Durante las 46 ediciones de la Fiesta Nacional del Surubí se vivieron momentos muy fuertes y emotivos, pero el show que nos trajo Cristian Castro dejó la vara muy alta, tan alta que uno se pregunta: "y ahora qué'.El espectáculo no tiene parangón con nada que pudo verse alguna vez en Goya, dentro o fuera de la fiesta.
Fue único. Cristian nos demostró el gran profesional que es, y que siendo así, puede no robarle a la gente." Se cantó todo" dijo la presentadora, y si, es verdad, se sabía que sería así y se cumplió. El espectáculo duro exactamente una hora y media, lejos de los 45 minutos que canta cualquier otro de menor jerarquía.
Unas treinta canciones contagió y llegó una emoción difícil de explicar. El último gran romántico de habla hispana logró qué todo el mundo se olvie la edad que tenia para dar tienda suelta a una personalidad a veces auto reprimida.Llovieron estrellas de verdad y la noche fue decididamente azul.Castro, dueño de una sencillez envidiable llegó hasta el corazón del más esceptico.
El que fue a acompañar al"fanático", desde anoche se convirtió en fanático.Lejos del populismo y acciones exageradas propias del qué no es capaz de llegar al público con su arte, Cristian sólo cantó y cantó mientras se caminaba el escenario con una tranquilidad casi envidiable.Y llegó el final. Uno se esperaba, como todos, algo fuerte e imponente. Castro no lo necesitó. Alzó una por una las cosas que la gente le fue tirando, las puso contra su pecho y dijo "me voy a vender A Mercado Libre".
Y allí se termino, claro, termino la actuación, pero la mente del ser humano que es capaz de almacenar todo lo que alguna vez lo conmovió, registro este momento. Esta noche estará allí, entre esos recuerdos imborrables.La expectativa era tremenda, pero el "hecho" superó amplianente esas expectativas. Ahora hay un antes y un después de Cristian Castro qué será muy difícil de superar.