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Día uno del control de fronteras en Alemania: «Esto no es propio de Europa»

Automóviles, camiones, furgonetas e incluso autobuses enteros. La Policía alemana detiene los vehículos y registra e identifica a cada conductor y pasajero desde el martes, en la carretera la B402, cerca de Schöninghsdorf, en la entrada del paso fronterizo con Países Bajos. Incluso un hombre que cruza la frontera en bicicleta, poco antes de amanecer, es invitado a hacer una pausa para someterse al control . Esteban es despertado en mitad de la noche, hace frío y llueve, su mal humor es evidente. Todo el pasaje del autobús de la empresa Flixbus, en el que viaja desde Ámsterdam con destino a Berlín, debe bajar a la acera, hacer una fila, mostrar su identificación y señalar cuál es su bulto de equipaje. «No me lo puedo creer, he renunciado a una plaza en una universidad británica precisamente para evitar todo esto y ahora resulta que hacemos lo mismo en Alemania», lamenta el estudiante de 23 años por los nuevos controles fronterizos, que el Gobierno alemán mantendrá durante los próximos tres meses con la esperanza de reducir el número de entradas ilegales en el país. «Esto no es propio de Europa, sino de un Estado policial, no reconozco a mi propio país», lamenta Helena, estudiante de español. «¿Es esta la imagen que queremos dar al resto de los europeos, es que queremos seguir siendo odiados por todos?».Los agentes de Policía piden educadamente que se abran los maleteros y comprueben en sus tabletas los documentos de identidad. Los conductores de más edad se muestran también mayoritariamente disgustados por los controles , aunque los aceptan con algo más de resignación que los jóvenes, esa generación que ha crecido ya en una Europa con libertad de movimientos y que no concibe otra forma de gestionar las fronteras. Noticia Relacionada estandar Si Una mayoría de los franceses quieren el cierre de las fronteras contra la inmigración Juan Pedro Quiñonero | corresponsal en parís La decisión del Gobierno alemán de instaurar o restaurar los controles ha provocado en Francia reacciones de simpatía popular«No creo que deban existir los controles fronterizos y el motivo es la UE y el derecho de libre circulación. Por supuesto, hay situaciones en las que se puede entender algo así, si hay sospechas de una amenaza, pero estoy más a favor del no», reflexiona un profesor de instituto que cruza a diario por este paso. «No, en general esto debería estar solucionado, deberíamos estar protegidos en el espacio Schengen, pero obviamente no es así», deplora Tencer, que viene con su mujer de instalar a su hija en primer curso de carrera en una universidad belga y vuelve a Dinamarca. «Nos han engañado otra vez, nos vendieron el espacio Schengen como un espacio de libre circulación para personas, mercancías y capital, y ahora resulta que solo el capital se mueve libremente», critica Larisa, cuya pareja trabaja en Holanda y pasa casi cada fin de semana al país vecino. «Y luego se extrañarán de que la gente vote a partidos antieuropeos».Especialmente dolorosoLa pérdida del derecho de libre circulación, aunque sea temporal, es especialmente dolorosa en esta frontera. El 14 de junio de 1985, por iniciativa de Helmut Kohl y François Mitterrand, Alemania, Francia, Luxemburgo y los Países Bajos firmaron un primer acuerdo sobre el espacio Schengen para eliminar los controles de identidad en las fronteras comunes. Ese fue el primer paso hacia una visión de Europa que en la actualidad cuenta con 29 Estados miembros y que desde hace varios años ha ido quedando progresivamente en papel mojado. «Todo el mundo sabe que estamos en el marco de la legislación europea, pero que estamos aprovechando al máximo nuestras posibilidades », ha justificado el canciller alemán, Olaf Scholz. «Todo el mundo entiende que el número de los que vienen a Alemania es demasiado grande y que, por lo tanto, es un interés comprensible del Gobierno alemán garantizar que tengamos estas cosas bajo control».Los camioneros son los más preocupados sobre el terreno por la posibilidad de colas y retrasos, pero los agentes tienen órdenes expresas de no causar atascos, por lo que, a medida que avanza la mañana y el tráfico es más intenso, los controles se vuelven ya aleatorios, no sistemáticos. A mediodía apenas controlan ya uno de cada cincuenta vehículos. «No creo que haya muchos atascos, yo cruzo casi a diario la frontera con Dinamarca, tengo allí clientes, y todo sucede muy rápido», tranquiliza a otros colegas Olaf, empleado de una empresa de transporte. «No se qué creen que van a conseguir, si yo llevase ilegales en el remolque sencillamente no pasaría por aquí», sugiere otro camionero. «Hay tantos kilómetros de frontera que controlarlo todo es imposible, lo único que se puede hacer es poner más medios en las fronteras exteriores». Los camioneros son los más preocupados sobre el terreno por la posibilidad de colas y retrasos, pero los agentes tienen órdenes expresas de no causar atascosEsta es la misma crítica que expresan tanto los sindicatos policiales alemanes como administraciones regionales. «Es misión imposible, no hay ni personal ni presupuesto para todo esto», dice el presidente del sindicato de la Policía federal, Andreas Rosskopf, «estamos sobrecargados, abandonando otros servicios para atender este, y apenas ha empezado». «Es cuestionable cuán efectiva puede ser la protección fronteriza, también en vista de la dotación de personal de la policía federal », reconoce la viceprimera ministra de Renania del Norte-Westfalia, Mona Neubaur. En las fronteras terrestres con Austria, Polonia, la República Checa y Suiza, en las que la Policía alemana ya efectúa controles, se han producido desde octubre de 2023 unos 30.000 rechazos, según el Ministerio Federal de Interior, pero los países vecinos no aceptan tan fácilmente las devoluciones y los controles terminan siendo cosméticos, una medida con la que el gobierno de Alemania aplaca el descontento por su gestión migratoria. En las primeras 18 horas de aplicación de los nuevos controles, no se detecta una sola entrada irregular. El único incidente, un poco más al sur, a la altura de Rheine, lo protagonizaron ayer dos alemanes que intentaron evitar un control en la A30 de la policía de Bad Bentheim con hachís en el maletero y fueron apresados a 30 kilómetros de la frontera.

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