Un pensamiento terrible estalló en la cabeza de Oleg cuando las tropas de Putin asaltaron su país. La muerte podía encontrarlo en el frente y jamás volvería a pintar . Esa idea lo atormentó. Después de alistarse el primer día de la invasión y antes de partir hacia la batalla decidió guardar varios pinceles en su macuto. Quizá en algún momento surgía la oportunidad de utilizarlos. Y tenía razón. Lo que no imaginaba el oficial Oleg Bazylewicz era el material que terminaría conformando su paleta: barro y cenizas de las trincheras que defiende. El artista ucraniano descubrió que la tierra de Donetsk y Zaporiyia permite dar forma al humo de un bombardeo enemigo y puede imprimir la luz que se cuela entre las hojas de los arboles que guardan una posición. Esa misma tierra que ahora está en jaque y soporta la sangre de los caídos en la última guerra que libra Ucrania por su existencia. Oleg espera la llegada de los visitantes a su tercera exposición con un café en la mano. Las pinturas de tonos marrones tostado, terracota y negro marcan un fuerte contraste con las paredes azules. Rodeado de sus creaciones, el pintor puede rememorar el momento exacto en el que las dibujó . Atesora la emoción vívida de ese mismo instante, confiesa. Y la sensación no es placentera.Noticia Relacionada estandar Si Ucrania pide a EE.UU. el máximo apoyo antes de las presidenciales que puede ganar Trump Miriam González El jefe del Pentágono anuncia en Kiev un nuevo paquete de ayuda militar de 400 millones de dólares Lanza una mirada a su alrededor para sentenciar que: «Ver todas esas imágenes a la vez no me gusta. Es como si volviera a la vida militar». Una rutina bélica de la que se escabulló por un par de días con el objetivo de cumplir con una apretada agenda. Debe estar presente en un torneo de fútbol en honor a su padre, legendario jugador y entrenador del Dínamo de Kiev . Y debe asistir también a una cita con sus lectores, pues escribe libros. Además, es un guionista premiado. Doctorado en Geografía en los tiempos soviéticos, recuerda de memoria poemas en quechua y se maneja con soltura en idioma de Cervantes, una de las lenguas que domina.Estas últimas semanas de servicio tiene que hacer malabares para combinar su trabajo como militar con sus obligaciones artísticas. Una misión imposible sin la inestimable ayuda de su hija Leyla. A fin de cuentas, con la llegada de tropas invasoras sus proyectos se pausaron. El deber con la patria estaba primero y Oleg no dudó en cumplirlo. Pero ni toda la artillería de los ocupantes pudo apartarlo de la pintura. Es su antídoto, su cura. «Dibujo sólo para mantener mi cabeza en su lugar, para conservar la cordura, no tenía pensado realizar ninguna exhibición».Oleg Bazylewicz M. G.La idea de utilizar la tierra llegó, precisamente, mientras estaba desplegado en el complicado frente del Este. «Nuestra batería estuvo expuesta a fuertes lluvias en la región de Donetsk , donde la arcilla y la tierra son duras , grasosas, pesadas... pegajosas cuando están mojadas. Así que todo es una cuestión de adherencia. No sabía si se adheriría al papel o no. Luego desarrollé algunas composiciones diferentes y descubrí que en ciertas condiciones la arcilla con agua se extiende sobre el papel mucho mejor que las pinturas de acuarela. Ojalá hubiera descubierto esta técnica antes», explica. Sus ilustraciones son familiares a todos aquellos que pisaron el frente ucraniano. Los protagonistas son soldados, sus camaradas , municiones preparadas para atacar, refugios o tanques cruzando los campos sin fin, tan característicos del Donbass y del sur de Ucrania. En un momento, Oleg se levanta de la silla para dirigirse al retrato de un compañero de armas que sujeta a un pequeño gatito. El animal había sido rescatado y curado por los militares. Falleció pocos días después bajo la rueda de un vehículo, resume.«Dibujo para mantener mi cabeza en su lugar, para conservar mi cordura», señala Oleg BazylewiczSus últimos bocetos reflejan las ruinas de los edificios que alumbran los bombardeos rusos. Con uno de sus lápices extranjeros dejó plasmado el esqueleto de un edificio en su libreta negra del trabajo. El dibujo está acompañado de las notas que marcan sus quehaceres en el frente . Bromea con la idea de convertirse en pintor de ruinas, donde, de forma contradictoria, él ve fragmentos de futuro. «Cuando destruyen algo, hay esperanza en que podamos reconstruirlo. Incluso en la peor situación posible hay esperanza», anota con una mirada azul limpia acompañada de una sonrisa honesta. Oleg confiesa que es un optimista y que su fe católica ayuda en tiempos difíciles. La reconquistaComo geógrafo, Oleg mantiene que los mapas por sí solos no sirven para explicar esta guerra. «Pero no puedes entender nada si no miras los mapas», agrega. El teniente superior de la 1.ª brigada independiente de tanques Siver ve a su tierra como una especie de «encrucijada», un cruce de caminos. Siempre en riesgo de ser invadida y con el «eterno» enemigo al este . Define la actual resistencia contra Moscú «como una guerra de liberación más que nacional». Un conflicto que a la vez está forjando la identidad de los ucranianos frente a las fuerzas que tratan de negarles su existencia como pueblo.«Se trata de nuestra propia reconquista . Pero me temo que no tenemos 800 años, porque esta vez las cosas van más rápido. Hace casi un siglo perdimos en nuestro último intento de liberarnos. Si volvemos a perder ahora tal vez tengamos que esperar mucho tiempo más para tener otra oportunidad y nadie quiere eso», resume el oficial. Oleg pinta con tierra del Donbass M. G.Él mismo creció como un \'cripto-ucraniano\'. Fingiendo en la escuela y en la universidad. «Decían que éramos soviéticos , teníamos que seguir la línea oficial en una especie de doble vida, pero siempre recordamos las diferencias entre ellos y nosotros. No olvidamos ni perdonamos la guerra civil ni la represión que sufrieron nuestros antepasados». El tiempo apremia y la presión de los aliados sobre el Gobierno de Kiev para iniciar negociaciones con el enemigo se incrementa. Ucrania encara el tercer invierno de una guerra que pronto cumplirá mil días . Oleg ha sufrido esta guerra larga. Un conflicto «no se puede luchar sólo con la adrenalina inicial», apunta. Sin embargo, no tiene una respuesta clara para definir como él sigue luchando tras cientos de días. El cansancio pesa sobre la espalda de los defensores, La situación actual en el frente es complicada. Rusia está acumulando avances en Donetsk y tiene empuje para lanza ofensivas aéreas. «Estamos muy preocupados. Entendemos que esta operación de Kursk solo fue para evitar que los rusos concentraran sus fuerzas en el este. Y funcionó. Pero el efecto positivo se está agotando. Tampoco podemos responder a sus bombas guiadas. Luchamos con una mano atada a la espalda. Espero que Biden de el permiso para usar las armas occidentales de largo alcance», dice el oficial con gesto serio.Detalle de uno de los cuadros de Oleg M. G.Fin del servicio militarTodo parece indicar que Oleg ya no estará en el ejército si finalmente los aliados quitan las restricciones a Ucrania. En noviembre cumple 60 años y su servicio militar termina. El artista se va con la sensación del deber cumplido con la patria. Y se va también con el sentimiento de haber perdido su tiempo. «Mil días tachados. Cada jornada en la guerra pierdes algo; pierdes salud física, pierdes salud mental. Fue una experiencia inútil, traumática y desafiante, desde mi punto de vista». Este es el precio del duro trance impuesto por el Kremlin a los ucranianos que no están dispuestos a capitular.Los retos no sólo se experimenten en el propio frente. La vuelta a la vida \'normal\' puede ser un capítulo complicado, explica Oleg. «Antes pensaba que la gente simplemente exageraba lo difícil que era pasar de la vida militar a la vida normal . Ahora lo he experimentado por mismo y comprendo que puede ser muy duro», afirma. Pero este retorno no va a ser tan arduo en caso. El pintor dice no estar tan «traumatizado» como otros y tiene sus propias armas para enfrentar lo que viene: la pintura, la música y la literatura. Oleg pronto colgará su uniforme militar y a partir de ese momento tiene que centrarse en su recuperación física. Necesita prestar atención a la rehabilitación de su pierna tras una lesión provocada durante el conflicto. «Odio la sola idea de ser incapaz de hacer algo que podía hacer antes», enfatiza. El veterano de guerra quiere volver al jugar al futbol, correr por las mañanas e incluso bailar tango. También sueña con viajar a Egipto. A partir de ahora, en sus lienzos también serán diferentes. Dibujará «cosas normales» con barro o con el óleo que tanto extraña . Las jornadas finales de la guerra del oficial pintor transcurren despacio mientras sigue entregado a la defensa de su patria.