Las tres familias que fueron desalojadas el viernes del predio que habían tomado hace cuatro meses en el barrio Molina Punta están a la deriva. Tienen que volver a empezar de cero. Pero la situación más penosa es la de Susana y Miguel Tejeira, la pareja de no videntes que por su condición había recibido una promesa formal de las autoridades municipales: reubicación en un lugar seguro, donde edificar su futuro.
La casita de material que construyeron en el predio que usurparon en el Molina la tiraron abajo en medio del operativo de desalojo y los muebles de los Tejeira (que tienen dos hijos) fueron subidos a un camión. Ayer se las acomodaron adentro de una casilla de madera que montaron en medio del pastizal en el corazón profundo del Pirayuí. De Norte a Sur de a ciudad viajó la ilusión de la pareja y se estrelló contra la inmisericordia oficial.
El lugar donde los dejaron es un andurrial, sin servicios ni calles, apenas senderos en el campo. Lo peor es que planean cobrarle por el terreno: 500 pesos durante 20 años. Insólito, la Municipalidad actúa como una inmobiliaria. Los Tejeira que tienen una nena de 8 años y una beba de 9 meses cayeron en la carnicería, tal como lo definió al mercado inmobiliario el intendente Roberto Fabián Ríos. Así y todo están dispuestos a pagar.
Lo harán sin resignación, porque quieren ser propietarios, pero con una carga de bronca contenida porque los llevaron al monte, a un lugar inhóspito, impropio para una pareja de ciegos. Llegar hasta allí es una odisea, ayer NORTE de Corrientes lo comprobó cuando visitó a Susana y a Miguel que estaban descubriendo su nuevo hogar. Para que salgamos de nuestra casita nos prometieron muchas cosas, que nos iban a dar una vivienda con piso y supusimos que tendría lo mínimo.
Cuando llegamos acá mi mamá me empezó a contar lo que realmente era: el pasto alto estaba adentro del módulo de madera (de 6 metros de largo por 3,50 de ancho) que no tenía contrapiso, tampoco agua, ni luz, contó la mujer, quien remarcó que luego de bajar las casas del camión los funcionarios de la Comuna desaparecieron.
Nuestros familiares nos ayudaron a limpiar y poner las cosas adentro como pudimos, continuó el relato Susana, quien con su hija de nueve meses en brazos insiste en que lo que hicieron con ellos es abandono de persona. No sabemos si creen que porque somos no videntes no vamos a reclamar, pero esto no puede ser porque somos personas y tenemos dos hijas, una de ocho años y una beba de nueve meses, dijo Miguel, quien destacó que el lunes irá a la Justicia para hacer sentir su caso.
La situación de la familia Tejeira es límite, sólo reciben ayuda de sus familiares y amigos que van tratando entre todos de resolver los problemas más urgentes.