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Elecciones en Estados Unidos | Trump está desatado

Mítines en los estados indecisos que pueden volcar el resultado hacia uno u otro bando (Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Georgia, Arizona, Nevada, Carolina del Norte), un viaje a la frontera sur para analizar el fenómeno de la inmigración, el análisis de los problemas económicos y de seguridad en la primer potencia del mundo... Faltan dos semanas para la cita electoral por antonomasia en Estados Unidos y republicanos y demócratas redoblan sus esfuerzos para movilizar al electorado. El cuaderno de campaña de Javier Ansorena , corresponsal en Nueva York, y David Alandete , corresponsal en Washington, acompañará al lector durante la recta final de esta apasionante campaña.21 de octubre de 2024Javier Ansorena Corresponsal en Nueva York De la persuasión a la movilizaciónOtra mañana en una oficina local del Partido Demócrata en Carolina del Norte. Por la ventana, los empleados y los voluntarios han visto la vegetación de esta parte de los Apalaches cubierta de nieve a comienzos de año, florecida y reverdecida en primavera, inundada de luz en un verano de convenciones, atentados y renuncias. «Diez y doce horas al día aquí», dice una de las voluntarias. Las hojas ahora amarillean, la señal más clara de que se acerca la cita con las urnas. La elección coincide con el momento en el que el otoño explota en los bosques como un espectáculo pirotécnico.Una trabajadora de la campaña, Meredith, instruye a un voluntario, James, sobre la actividad de ese día. Estamos a las afueras de Asheville, la ciudad más afectada por el huracán hace tres semanas, todavía recuperándose de la tragedia humana -más de cuarenta muertos en este condado- y material. Es el primer día desde el huracán en el que irán a tocar puertas de votantes desde la catástrofe. Por respeto, no van a las zonas más afectadas . No es el momento de hablar de Kamala a alguien que ha perdido a un ser querido o su negocio.«Ya no tratamos de convencer, nos centramos en que vayan a votar»Este es el primer trabajo de Meredith, que acaba de graduarse en la universidad. Y la primera dedicación de James como jubilado. «Ya no tratamos de convencer, nos centramos en que vayan a votar», explica la joven. El voluntario sale a la calle con una aplicación en su móvil que le lleva a casas de votantes registrados como demócratas, Con un mensaje claro: la urgencia de ir a votar, a ser posible de forma anticipada . «Otra razón de no ir a casas de republicanos es para no ayudarles a recordar que ya se puede votar».Desde el comienzo de la elección, las campañas saben que se decidirá por dos elementos: convencer a los indecisos y movilizar a las bases. « La fase de persuasión ha acabado, estamos en la de movilización »; dice alguien en la oficina.Una votante demócrata en un mitin electoral en Nebraska REUTERSLas encuestas muestran que la gran mayoría de EE.UU. tienen su voto decidido. Da igual que Trump dé vueltas a hamburguesas o que Kamala cante en una iglesia negra, el retrato está hecho... Solo entre el 3% y el 5% se declara indeciso. Con la carrera muy empatada, pueden ser decisivos. Pero los demócratas creen que sale más a cuenta poner los esfuerzos en llevar a los suyos a las urnas. Faltan dos semanas para saber si será suficiente para ganar.David Alandete Corresponsal en Washington Trump está desatadoRaro, extravagante, fuera de lo común. Así define la Real Academia la palabra «bizarro». Y, pocas veces esa descripción ha sido más apropiada que para la campaña de Donald Trump en 2024. Se le ve feliz, pletórico. Lo mismo se pone un delantal de McDonald\'s para freír patatas, como hizo este domingo en Pensilvania, que interrumpe un mitin para bailar el «YMCA», o suelta una anécdota irrelevante sobre lo bien dotado que estaba el legendario golfista Arnold Palmer , fallecido en 2016.Donald Trump, atendiendo en una ventanilla de McDonald\'s en Pensilvania REUTERSEn resumen, Trump está en su elemento, confiado, sin filtros . Si quiere cantar, canta; si quiere bailar, baila. No se guarda una sola broma. El sábado, en Pensilvania, dejó de leer el teleprompter y soltó, con una sonrisa pilla: «Como vicepresidenta, Kamala es una mierda». Para quienes hemos seguido de cerca su trayectoria, desde los platós de telerrealidad hasta el Despacho Oval, este Trump en campaña es ciertamente llamativo. Decir que durante su presidencia era infeliz sería caer en la psicología amateur, pero está claro que no era la misma persona que vemos hoy . Aquellos fueron cuatro años de calvario: la investigación de la trama rusa, dos «impeachments», la derrota en las elecciones de mitad de mandato en 2018, la pérdida del control del Capitolio, una sucesión interminable de filtraciones y despidos, y, finalmente, su caída en 2020, acompañada de falsas denuncias de fraude y una insurrección fallida. Trump ha renacido y ahora ha recortado distancias con HarrisTrump parecía atraer siempre sobre sí una nube oscura en Washington, sus comparecencias públicas eran un torrente de reproches. Llegaba siempre con su capote negro, su larga corbata roja, cara de enfado. Se decía acosado : por los medios, por los demócratas, por los jueces. Cada despido -de jefes de gabinete, asesores de seguridad nacional, ministros y generales-era traumático, seguido de filtraciones que revelaban más caos interno.Pero, tras la insurrección y las múltiples imputaciones, Trump ha renacido . Estados Unidos es, como dicen, un país de segundas oportunidades, y la carrera política de Trump está teniendo la suya. Pese a haber sido marginado tras el asalto al Capitolio, e incluso habiendo evitado participar en la transición de poderes, Trump, a sus 78 años, ha demostrado que aún tiene energía para continuar, incluso después de haber sobrevivido a dos intentos de asesinato.Este Trump, lejos del líder superado por los desafíos de su presidencia, parece haber conquistado nuevamente a una parte del electorado. Ha recortado la ventaja que le sacaba Kamala Harris en verano, y las encuestas lo sitúan de nuevo en posición de ganar. Ese impulso se refleja en su renovada confianza en la campaña, y una sonrisa que no se le borra.La duda es qué impulsa realmente su campa ña . Sus detractores hablan de venganza, de ajustar cuentas pendientes. Sus seguidores, en cambio, aseguran que busca terminar el trabajo que dejó inconcluso. Lo cierto es que Trump parece estar más cómodo saludando desde la ventanilla de un McDonald\'s después de freír patatas que discutiendo sobre aranceles, alianzas militares o políticas sobre el aborto.

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