La alimentación es uno de nuestros mejores aliados para mantener una salud en óptimas condiciones. Nos ayuda a evitar situaciones que nos ponen en una posición de mayor vulnerabilidad frente al coronavirus, como pueden ser las enfermedades crónicas no transmisibles (obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, entre otras).
En esta coyuntura, una alimentación variada y completa con el adecuado aporte de macro y micronutrientes que nos asegure cubrir todos los requerimientos, es clave. En cuanto a este tema, existen muchos mitos, creencias y circula información que carece de sustento científico que termina confundiendo aún más a las personas. Es por eso, que es importante educar a las personas para que tengan las herramientas adecuadas y así evitar el consumo de mensajes que los lleven a tomar malas decisiones para su salud. Por ejemplo, si hablamos de nutrientes clave para fortalecer nuestras defensas, dentro de un contexto de buenos hábitos, podemos destacar a los ácidos grasos omega 3 y a las vitaminas A, C y D.
Los ácidos grasos omega 3 de aceite de pescado refuerzan el sistema inmune y protegen las funciones neurológicas y cardiovasculares: ayudan a regular el colesterol y la presión arterial. Como son ácidos grasos esenciales, esto significa que nuestro cuerpo no es capaz de producirlos, debemos incorporarlos a través de los alimentos. Sin embargo, no todos los productos conocidos como “fuente de omega 3” nos brindan los mismos beneficios.
El omega 3 tiene dos fuentes principales: de origen animal, como el pescado, y de origen vegetal, como el chía. La ciencia ha demostrado que el consumo de alimentos o suplementos dietarios a base de aceite de pescado reduce los factores de riesgo de enfermedades coronarias, así como la probabilidad de sufrir problemas cerebro-cardiovasculares, disminuyendo las concentraciones de triglicéridos y manteniendo el equilibrio entre el colesterol malo (LDL) y el bueno (HDL).
El omega 3 tiene dos fuentes principales: de origen animal, como el pescado, y de origen vegetal, como el chía.
Por su parte, si bien el chía es un alimento relacionado al omega 3, y cada vez más presente en dietas de moda, es fundamental desmitificar que tenga un aporte significativo en este aspecto. Investigaciones como la realizada por la Sociedad Estadounidense de Nutrición revelan que los beneficios de los ácidos grasos omega 3, provenientes de alimentos de origen vegetal (conocidos como ALA), son considerablemente menores que los que se pueden adquirir a través de pescados como el salmón, sardinas, caballa, bacalao y atún enlatado en agua, por ejemplo (conocidos por sus siglas EPA y DHA).
La vitamina A y su betacaroteno es un poderoso antioxidante que puede ayudar a estimular el sistema inmunológico y prevenir una variedad de enfermedades crónicas, además de fortalecer la salud visual y proteger nuestras células del daño tóxico diario de la oxidación. Esta vitamina puede encontrarse en yema del huevo, leche y carne (sobre todo hígado) y algunos pescados. Por su parte, los carotenos (y beta-carotenos) se encuentran en vegetales de hoja verde oscuro, como las espinacas, lechuga y repollo y en algunas hortalizas como la calabaza, zanahorias y el maíz.
La vitamina C es otro actor que hace un enorme aporte a nuestra salud, fortaleciendo el sistema inmunológico, apoyando la función de células, colaborando con su regeneración constante y cumpliendo también el rol de antioxidante. Sin embargo, al igual que el omega 3, la vitamina C no puede ser producida por nuestro cuerpo, ni tampoco almacenada, por lo que debe ser incorporada en nuestra alimentación cotidiana. Frutas y verduras de estación con variedad de colores es la forma de asegurarnos un aporte adecuado ya que se encuentran en su punto justo de maduración para aprovechar todos sus nutrientes y suelen ser más accesibles económicamente. Sabemos que los cítricos aportan gran cantidad de Vitamina C, pero también la aporta el tomate, el morrón, el coliflor, la espinaca, el perejil, entre otros alimentos.
La vitamina D es otro aliado indispensable para nuestra salud, con la particularidad de que necesitamos la acción de los rayos ultravioleta del sol para catalizar su producción en el cuerpo. Sin embargo, la coyuntura y el aislamiento limitaron enormemente nuestras salidas y la posibilidad de estar bajo el sol. Por eso, es necesario prestar especial atención a lo que comemos para compensar esa carencia. Se puede obtener vitamina D a través de alimentos como aceites de pescados grasos (atún, salmón y caballa, por ejemplo, mencionados previamente), así como champiñones, leche, huevos y queso.Incluir estos alimentos sumado a 15 minutos de sol diarios hará que nuestras reservas de vitamina D aumentan rápidamente.
La alimentación es la piedra angular de nuestra salud y bienestar. Hoy más que nunca debemos informarnos ya que nos enfrentamos diariamente a más de 200 decisiones relacionadas a la alimentación. Por eso, la educación alimentaria nos empodera a tomar decisiones inteligentes para reforzar nuestro sistema inmunológico de la mejor manera, estando protegidos en todo momento. Para esto, es indispensable conocer tanto el funcionamiento de nuestro cuerpo como sus necesidades reales y los alimentos cuyo aporte hacen una verdadera diferencia en nuestra vida.