En la jornada de ayer, el río Paraná superó el nivel de alerta y alcanzó los 6,59 metros de altura y, por lo tanto, el crecimiento del cauce ya está provocando inconvenientes en las familias que se encuentran ubicadas en la ribera. El Litoral visitó los barrios Quinta Ferré, Itatí y Seminario y dialogó con los damnificados, quienes se mostraron preocupados por la situación. De hecho, desde la Delegación Barrial Plácido Martínez informaron que son casi 30 familias las que están en riesgo, mientras que dos se autoevacuaron porque el agua ingresó a sus hogares.
Ante la creciente, El Litoral visitó ayer los barrios Itatí, Quinta Ferre y Seminario para conocer la realidad de las familias ubicadas a la vera del río. “El agua se comió como tres cuadras” dijo Zaira del barrio Itatí al iniciar su relato. Al mismo tiempo mostraba su patio consumido por las aguas del Paraná. “Nosotros no tenemos dónde ir. En el 2016, cuando nos inundamos, pudimos guardar algunas cosas en la casa de familiares, pero perdimos la heladera y el ropero, porque el agua nos superó. Pero ahora no sabemos qué vamos a hacer, si crece esta noche (por ayer a la noche), el río va a ingresar a la casa y tenemos 5 chicos, 2 con discapacidad”, expresó.
En cuanto a la asistencia del Estado, comentó que “acá no vino nadie. En el 2016 fue igual, volvimos y solos salimos adelante, ni material para limpiar nos dieron y había una mugre y muchos bichos”.
Durante la recorrida, después de atravesar un estrecho pasillo lleno de charcos con barro y escombros, que sirven para pisar sin llenarse de lodo o caerse, se llegó a la canchita del barrio Quinta Ferré; más precisamente al espacio donde se encontraba, ya que ayer se había convertido en un brazo más del río.
A pocos centímetros entre los escombros y el río, se encontraba Lucas, un joven que observaba el accionar del fotógrafo, dueño de una casilla desbordada por el agua, que al ser consultado sobre la cruenta realidad señaló que “el agua entró hasta la puerta, si crece esta noche, va a entrar a la pieza. Mi mujer y mi hijo ya se fueron, pero yo me voy a quedar porque los ladrones te llegan en canoa”.
“De acá no me muevo, tengo que cuidar mis cosas, ya pude alzar algunas de ellas. Nadie nos ayuda, estamos solos”, aseveró el muchacho que no superaba los 30 años de edad.
En la zona, el panorama era desolador, los accesos a las viviendas tenían el río en sus puertas y los integrantes de unas 6 familias, en el caso de pretender salir debían subirse a unas canoas que se encontraban en el lugar.
Al emprender el regreso, una de las vecinas de las casas un poco más arriba comentó que “por ahora estamos bien, nosotros estamos un poco más arriba, pero hay muchos bichos, las víboras andan por todos lados y es un peligro, pero acá nadie te ayuda. Hace menos de 5 meses yo tenía una casilla, pero saqué un préstamo y me hice mi casa de material, por eso ayer no me querían dar una bolsita de mercadería de las que repartieron, pero eso no es asistencia”, sostuvo. Durante el recorrido también se observó que mucha gente no quiere dejar su lugar por los robos, que por lo general mandan a los chicos y sus madres a otros lugares, pero los hombres se quedan para cuidar las pertenencias.
Al llegar a la Delegación Plácido Martínez, fuimos recibidos por José Luis, el encargado de la dependencia, quien nos relató que de acuerdo con los datos suministrados por la Comuna, el río comenzaría a descender en los próximos días”, expresó. EL LITORAL