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Cristián Módolo: «Vamos a ver un divorcio entre distintos sectores de actividad»

Shock fiscal y monetario, gradualismo cambiario. Esas son las cartas que el gobierno de Javier Milei puso sobre la mesa a fines del año pasado para atravesar el año 2024. En su primer año de gobierno, el economista Cristian Módolo, analiza de esta forma el cambio de política económica. Una modificación que deja claros ganadores y perdedores, a nivel social, sectorial y también geográfico.

“El gobierno apuesta a la minería, el petróleo y el gas, vamos a ver un divorcio entre unos sectores de la actividad y otros”, señaló. También ve que la actividad económica toca fondo después de dos años pero no está convencido de que la recuperación sea rápida. La depresión del mercado interno y la apreciación cambiaria. “La novedad respecto de las últimas crisis de actividad es que esta política apuesta al mercado externo para la recuperación, y este sector involucra a una parte pequeña de la fuerza productiva en el país”, señaló.

En medio de un contexto internacional que se pondrá más áspero en materia comercial, Módolo ve en el posicionamiento oficial en ese frente el mayor foco de incertidumbre para el año próximo. “Pareciera que estamos yendo a contramano en una autopista”, advirtió.

-¿Qué evaluación hacés del primer año de la política económica de Javier Milei?

-Es un tema complejo de analizar pero ya podemos identificar las cartas que tendremos que tener en cuenta para el futuro. Desde la política económica, estamos atravesando las consecuencias de las primeras medidas que tomó el gobierno. En lo fiscal, con un superávit logrado en base a un impuestazo y a una licuación muy grande del gasto, producto del no ajuste del presupuesto 2024. Ese superávit se usó para cancelar compromisos externos. Desde el punto de vista de la política monetaria, el gobierno optó por un shock muy fuerte, que se tradujo en una transferencia de los pasivos del Banco Central al Tesoro. Eso llevó a que la tasa de interés cayera en forma estrepitosa en los primeros meses del año, lo que tuvo sus consecuencias. Una de ellas fue que el crédito comenzó a explotar desde mediados de año. Desde el punto de vista cambiario, el gobierno tomó la decisión, después de la megadevaluación, de ir hacia un gradualismo con control cambiario a través de la tablita del 2% mensual. Esto empezó a ser un pequeño dolor de cabeza ya que en la segunda parte del año este atraso cambiario nos pone caros frente al mundo. Desde la actividad económica real, pareciera que estamos tocando piso después de dos años de caída.

-¿Quiénes ganan con este modelo del apreciación cambiaria y apertura importadora?

-Estamos ante una reconfiguración de las reglas de juego. No es la primera vez en nuestra historia económica que tenemos estos procesos de apertura de la economía. Apertura económica con atraso cambiario es una combinación peligrosa, en una estructura de costo argentino que quedó muy elevada después de algunos años de fuerte inflación. Ya se siente en el aparato productivo pero sin dudas el año próximo se va a acentuar, en la medida en que esta política siga, como lo ha dicho el gobierno.

-¿Cómo pensás que va a ser el 2025? ¿Va a ser un año de recuperación económica o van a convivir la reactivación en algunos sectores con la destrucción de puestos de trabajo?

-Para 2025 nos espera un año electoral, que en Argentina suelen tener un recorrido totalmente distinto a los que no son electorales. Pero hay que decir que, desde el 2001 a esta parte tuvimos cuatro episodios muy fuertes de caída de la actividad económica. Este es el cuarto y lleva dos años. Aparentemente estamos tocando fondo pero, a diferencia de los otros episodios, esta vez el mercado interno no está. Se está depositando la confianza de que la recuperación vendrá por el mercado externo. Esta es la novedad. Después de salida de la convertibilidad, fue el mercado interno el que recuperó y el que llevó el ritmo de de expansión de la actividad rápidamente. Después se acopló el mercado externo porque los precios internacionales volaban en el 2006 y 2007. En el 2008 volvimos a caer por culpa de crisis internacionales. Ahí también el mercado interno fue el que reaccionó. Y después tuvimos la crisis de Macri en el 2018, con el problema de la deuda, a la que se acopló luego la pandemia. Ahí también la recuperación se dio a través del mercado interno. Esta vez es distinto. El Gobierno decidió apostar todas sus fichas a los minerales, el petróleo y el gas. Son sectores muy importantes pero, en términos de producto bruto, de cada 10 pesos de riqueza que se genera en la Argentina, aportan uno. Los otros nueve están en el campo y en las actividades urbanas vinculadas a la industria y el comercio. Es muy difícil que traccione al resto a una gran velocidad. Vamos a ver regiones del país que van a gozar de una explosión de actividad económica y otras que van a estar deprimidas. Los sectores extractivos en Argentina no son consumidores intensivos de empleo. Hay 400.000 puestos de trabajo que dependen de esas actividades extractivas. Por más que se dupliquen, no van a mover el mercado laboral. Vamos a ver un divorcio entre unos sectores de la actividad y otros. La urbanidad vinculada a la actividad agropecuaria va a estar más tranquila en 2025 que en 2024, que fue un buen año.

-Decís que la apuesta es al mercado externo. Pero en ese frente también hay muchos interrogantes.

-Eso le da un poco más de incertidumbre al escenario. Los precios internacionales de algunos commodities no están reflejando su mejor performance. En enero se va a modificar la política económica del gobierno de los Estados Unidos, y va a traer consecuencias no solo por el lado del precio del dinero sino también del precio de los commodities. Hemos vivido ya el primer gobierno de Trump. Sabemos que habrá una mayor limitación del mercado norteamericano. Los precios de los minerales tampoco están en su mejor momento. Los del litio, por ejemplo, cayeron en forma importante. Y a esto se suma el atraso cambiario de la Argentina. Pareciera que estamos yendo a contramano en una autopista. Los vecinos se está moviendo en otra dirección. El mundo se está preparando para este nuevo contexto. Están devaluando las monedas, están previendo un escenario de mayor competencia en términos de protección con los Estados Unidos. Y Argentina está apostando a una apertura en actividades extractivas que tampoco van a estar en auge. Me parece que la combinación en ese frente es mucho más incierta que lo que puede pasar en la política nacional, donde este año no habrá presupuesto y seguirá la licuadora con algo motosierra. El gasto social se va a expandir, porque es electoral, y podría haber un consumo superior en los estratos de ingresos más bajos de la población. Algunos sectores percibirán que la cuestión económica y otros se sentirán en la panacea.

 

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