales aproximadamente se estaría calculando en 4.000 o 5.000 millones de pesos”. Con lo que se puede llegar a la tremenda contradicción de que estamentos del Estado paguen por un servicio que no se va a cumplir puesto que van a cerrar esas sucursales, como ya se anunció.
Otras fuentes consultadas aseguraron que “de hecho esto ya viene sucediendo, aunque en silencio, en todo el país”. Y también por eso es un tema trascendental, dado que el Correo tiene una presencia nacional enorme, incluso mucho mayor que la del mismísimo Banco Nación.
Por eso es alarmante reconocer que, como ya es norma de gobiernos cipayos y dirigentes corruptos, privatizar el correo consistirá esta vez en ir entregándolo espaciadamente. Que es lo que parece estar sucediendo. Y es que “hay muchísimo dinero de por medio, y, digan lo que digan, esto se repite en cada provincia y en beneficio de políticos y dirigentes sindicales corrompidos”, susurró con cautela a esta columna un dirigente de FOECYT (Federación de Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones).
Lo cierto es que en el inminente desguace parecen “estar en juego” no solamente los 14.000 trabajadores que todavía quedan en el Correo, sino también mucha gente que depende del Correo, porque hay muchísimos compatriotas en el interior que trabajan en relación directa o indirecta.
Quizás por eso se elude hablar de “privatización” o “concesión”, opciones que dirigentes consultados no consideraron posibles. “No creemos que haya oferente que se interese, ni grupo que quiera agarrar el correo en las condiciones actuales”.
Como fuere, hay todavía algo más grave, que es la posibilidad de compartir oficinas y transportes con la competencia, y sin ruborizarse. De hecho ya hay quienes aseguran que en algunos lugares del país, fundamentalmente en el Sur, ya se estaría a punto de compartir lugares de trabajo entre personal de Correo Argentino, de OCA, de Andreani y/o de otros correos privados. Como dijo con mezcla de dolor y furia un dirigente medio: “Lo que duele es que una vez más, señor periodista, como ocurriera allá por el 2000 van a tratar de meter una vez más al zorro en el gallinero, para que desde adentro pueda destruirlo todo. Esto ya lo vivimos: pasó en el 2000 cuando nuestro correo Argentino estaba en manos de Macri, y en muchos casos y casi siempre desaparecían sacas de correo que nunca llegaban a destino porque las hacían desaparecer y no pregunte quiénes…”
Lo cierto es que el extraordinario desarrollo territorial del Correo Nacional que tuvo este país va camino de desaparecer. Se lo quedarán organizaciones sindicales o –hay quienes lo dicen– “alguna megaempresa como la de Marcos Galperín”, ya sin la obligación de atender poblaciones pequeñas.
Todo esto es lo que se discute en las “internas” gremiales, y sobre todo entre los “jerarquizados”, como llaman al gremio que responde a los jefes de la Empresa. Algunos de los cuales ya se han sacado fotos visitando a diputados de la dizque Libertad Avanza. Mientras algunos otros acusan al sistema gremial desde que históricamente lo lideraban José Pedraza y Ramón Ibaldacini. Pero ninguno de ellos ve con malos ojos lo que tiene que ver con la privatización del correo o la concesión. Y eso sólo puede deberse a que se los está “mojando”, bromeó un importante dirigente rosarino.