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De las mezquitas a TikTok: la nueva estrategia para radicalizar yihadistas

Isaa al H., el terrorista de Solingen , llegó a Alemania como musulmán sunita. Durante el largo proceso burocrático de solicitud de asilo y deportación fallida, se radicalizó hasta jurar lealtad a Daesh y cometer crímenes en su nombre. Pero esa radicalización no tuvo lugar en la mezquita que visitaba con asiduidad ni a través del reclutamiento de promotores de Daesh sobre el terreno, como venía sucediendo hasta hace sólo unos años. El joven sirio de 26 años se radicalizó a través de las redes sociales, en un escenario escurridizo para las fuerzas de seguridad alemanas y muy difícil de monitorear. La Oficina Alemana para la Protección de la Constitución, el servicio de inteligencia interior, habla de una «tiktokización del islamismo».Los servicios de inteligencia de Renania del Norte-Westfalia conocen a unos 2.600 salafistas extremistas. De ellos, 2.000 pertenecen al espectro político y 600 al espectro orientado a la violencia. A estos los tienen más o menos monitoreados, pero hay una realidad oculta a la que no acceden y que crece en las redes. «No es raro que los predicadores del odio tengan millones de seguidores en TikTok, Telegram o Instagram», confirman fuentes de círculos de seguridad en Alemania, «antes, con suerte, podíamos infiltrar personal en las mezquitas más radicales, podíamos adelantarnos conociendo desde dentro a los potenciales terroristas, pero en los últimos años el escenario es otro y requeriría un tipo de vigilancia que no es permitido». Noticia Relacionada estandar Si Choques entre grupos de extrema derecha e izquierda en Solingen tras el atentado con tres muertos Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín«Internet se está convirtiendo cada vez más en un potente motor de radicalización», ha reconocido el ministro regional de Interior de Renania del Norte-Westfalia, Herbert Reul. «Por terrible e impactante que sea el ataque en Solingen, no es sorprendente» lamenta el investigador especializado en terrorismo Peter R. Neumann , profesor de Estudios de Seguridad en el Departamento de Estudios de Guerra del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR), «el islamismo radical sigue en aumento gracias a que niños y jóvenes recibien contenidos extremistas en sus teléfonos móviles con sólo pulsar un botón». Basta que los usuarios de las redes sociales hagan clic en determinado contenido con palabras como Yihad o Palestina, el algoritmo los inunda con nuevos mensajes cuyo grado de radicalidad aumenta progresivamente. «Los afectados quedan atrapados en una espiral que les lleva tarde o temprano a acabar en un grupo cerrado», explica Neumann, «y a las autoridades les resulta difícil detener a estos predicadores del odio porque, en caso de prohibición, rápidamente cambian a otros canales y se llevan consigo a sus millones de seguidores».«No es raro que los predicadores del odio tengan millones de seguidores en TikTok, Telegram o Instagram», confirman fuentes de círculos de seguridad en Alemania«A veces todo empieza con preguntas inocentes, en las que los recién llegados a países occidentales intentan informarse sobre cómo se hace aquí tal o tal cosa, donde cortarse el pelo o dónde comprar determinada comida que aquí no está en el supermercado. Entonces empiezan a aparecer vídeos en los que los salafistas se presentan como la única interpretación correcta del islam y declaran quién es un buen musulmán y quién no, o qué es bueno y qué es malo, es decir, «halal» o «haram»», explica el imán Ender Cetin , que lucha contra la radicalización a través del proyecto escolar «Meet2Respect» y que se encuentra cada a día con los efectos de esa formación. «Los chicos me preguntas cosas como si está permitido tener amigos no musulmanes, porque en esos vídeos les han repetido miles de veces que no», relata, «eso demuestra que carecen completamente de bases teológicas y también que esos difusores pretenden deliberadamente dividir». Experiencias racistas«Se convierten en ese amigo que uno no tiene cuando llega a un país nuevo», comenta su experiencia sobre la radicalización a través de las redes sociales el investigador de la Universidad Humboldt de Berlín Özgur Özvatan , «absorben experiencias reales de racismo o de discriminación y las exageran artificialmente para transportar ese malestar a posiciones extremistas». Özvatan sabe que la policía no puede hacer demasiado, para empezar porque carece del personal que hable los idiomas maternos de los afectados y pueda entender el contenido de los vídeos. «Además, sólo en muy raras ocasiones un sólo vídeo ofrece una opción programática extremista, sino que la radicalización se lleva a cabo gracias a la suma de muchos, muchos vídeos y Reels, que exponen las supuestas ventajas de un califato, un gobierno basado en la teocracia del modelo islámico primitivo». «Esa semilla prende en entornos de soledad o educativamente desfavorecidos, donde los padres están ausentes o hay pocas herramientas para fortalecer a los hijos», dice Cetin, «porque generalmente se trata en el fondo de encontrar su identidad».

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