“Todos podríamos ser desarrolladores”, es la premisa del futuro de las empresas. Para aliviar la creciente escasez de talento digital, cualquier colaborador puede construir las aplicaciones que necesita, aun con pocos conocimientos tecnológicos.
La premisa del modelo de citizen developer, o “desarrollador ciudadano”, es que cualquier persona dentro de una organización puede desarrollar software. No hace falta ser parte de la gerencia de sistemas ni experto en tecnología: basta conocer lo que uno mismo hace en la empresa, acceder a las herramientas adecuadas y crear una aplicación para completar la tarea de manera más rápida, eficiente y carente de errores.
Este concepto surge de la necesidad. La aceleración de la transformación digital, que produjo enormes beneficios para las empresas, trajo también algunos nuevos desafíos.
Por un lado, un aumento exponencial de la demanda de soluciones tecnológicas por parte de todos los sectores de la organización. Esto “asfixió” a las áreas de IT (Information Technology, término que alude a las tecnologíasde la información y la comunicación), que no siempre pueden responder en tiempo, en forma o priorizando correctamente de acuerdo a la urgencia o a la necesidad del negocio.
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Por otra parte, la ya famosa escasez de talento digital, que hace que las empresas no puedan reforzar sus ya exigidos equipos.
El modelo de citizen developer viene a romper paradigmas y a resolver este cuello de botella. Apoyado en herramientas conocidas como low code (es decir, que requieren un bajo conocimiento de programación) o no code (sin ningún tipo de habilidad en codificación) se habilita a que un colaborador del área de ventas, de marketing, de operaciones o de cualquier otro sector de la organización construya las aplicaciones que necesita.
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La consultora de mercado especializada en tecnología Gartner estima que sólo el mercado de herramientas low-code experimentará un crecimiento de casi el 20% en 2023 en relación a lo ocurrido el año pasado.
También predice que para 2026 los desarrolladores fuera de los departamentos formales de IT representarán al menos el 80% de la base de usuarios de herramientasde bajo código, frente al 60% de 2021.
El modelo "citizen developer"
Este paradigma aporta notables beneficios: libera tiempo y recursos del área de IT para que se concentre en los desarrollos críticos y estratégicos, acelera la productividad, genera nuevos niveles de compromiso entre el personal (las personas se sienten partícipes directas de las iniciativas de innovación y transformación dentro de la organización) e incrementa los niveles de competencia digital de la empresa, que se vuelve más ágil para cubrir las exigencia de un entorno que cambia a gran velocidad.
Pero además, el hecho de que el propio usuario desarrolle sus aplicaciones incrementa la precisión: nadie sabe cómo se hace el trabajo mejor que la persona que lo realiza.
Sin embargo, el modelo de citizen developer no puede desplegarse en un ámbito de anarquía: para que tenga éxito, debe estar acompañado de otro concepto: el de gobernanza. Caso contrario, puede suceder que haya varias aplicaciones que hagan lo mismo, productos de software que no almacenen los datos en los repositorios centrales de la empresa o incluso algunas herramientas que dejen vulnerabilidades que puedan ser aprovechadas por ciberatacantes.En este punto se pone de relevancia la figura del socio tecnológico: determina cuáles son las herramientas adecuadas de desarrollo, las políticas a seguir y los estándares en materia de experiencia del usuario.
El modelo citizen developer democratiza el desarrollo de software en las empresas. Un buen socio tecnológico acompañando esta transformación es fundamental para sentar las bases de un buen gobierno.
* Director de Tecnología Global de Making Sense.