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El líder del saqueo del Capitolio: «Trump me ha devuelto la vida»

Los protagonistas del asalto al Capitolio han vuelto a Washington. Han regresado al escenario de su mayor afrenta, al lugar donde, hace cuatro años, intentaron por la fuerza frenar la certificación de Joe Biden como presidente de Estados Unidos. Enrique Tarrio , líder del grupo llamado Proud Boys , con su gorra negra, gafas oscuras y polo adornado con laureles dorados, hace una entrada teatral en la Conferencia de Acción Política Conservadora. Sabe que su presencia es un mensaje. Sabe que es el rostro de una causa que Trump ha resucitado con su puño y firma en un decreto. Noticia Relacionada estandar Si Elon Musk se lanza a apoyar a Vox: «Ganará las siguientes elecciones» David Alandete | Corresponsal en Washington El magnate apoya abiertamente a Abascal tras respaldar a Alternativa por Alemania en las elecciones de este domingoTarrio no es solo un asistente más en el evento, es tratado como toda una estrella en ascenso dentro de este nuevo orden donde los condenados por sedición son tratados como patriotas maltratados. «Trump me ha devuelto la vida», dice. Bromea: «Hemos entrado en el multiverso, esto que ves ya no es la extrema derecha».No llegan huyendo de la justicia ni ocultos entre multitudes enfurecidas. Vuelven envalentonados, rehabilitados por el presidente, aclamados por una parte del movimiento que los convirtió en mártires. Indultados y excarcelados, caminan libres por la capital y, lejos de mostrar arrepentimiento, celebran su regreso como una victoria. El presidente hasta les aclamó en el discurso de clausura de este congreso, entre vítores. «Eran rehenes, solo porque protestaron contra unas elecciones amañadas», dijo el presidente. Lo que antes fue delito ahora se presenta como heroísmo. Vetados durante tres años, condenados por conspiración sediciosa, tachados de extremistas por los tribunales, estos hombres han pasado de ser parias a símbolos de una causa que desafía abiertamente los hallazgos judiciales sobre lo ocurrido el 6 de enero de 2021 . Horas después de su regreso a Washington, Tarrio fue arrestado de nuevo . Esta vez, por presuntamente agredir a una mujer que lo grababa frente al Capitolio. «No es más que una idiota», dice Tarrio a ABC, desestimando el incidente. «Me estaba acosando». Enrique Tarrio, en la CPAC. david AlandeteNo hay disculpas, no hay señales de mesura. Tarrio, el hombre que cumplía una sentencia de casi 22 años por haber orquestado la incursión al Congreso, vuelve a desafiar los límites de la ley, sabiendo que, en este nuevo contexto, su papel de antagonista le otorga aún más relevancia. La fiscalía demostró que había intentado torpedear la democracia estadounidense. Según el que fue fiscal para el Distrito de Columbia, Matthew M. Graves: «Los líderes de los Proud Boys y de los Oath Keepers, quienes conspiraron antes, durante y después del asedio al Capitolio para usar la fuerza contra su propio gobierno y evitar la transferencia pacífica del poder, ahora han sido responsabilizados».Aunque no pisó Washington el 6 de enero, los fiscales demostraron que Tarrio fue el cerebro de la operación, el hombre que, desde la distancia, dirigió a sus seguidores en un ataque diseñado para impedir la certificación de la victoria de Biden. La justicia lo consideró una amenaza para la democracia. Trump, en cambio, lo ha convertido en un símbolo de resistencia.«Le debo la vida al presidente», dice Tarrio sobre el expresidente. «Haberla recuperado». Su lealtad a Trump es ahora inquebrantable. No disimula su gratitud, ni oculta su convencimiento de que su excarcelación es la prueba de que la historia le dará la razón. Noticia Relacionada estandar Si Trump ensalza a la extrema derecha entre la polémica nazi de Bannon David Alandete | corresponsal en washington El presidente de EE.UU. elogia a Santiago Abascal, líder de Vox, en medio de la bronca con los ultras franceses en la cumbre conservadora«Aún no he podido ponerme al día con todos sus decretos, pero seguramente lo esté haciendo muy bien, mejor de lo que esperamos», afirma con una sonrisa, disfrutando patentemente de su rehabilitación.Washington, la ciudad de la que fue expulsado tras quemar una bandera del movimiento racial Black Lives Matter, vuelve a ser su escenario. Avanza con paso firme entre los pasillos de este congreso CPAC , rodeado de seguidores y periodistas, posando para fotos, sonriendo tras sus gafas, estrechando manos como un candidato en una especie de campaña política. El cambio es evidente: antes un condenado por sedición, hoy un abanderado de la nueva ola trumpista . Cuando Trump hablaba desde el escenario, él sonreía, sin desprenderse de sus gafas de sol. A pocos metros de él, otra figura emblemática del 6 de enero: Stewart Rhodes , fundador de los Oath Keepers . Su condena, de 18 años, tampoco impidió su regreso. Los fiscales demostraron que Rhodes coordinó un plan armado para tomar el Capitolio, estableciendo depósitos de armas y desplegando a su milicia con equipo táctico. Aunque no ingresó al edificio, su rol como organizador de la revuelta fue clave para su condena. Rechaza hacer declaraciones, sólo posa para fotos con admiradores.Con su sombrero negro de fieltro y su parche en el ojo izquierdo, Rhodes no necesita presentación. Su imagen es icónica dentro del movimiento. Como Tarrio, ha sido indultado por Trump. Como Tarrio, su pasado criminal ha sido borrado por un solo gesto del expresidente. Y como Tarrio, vuelve a Washington sin temor, ni disculpas.El consenso sobre el 6 de enero ha estallado en pedazos. Lo que en 2021 fue a todas luces un acto de insurrección, hoy es celebrado por una parte del movimiento conservador como un acto de resistencia. Trump ha dado un golpe de efecto con sus indultos masivos, eliminando de un plumazo las condenas de más de 1.600 personas, entre ellas los rostros más visibles del asalto al Capitolio.Cinco muertos. Tres policías que se suicidaron tras los hechos. Más de 140 agentes heridos. Para muchos, el 6 de enero fue un ataque contra la democracia. Para los indultados, fue una gran operación del estado profundo para atraparles, algo que mantienen sin pruebas. Han pasado de ser criminales a figuras políticas , de fugitivos a símbolos de una causa que ha encontrado en Trump a su mayor benefactor. Niegan la insurrección. Niegan la violencia . Alegan que fueron víctimas de la persecución política, se venden como mártires de un sistema que, dicen, les quiso silenciar.Rechazan la etiqueta de extremistas. «Los Proud Boys hacemos a los hombres mejores. Mejores hermanos, mejores maridos, mejores vecinos, mejores hijos. Eso es todo», dice Tarrio con naturalidad. En la práctica, su grupo rechaza las políticas de diversidad, combate el feminismo y defiende un derecho irrestricto a la posesión de armas.Washington vuelve a ser su territorio. Esta vez, no con la sombra de una condena sobre sus cabezas, sino con la protección de Trump, que ha decidido devolverles este protagonismo, sacándoles de prisión. La historia del 6 de enero se ha reescrito, desde el Despacho Oval. Los insurrectos caminan libres, y en su versión de los hechos, no fueron ellos los atacantes. Fueron los perseguidos. Y ahora, según ellos, han ganado.

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