La extraña y siempre ocurrente dinámica de las campañas electorales, potenciadas por los medios electrónicos y redes sociales en el inicio de la tercera década del siglo XXI, evidencia aún más la irrealidad que vemos en las clases dirigentes que gobiernan y a administran el erario público. En nuestro caso, el de Corrientes.
La semana que dejamos atrás abrió lo que será una larga temporada de visitas de funcionarios nacionales y dirigentes de diferentes extracciones políticas. Algo sobre lo que no vale expresarse en términos de bueno o malo, sino interesante que Corrientes pueda obtener algo concreto de esas visitas. Planes, programas de desarrollo, medidas y sobre todo acciones que impulsen la alicaída realidad de nuestra provincia, por no ser más duro y decir, estancada en el tiempo.
Como ciudadanos abrigamos esa esperanza en medio de muchos años de situaciones similares durante procesos electorales, queremos creer que habrá algún atisbo esperanzador en toda esa maquinaria puesta en exhibir lo que se está haciendo y lo que se hará.
Sin embargo, la mayoría de las veces vemos cómo se agotan esas esperanzas y buenas intenciones en la mera maquinaria propagandística.
Es allí donde debemos expresarnos como ciudadanos, incomodarnos y salir del lugar de espectadores en que muchas veces nos pone la clase dirigente. Ser partícipe de los procesos de cambio.
Sacar de Corrientes la idea de que el progreso está solamente en las fotografías marcketineras de los procesos electorales.
Esto, además, consolidará a las instituciones democráticas en nuestra querida provincia.
Corrientes necesita urgentes medidas que la saquen de la oscuridad en la que se encuentra con casi el 50% de su población en la pobreza. Golpeada mucho más, como el resto del país por la pandemia y el detenimiento de la economía.
Pero lamentablemente asistimos a la realidad y la debemos contar. A esas expresiones de deseos y esperanza contrastamos a modo de ejemplo, la cuestión sanitaria y su falta de gestión, de protocolos para el regreso de docentes y alumnos a las escuelas en modo presencia en poco más de una semana.
Entonces. A nuestros dirigentes que, así como atienden sus cuestiones partidarias y esmero en exhibir las mejores fotos o spots de propaganda política, atiendan con seriedad la realidad incontrastable que nos golpea diariamente.
En pocas semanas más deberemos hacer frente al aumento de un servicio esencial en plena pandemia: aumentará la facturación en el servicio de energía eléctrica. Y otra vez. Casi el 50% de la población es pobre, de ese porcentaje un 40% depende de manera directa de los salarios de la administración pública y el resto se reparte en trabajadores de comercio y empleo informal como ser cuentapropistas. ¿Están en condiciones de seguir enfrentando subas en servicios esenciales?
No nos quedemos en la foto del desarrollo y progreso como eternas promesas de un futuro que siempre parece cerca pero inalcanzable.
Hay que empezar a modificar la realidad correntina de manera urgente.