Nacionales

Dos equipos en uno

 

Cuesta encontrarle explicación a lo que sucede en Rosario Central. Es las dos caras de una misma moneda. Pasándolo a términos futbolísticos: es dos equipos en uno. ¿Cómo pasa de hacer un papelón ante un adversario que había ganado dos partidos de los últimos 21 en la Liga Profesional, a punto de comerse una goleada, a arrinconarlo contra su arco desde los 20′ del complemento? ¿Es posible salir dormido en cada presentación de visitante? ¿Es sólo una alarmante desconcentración o hay algo más?

Varias preguntas más podrían hacerse para analizar este pobre presente canalla, que hace una semana goleó en su casa al puntero del campeonato y esta noche, por momentos, se comió un baile bárbaro con el penúltimo de la tabla, sin reacción anímica ni futbolística. Es esa mediocridad exhibida a lo largo de este mal 2024 la que lo imposibilita de cualquier objetivo posible en lo que resta del año. Como se ha dicho anteriormente en otras columnas, es su propio enemigo.

Yendo a la presentación de este lunes lluvioso en Florencio Varela, cabe decir que lo de la primera etapa por parte de los dirigidos por Matías Lequi fue un bochorno. Una producción lamentable, un espanto táctico y futbolístico. Once tipos tirados en el campo sin ninguna idea de que hacer con y sin balón. La defensa ofreció ventajas por los costados, el mediocampo no paró a nadie ni generó juego y arriba un solitario Enzo Copetti se cansó de picar en offside, rompiendo un récord por la cantidad en poco tiempo (quien escribe le contó al menos seis en 30 minutos, un despropósito).

Este Defensa y Justicia, de realidad paupérrima, alejado de sus mejores épocas y con un plantel que carece de jugadores distintos, se pareció al Manchester City durante los 45 iniciales, mientras que el Canalla fue como un rejuntado de amigos que se juntan a jugar un domingo después de clavarse un asado y con al menos dos vinos encima. No hubo actitud, no hubo orden, no hubo rebeldía ante la adversidad, no hubo ganas, no hubo nada. Una displicencia colectiva pasmosa, puesta en escena lamentable.

Miritello, el centrodelantero del Halcón, venía de una sequía importante con el arco, pero en solo 15 minutos casi que sentenció la historia. Primero con un buen cabezazo al ángulo que sorprendió a Broun, y después con un toque por arriba de ‘Fatu’, que solo miró como esa pelota lo sobraba en el aire, pegaba en el palo y se metía contra su arco, en una acción en la que el uno auriazul reaccionó muy tarde, pudiendo haber hecho mucho más para evitar la caída de su valla. También hay que decir que en el segundo tanto del local la defensa auriazul hizo vista completa. Todos se quedaron parados. Nadie siguió al atacante.

¿Central? Al descanso casi sin situaciones de gol, siendo superado en cada faceta del partido. Llamó la atención como Lequi no rompió el doble cinco antes de irse a los vestuarios, ya que su función era inútil estando 2 a 0 abajo, ni tampoco se inclinó por otro centrodelantero para tratar de llevar algo de peligro al área rival y sumar presencia en ataque. Dejó todo como estaba, con la flojísima actuación general que se venía viendo y era insostenible, con ejemplos puntuales como los casos de ‘Coyote’ Rodríguez, Kevin Ortíz, Lautaro Giaccone y Maxi Lovera, todos de rendimiento discretísimo, siendo inentendible que permanecieran tantos minutos en cancha.

El complemento arrancó con la misma sintonía. Central seguía anestesiado, mientras Defensa circulaba el balón con comodidad. Daba la sensación de que, si se lo proponía, el local podía bajarle la persiana el encuentro en cuestión de minutos. No obstante, el local, después de los 20′, bajó la intensidad y empezó a entregar concesiones atrás. Ese momento coincidió con los ingresos de la leyenda Marco Ruben y el juvenil Gaspar Duarte: ambos mostraron vergüenza deportiva, le pusieron voluntad y fueron los únicos que parecieron sentir el peso de la derrota. Esos dos cambios modificaron la tónica del trámite.

A partir de ese momento, el Canalla se hizo dueño de las acciones, tuvo mayor decisión y esbozó una reacción desde lo anímico. El fútbol siguió brillando por su ausencia, pero al menos la imagen fue otra. Lentamente, con empuje y centros desde las bandas, el conjunto de Arroyito se fue acercando cada vez más al arco de Enrique Bologna. Ahora sí, con dos delanteros y habiendo refrescado piernas en la mitad, se vio otra postura, más ofensiva y audaz. ¿Por qué esperar a estar en desventaja para jugar así? ¿Es más esta versión de Coppeti que Ruben? ¿Duarte es menos que Giaccone o Lovera por el sector derecho? ¿Por qué seguir insistiendo con el doble cinco cuando hay jugadores para plantear otro esquema?

Central fue avisando cada vez más hasta que tuvo su premio con el descuento de Quintana, que se desprendió de su marcador en una pelota parada y sacó un buen cabezazo, con justeza y fiereza, para hacer insuficiente la estirada de Bologna. El equipo auriazul estaba en partido. Defensa se quedó mucho y quedaba tiempo para al menos buscar llevarse un punto. Así, con más ímpetu, llevó al local a refugiarse contra su arquero hasta el final, cortando con falta cada avance del pibe Duarte por derecha, de gran ingreso, nuevamente.

Sin embargo, el esfuerzo de los surgidos del club no alcanzó y el Canalla se tuvo que resignar otra vez a quedarse con la manos vacías fuera de su reducto. Por lo hecho durante 65 minutos, la caída es justa, ya que directamente no compitió. Otra vez lo volvieron a golpear temprano y no se pudo reponer. Siempre espera a estar en desventaja para reaccionar. Lo poco rescatable: el orgullo de Ruben y las ganas con que entró Duarte. Ambos piden titularidad urgente, dadas las producciones individuales de varios de sus compañeros.

Se impone una depuración importante del plantel y un nuevo cuerpo técnico de cara a 2025 si quiere volver a ser competitivo en serio. Varios jugadores cumplieron un ciclo, otros no están a la altura directamente. Es hora de nuevas caras que permitan renovar la ilusión del hincha.

 

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