Ante la expectativa generada por la esperada declaración del Chamamé y su incorporación en la Lista Representativa como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco, y constituyendo este hecho un logro sin precedentes para la provincia y el país, el Museo Provincial de Bellas Artes “Dr. Juan R. Vidal” acompaña y celebra este acontecimiento y a modo de homenaje exhibe dos de sus obras que pertenecen al patrimonio de la institución: “Baile de casamiento en la Estancia La Rosada”, de Octavío Gómez y “Corrientes, cuna del chamamé” de Marcelo Duarte.
El Museo Provincial de Bellas Artes “Dr. Juan R. Vidal” es una institución con más de medio siglo de existencia que conserva y jerarquiza un legado de más de setecientas obras de arte que integran su patrimonio. Este acervo artístico permite a todo el público, artistas, investigadores, historiadores y docentes, conocer las diferentes colecciones conformadas por obras de grandes maestros del arte argentino junto al de consagrados artistas regionales y extranjeros. Su variedad, riqueza y valor cultural ofrecen una importante fuente de referencia y abren infinitas posibilidades de difusión, preservación, educación y extensión.
De esas colecciones emergen dos obras de gran trascendencia estética por su relación con nuestra música chamamecera y expresar a través de sus figuras y colores toda la magia, encanto y profunda significancia que nuestro ritmo genera.
El maestro Octavio Gómez pintó en el año 1985 el óleo “Baile de casamiento en la Estancia La Rosada”, una tela de 90 x 140 cm. La composición de considerables proporciones despliega en forma horizontal una escena festiva en un marco casi rural de una Corrientes que lentamente se iría urbanizando en su aletargado desarrollo.
La Iglesia San Francisco y el casco de la estancia que da nombre a la obra, y actualmente al barrio de la misma nomenclatura, actúan de fondo y paisaje en la que un variado grupo de asistentes a la fiesta, jinetes montados a caballo, los novios, músicos y bailarines recrean una escena en que la música, que curiosamente no la oímos, pero sí la percibimos por su inmanencia y necesaria presencia en la obra, completa con sus cadencias la importancia que sus notas tienen para el ser correntino, y cuya música acompaña todo el devenir de su vida, desde el nacimiento y hasta la despedida a todo ritmo chamamecero.
Todo en la obra trasunta sensaciones emotivas, dado que la maestría de su autor plasmó en un despliegue de figuras y colores la alegría que un casamiento genera, ocasión propicia para que la comida y el baile protagonicen esta escena.
También del mismo ’85 y obteniendo el Primer Premio del Salón de Pintura “Antonio P. Ballerini” la obra de Marcelo Duarte “Corrientes, cuna del chamamé”, realizada con esmalte sintético sobre madera de 122 x 122 cm, nuestra música es la principal protagonista del cuadro. Sus figuras y entorno nos remiten casi al instante a las obras del arte ingenuo o naiff y visualizamos composiciones del francés Henri Rousseau o de la argentina Aniko Zsabo.
Resuelta en colores terrosos con una puesta en escena en un ámbito campestre, el grupo de parejas danzantes que despliega su coreografía en un patio entre animales y mini escenas insertas en la obra concentra la atención de la composición junto a los músicos que ocupan el escenario en la parte superior de una perspectiva a lo oriental de un plano rebatido.
El chamamé omnipresente enlaza así formas y colores en una luminosa pintura atenta al detalle y a la anécdota, su ejecución con materiales no tradicionales para la época de su factura agrega innovación y frescura al tema elegido.
Estas obras conforman sólo una muestra de lo que el chamamé, junto al paisaje y su gente inspiraron y continúan en nuestros días una producción que ostenta al mundo nuestra cultura.