Las mujeres se han visto especialmente afectadas por las consecuencias del confinamiento con el que se ha afrontado la pandemia en gran parte de Latinoamérica.
Han pasado 25 años desde que 189 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) firmaron la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing con el objeto de adoptar medidas conjuntas que eliminen todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas y supriman las barreras sistemáticas que impiden su participación igualitaria en distintos ámbitos.
Este aniversario nos invita a reflexionar acerca de los logros que hemos obtenido a lo largo de todos estos años en materia de igualdad de género, pero por sobre todas las cosas nos interpela a trabajar por los desafíos que aún nos quedan pendientes, especialmente en un contexto de pandemia como el que estamos atravesando, que innegablemente ha acentuado las desigualdades que todavía persisten en la sociedad.
Las mujeres se han visto especialmente afectadas por las consecuencias del confinamiento con el que se ha afrontado la pandemia en gran parte de Latinoamérica. La cantidad de horas de tareas de cuidado no remuneradas a su cargo aumentaron exponencialmente, ocasionándoles graves perjuicios tanto a nivel económico como sanitario.
También la caída de la actividad productiva y la pérdida de puestos de trabajo las ha impactado de forma diferenciada, teniendo en cuenta que las mujeres presentan una menor participación laboral y gran parte de su trabajo se concentra en sectores vulnerables y de baja productividad, como el doméstico o de servicios de alojamiento y comida, los cuales han sufrido grandes pérdidas. A su vez, las mujeres son mayoría en los sistemas de salud de la región, lo que las pone en la primera línea de batalla contra el virus, estando permanentemente expuestas al contagio.
En este contexto, el rompimiento de los paradigmas culturales en donde los liderazgos son exclusivamente masculinos es uno de los mayores desafíos. Teniendo en cuenta que las mujeres son las principales afectadas por la pandemia, es aún más importante que sean ellas mismas quienes puedan alzar la voz y ocupar las posiciones de liderazgo y de toma de decisiones necesarias para ofrecer respuesta a la crisis que estamos viviendo.
Diferentes estudios han manifestado que aquellos países con mujeres a cargo han lidiado de forma más eficiente con la pandemia. Es que la visión de las mujeres es justa, necesaria y enriquecedora y hoy más que nunca aporta un valor agregado especial.
Este año, el movimiento feminista sufrió la muerte de Ruth Bader Ginsburg, jueza estadounidense que afirmaba que “las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones”, y no hay lugares ni momentos en los cuales no se tomen decisiones; por lo tanto, como concluye la cita de Ruth, “no debería ser que las mujeres sean la excepción".
Si bien es cierto que el camino recorrido hasta ahora ha sido extenso y virtuoso en muchos aspectos, sabemos que aún nos queda trabajo por delante. Y sabemos - principalmente - que somos las mujeres las que debemos liderarlo.