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Dejó pasar otra oportunidad

 

Rosario Central dejó pasar otra oportunidad en la Liga Profesional. Quizás le pasó el último tren en lo que a objetivos planteados se refiere y lo desaprovechó, llegó tarde a la estación. Nuevamente, por impericia propia, termina quedándose con apenas unas monedas en el bolsillo cuando tenía para llevarse el premio mayor. Ya son varias las situaciones en las que le ocurrió lo mismo en este torneo, el cual empieza a bajarle la persiana.

El Canalla tuvo una chance ideal para recuperar sensaciones y levantar el ánimo. Estaba con su gente y enfrente tenía un limitadísimo adversario, de los peores del certamen, y que solo se propuso venir a Rosario a llevarse un empate. En este escenario, dependía del equipo de Matías Lequi la responsabilidad de tomar las riendas del asunto, hacerse cargo de las necesidades internas, asumir el protagonismo y dar un paso firme para dar un vuelco de rumbo radical.

Sin embargo, como le pasó seguido este año, fue nuevamente el Canalla su peor enemigo. Durante los 25 minutos iniciales pasó poco y nada en la calurosa tarde de domingo en Arroyito. Salvo por un cabezazo de Facundo Mallo que besó el palo derecho visitante, todo estaba trabado.

El 4-1-4-1 pensado por el entrenador auriazul lejos estuvo de ser redituable, porque Franco Ibarra se ausentó en la tarea de la contención y el mediocampo, pensado más para atacar que defender, lució inconexo. Augusto Solari en una versión bajísima, ni pesando en ofensiva ni dándole una mano a Emmanuel Coronel abajo, siendo blanco fácil éste último del famoso dos vs uno, Kevín Ortíz aportando despliegue pero pasando desapercibido en la marca, mientras que Jaminton Campaz e Ignacio Malcorra alternaron buenas y malas con el balón, ante un Marco Ruben que se las rebuscó pero nunca pudo ser abastecido.

Para colmo de males, en una jugada que evidenció un error canalla en salida, la peltoa le cayó a Garate por derecha, dentro del área, quien pudo acomodarse en soledad y sacar un remate cruzado que Facundo Mallo se encargó de desviar contra su propio arco. Un llamado de atención importante para despertarlos a todos de la modorra. Aviso de que había que reaccionar, el partido había empezado y Central daba señales de estar dormido.

Por suerte, el Canalla esbozó una rápida reacción y pudo igualar fácilmente la historia. En la única que pudieron combinar Ignacio Malcorra y Jaminton Campaz, armaron una pared a un toque que el Bicho culminó con un zurdazo envenenado, que le pasó entre las piernas a Sanguinetti y se clavó al fondo de la red del arco de Regatas. Todo como al comienzo. Había que tranquilizarse y empezar a adueñarse de las acciones. El contexto lo obligaba a asumir el rol de actor principal.  Tenía todo el complemento para alcanzar la meta.

A pesar del entusiasmo y la enjundia, la segunda etapa mostró más de lo mismo en Central. Encima, los cambios ingresaron tarde y el equipo quedó partido en el medio, con un 4-1-3-2 que trastocó algunas funciones, pasando Malcorra al sector derecho, por ejemplo. Por su parte, los ingresos de Jonathan Gómez y Enzo Copetti trataron de aportar soluciones en la faz ofensiva. También entró el pibe Duarte, que en pocos minutos hizo más que Solari en todo lo que jugó, que fue demasiado dado su nivel.

El Canalla siguió sin tener claridad, si bien sumó hombres arriba, no había nadie que pudiera agarrar la manija y ponerse la gestación al hombro. Campaz desapareció, a Malcorra lo perjudicó cambiar de posición, y ‘Jony’ trató de filtrar pases pero le faltaron socios en la eleboración. Copetti si tuvo un aporte más productivo, recuperando varias pelotas, metiendo y tratando de armar juego desde más atrás, pero todo a varios metros del arco de Sanguinetti. Solo para destacar el sólido trabajo de la defensa, como casi siempre.

El grito se le quedó atragantado al pueblo auriazul en la última del encuentro, cuando Marco Ruben había sacado un buen latigazo cruzado para vencer la resistencia del arquero del Taladro, pero el tanto fue bien anulado por offside. Hubiera sido una recompensa justa para Central, que a pesar de sus limitaciones y la falta de ideas, fue quien más lo buscó y, de haber habido un ganador, debió ser el local claramente. ¿Banfield? Se la pasó haciendo tiempo, quitando ritmo con cambios, lesiones y saques de banda y desde el fondo, amparado por un pésimo Pablo Echavarría, de los peores árbitros de la Argentina.

Con esta igualdad, que tiene gusto a derrota, el Canalla comienza a despedirse del objetivo de clasificar a la Copa Sudamericana 2025, el único que le quedaba en pie. Más allá de los números, que le dan en rojo claramente, en un 2024 para el olvido, lo que preocupa es el endeble, predecible y escaso funcionamiento colectivo que muestra en el campo. Al no haber volumen de juego, depende exclusivamente de alguna inspiración individual para desnivelar en los partidos, algo que consiguió bastante poco este año, de allí los malos resultados.

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