Las certezas intelectuales, si es que existen, pueden sólo interpretar los acontecimientos en curso. Pero tanto en la vida como en la política, los sueños son construcciones colectivas.
Las certezas intelectuales, si es que existen, pueden sólo interpretar los acontecimientos en curso, reflexionar sobre la historia y vislumbrar caminos a futuro, pero tanto en la vida como en la política, los sueños son construcciones colectivas, y todo planteo se debe rendir a la única verdad, que es la realidad.
La duda paraliza y el motor es la búsqueda, en esa diferencia radica a quienes debaten medularmente sobre los escenarios presentes, siendo testigos y los que avanzan en las realizaciones posibles como protagonistas.
No es lo mismo pelear que vencer, se pelea por enojo, por reacción, por provocaciones, pero sólo la lucha con una estrategia inteligente permite arribar a la victoria. No entrar en la estrategia del enemigo es vital, para evitar luchar en cancha ajena y a eso nos restamos cuando repetimos la agenda del enemigo, en vez de desplegar la propia propositiva hacia objetivos de Patria y Pueblo determinados.
El peronismo ha marcado camino en estos temas de conducción política, desde la construcción doctrinaria iniciática, en la etapa dogmática de la revolución, siendo una verdadera síntesis de todas las luchas populares anti coloniales, desde el inicio mismo de los tiempos de la dominación cuando alguien dijo “barco” y otro dijo “tierra”.
Esa imagen intentó ser borrada por la historia oficial por la de “civilización o barbarie”, en una consigna dominadora que convirtió a los pueblos en oprimidos, por un opresor recién llegado, que intentó borrar su identidad y memoria con los métodos más deshumanizados posibles, desde el genocidio a la explotación de millones de seres humanos, que dejaron la vida en las minas de Potosí, en el 1500 la ciudad más grande de la región.
Los Pueblos jamás se rindieron en su afán de liberación, aunque sometidos, buscaron y levantaron las barricadas de la dignidad en cada instante de sus vidas miserables, pero sin perder su norte de lucha, al ritmo de sus tiempos en la necesidad de preservar la vida, siendo héroes, no mártires a cada paso. Es la diferencia entre la reacción coyuntural y la estrategia para vencer. Tupac Amaru levantó un pueblo, no sólo originario, sino una verdadera movilización popular policlasista que dio batalla, siendo una revolución nacional y popular, hasta que fue vendido por la eterna traición de propios, que inunda las páginas de la historia.
Esa es la síntesis que logra el peronismo, compendia las aspiraciones de los Pueblos en su camino hacia la liberación nacional, enfrentando los ejes estructurales del coloniaje, sin quedarse en medidas tácticas que resuelven gestión en un momento de la historia, pero no cambian el patrón del ordenamiento social injusto. Entre una decisión sin objetivos a largo plazo y un diseño estratégico de Patria Grande, hay un abismo de pensamiento y acción, que define la fortaleza doctrinaria de la ejecución.
En ese marco enfrentar la situación actual requiere en primer lugar abarcar toda la información internacional, las relaciones de fuerzas enfrentadas en la pugna multipolarismo versus unipolarismo hegemónico, que está originando desde guerras a calentamiento global, desde lucha en terceros países por las monedas, hasta disputas territoriales por recursos naturales y hegemonía de los negocios globales.
Desde esa comprensión, incursionar es conocer los planes del enemigo externo dispuesto a recolonizar la región, ya que Latinoamérica constituye su última retaguardia ante el avance del mundo multipolar. A partir de la crisis civilizatoria pos pandémica, la situación ha vuelto convulsionado al planeta, llevando al extremo de su propia destrucción, ya sea por la crisis climática, como por una guerra nuclear.
Esa es la construcción política de una planificación estratégica de la Argentina Bicontinental, fortaleciendo un modelo social y productivo solidario y biocéntrico, en el marco de la comunidad organizada, en términos de Patria Matria Grande, que nunca debió dejar de ser.
Latinoamérica es un espacio de paz, que ha sido bombardeado por el imperio anglo sajón por dos largos siglos, fragmentando sus posibilidades de emergencia de una potencia a nivel global con presencia, ya que comprometía su poder dominante.
Así fueron apagadas en el siglo XlX las ideas federales a sangre y fuego, destruido el Paraguay industrial y avanzado, se creó el Uruguay como estado tapón, derrotando a Rozas con fuerzas portuguesas, defensor de la soberanía frente a las flotas imperiales, y ya en el siglo XX destituido Irigoyen, instalando la década infame y luego del triunfo popular peronista, otra vez ejerciendo el terrorismo contra el gobierno popular de Perón, marcando un tiempo histórico de dominación, de profundo y largo dolor.
Ese tiempo colonial quiere volver a ser, de la mano de los quebrados en el patriotismo, por la cultura dominante y la acción coordinada de los servicios de inteligencia del enemigo, que dirigen a través de Fundaciones extranjeras la oposición política, violenta, golpista y odiadora, en un esquema de enterrar la política como herramienta de construcción de los sueños colectivos del Pueblo. La permanente idea de provocar crisis, le resulta funcional al enemigo que intenta impedir la consolidación de un proyecto nacional soberano, al que denomina “populismo” para denigrarlo, como si una política popular fuese cuestionable por defender los derechos sociales de los argentinos.
Esa batalla cultural se da en todos los planos de la política desde lo económico financiero a lo institucional, ya que, como una mancha voraz, el neoliberalismo, respaldado por los Fondos Buitres y los Organismos Internacionales de Crédito tipo FMI o BM, intentan establecer una lógica de pensamiento dominante ajena a los intereses y demandas del Pueblo argentino.
Esa batalla se define con militancia, despliegue territorial, laboral, social con organización y formación política, que tenga como norte construir Comunidad Organizada, única herramienta para derrotar al “sistema demo liberal burgués” decía Perón en 1949.
Es la diferencia del pueblo como testigo de la historia, sometido al poder real o su protagonismo pleno, como poder popular con respaldo constituyente, que permanece en el tiempo, más allá de las batallas electorales, permitiendo “deconstruir” el sistema estructural del coloniaje que oprime al Pueblo y destruye la Soberanía Nacional.