Salud

Dr. Oliver Sacks. In memoriam.

Los médicos investigadores, como Sacks, suelen ser apodados "locos".
Hace pocos días ha muerto a los 82 años el médico inglés Oliver Sacks, cuya experiencia con pacientes neurológicos fue llevada al cine con el protagonismo de Robert de Niro, y Robin  Williams,  como paciente y médico respectivamente,  en la película Despertares.

Uso esta película en la docencia para varias cosas. La primera es marcar la diferencia entre la ciencia y la medicina, y lo molesto que es el científico, acostumbrado a dudar de todo, para el médico, que debe tener certeza de todo, o al menos aparentarla, para transmitir tranquilidad al paciente, y las burlas que acarrea al científico proponer otra interpretación de los síntomas de los pacientes, diferente a la convencional que presentan los textos médicos.

Digamos por ej. Freud, cuando salió con eso de que la histeria no era algo que venia del útero al cerebro, de allí su nombre, sino del mismo cerebro, o el “Loco Finlay”, un oculista cubano,  que salió con eso de que la fiebre amarilla la transmitían los mosquitos, y no por contagio como decían los médicos yankis. 

Dentro de la profesión solemos apodar “locos” a estos médicos que vienen con cosas nuevas, y el Dr. Alberto Torres, un colega recientemente fallecido solía hablarme de su padre y tío médicos, unos tucumanos apodados “los locos Torres”,  que fueron los primeros en tratar en la Argentina la diabetes con insulina, un  medicamento muy nuevo que conseguían les trajeran desde Canadá apenas se empezó a producir.

El padre, uno de los locos Torres, recalaría luego en Resistencia, siendo uno de los fundadores de “La Peña de los Bagres”, cuya intervención en la escandalosa estatua de homenaje al originario emplazada en la zona céntrica y desaparecida misteriosamente, forma parte  ya de la historia local, al nivel digamos del perro Fernando, o el chalet Perrando.

El método científico, que el estudiante ve como una receta de cocina tal como lo presentan los textos, es  en la realidad algo completamente diferente, muy parecida a dar palos de ciego, y esto se muestra en la película con mucha claridad, donde el investigador avanza un paso, y retrocede dos con cada experimento.  Siempre pienso que con las reglas actuales de presentación de proyectos de investigación que nos exige el CONICET y las universidades nunca hubiésemos tenido un Darwin, un Einstein, o un Oliver Sacks.

También es útil para mostrar que la mayoría, por no decir casi todas las investigaciones médicas fracasan. Uno investiga por el placer de hacerlo, decía nuestro Nobel Milstein, no porque piensa que la va a pegar, lo que ocurre raramente, aunque una cosa es investigar y otra saber que el 45 % de los pacientes de un hospital son varones, datos que se pueden presentar como investigación, aunque no lo sea realmente, pero que con un buen gráfico puede pasar por tal. 

¿Usaron el SPSS para calcular la edad promedio de 7 pacientes?, pregunto a unos residentes en un congreso frente a su poster, yo  lo hubiese hecho a mano. Lo hicimos a mano me aclaran, pero nos aconsejaron que pusiéramos así, que da la impresión de mucho más científico.

Un paper que resulta de tomar la presión arterial en varias plazas de Resistencia, nos dice al pie de una tabla, que la “p”  es inferior a 0,01, lo cual es muy desconcertante, pero de todos modos el papel esta publicado en una revista médica indexada, luego de haber pasado por los revisores científicos de la misma.

Las únicas hipótesis que la pegan siempre son las que basan intervenciones de salud pública, porque si no lo son  se cambia al ministro. Como el medico individual, el ministro debe tener certezas para transmitirlas a la población, y hacer quedar bien a su jefe, sino se lo saca y se pone otro más ducho, sino en ciencia,  al menos en política.

¿Cómo bajaron la tasa de mortalidad infantil? pregunta la prensa al gobernador de Tucumán en 2007. Fácil responde el gobernador, le ordené al ministro que la bajara a la mitad, y el cumplió porque si no lo echaba. Claro que luego se vio que el ministro se había hecho algo de trampa, pero ¿Quién no, en una situación similar?

También muestra la película que el personal de enfermería al estar más cerca de los pacientes puede ayudar mucho en el diagnóstico, si se lo deja participar, cosa difícil porque los hospitales y sanatorios están organizados en forma militar, siendo los médicos los oficiales, el resto del personal, profesional o no, los suboficiales, y los pacientes, claro, los soldados, que deben obedecer a todos, y cuya opinión nadie necesita.

Señalo también su forma de investigar concediendo más tiempo a la observación, la lectura y la reflexión que a la estadística, puesto que en la actualidad muchos creen que investigar es hacer estadísticas usando computadoras para hacer gráficos y calcular valores de “p”.

Pero quizás más importante que lo anterior ha sido la forma en que este médico encaró la noticia de que las metástasis de su cáncer hacían prever una muerte próxima. No trató de buscar una solución científica, pseudo científica, o mágica en alguna parte del mundo, o de no pensar en ella, como es habitual, sino que la aceptó, y reorganizó su tiempo para ocuparse de lo verdaderamente importante , la familia, los amigos, y sus escritos, que es lo que uno puede dejar como herencia,  y por tanto dijo que ya no vería más informativos, emulando en esto a  Borges que no leía los diarios, porque decía que todo lo que sale allí es pasajero y circunstancial. Envió una carta a la prensa anunciando que moriría en el curso de los próximos meses explicando todo lo anterior, que puede leerse en  http://elpais.com/elpais/2015/02/20/opinion/1424439216_556730.html

Siempre que veo a una persona precipitarse a sacar su celular cuando suena la señal de mensaje, por mensajes intrascendentes, recuerdo mi infancia, en un pueblo donde no había teléfonos, y cuando llegaba un telegrama uno sabía que era una noticia realmente importante, de modo que había mucho tiempo para dedicarse a las cosas verdaderamente importantes, que en mi caso era hablar con mi abuelo, que me transmitía su experiencia y conocimientos, y jugar con mis amigos, en vez de hacerlo con la PC. Supongo por esas razones no tengo teléfono celular, lo que sorprende a muchos. ¿Cómo se puede vivir sin celular?

Mi abuelo murió a la misma edad que este médico, en su cama, y con la única atención del médico del pueblo, a quien me había encomendado llevar como pago por su atención una lujosa edición del Quijote que era una de sus posesiones más preciadas, porque mi abuelo no tenía obra social ni prepaga, y menos aún dinero, y este dato también sorprende a los alumnos. ¿No es que antes la gente vivía mucho menos que ahora, porque había menos desarrollo de la medicina? La medicina no afecta sino marginalmente las chances de vida de cada uno de nosotros, que dependen de nuestros genes, y el contexto social, y aun cuando las afecta nos prolonga una vida en mala salud, tal como se está difundiendo en estos días luego de un estudio amplio en todo el mundo.

Ahora vivimos algunos años más, si, pero con peor salud, quizás entre otras cosas porque cada vez que comemos ensalada, algo que siempre recomienda el médico, tragamos grandes cantidades de agroquímicos, según revela un estudio de la Universidad de la Plata, que puede leerse en http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-280798-2015-09-03.html, y cuya validez aún debo analizar porque los ambientalistas, a diferencia de lo que decía Milstein, casi siempre aciertan.

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