El doctor Gabriel Saade dispuso la protección de un adulto mayor no vidente y en estado de indigencia. Además de internarlo en un geriátrico por 120 días para asegurarle comida y salud, en tanto el municipio construye una habitación para él, el magistrado le explicó quien lo ayudará con el cobro de su pensión y ordenó que sus perros no quedaran abandonados.
El titular del Juzgado Civil y Comercial N° 2, doctor Gabriel Saade, adoptó una serie de medidas cautelares para cuidar a un adulto mayor vulnerable por su edad, por su condición de no vidente y por el extremo grado de indigencia en el que se encontraba. Aunque se constató que era beneficiario de Anses y Pami, su discapacidad no le permitía defenderse de quienes ingresaban al rancho en el que vivía y le quitaban dinero y sus pocas pertenencias.
“A., soy el juez Gabriel Saade, que te visitó cuando llegó a mi conocimiento tu situación personal de que no podes ver, vivís en un rancho con techo, con agujeros y paredes con grietas, piso de barro, sin baño ni los servicios mínimos indispensables, expuesto continuamente al frío y lluvia, en medio de artículos viejos perjudiciales para tu salud” le explicó el magistrado al hombre. “Desde el momento que te conocí, dispuse varias medidas para conocer qué cosas podía ofrecer el Estado a través de sus organismos como el PAMI, la Municipalidad de Goya y el Instituto Provincial de la Vivienda, para mejorar tu casa, asistirte en tu salud con médicos y remedios, con comidas, entre otras cosas. Hoy tengo que decirte que lamentablemente el Estado no posee un programa que mejore tu vivienda acorde a tu condición de una persona que no ve y vive solo, pero el Municipio te ofrece hacerte el baño, darte chapa, materiales y un corte de rancho, el PAMI pagar a una sola persona que te acompañe y abonarle un máximo $ 8.500 mensuales, tus medicamentos y farmacia y el beneficio mensual del bolsón”, agregó.
Le relató que la sugerencia del PAMI y de la Municipalidad -a través de la Secretaria de Desarrollo Humano- era que residiera permanentemente en un geriátrico, “pero mi decisión es que lo hagas por un tiempo, en principio, por 120 días para que conozcas el lugar y su atención, después podrás volver a tu casa solo si el señor C. (el vecino que te ayuda) o tu sobrina consiguen alguien para que te acompañe todo el día y no te dejen solo”.
El doctor Saade expresó a A. los motivos por los que era importante que su vivienda contara con un baño adecuado, un techo y paredes para que no se mojara o enfriara y le habló de su seguridad: “Ahora no estás seguro porque ingresan personas que sólo les interesa sacarte lo que tenes, aprovechando que vivís solo. Tu vida continuamente está en peligro y además podes hacerte daño al moverte de un lugar a otro sin ver los obstáculos que están en tu camino. Mi deber es cuidarte. (…) El tiempo que estés en el hogar residencial te van a dar comida calentita y suficiente abrigo”.
Para finalizar, le hizo saber que recibiría visitas tanto de su sobrina –de quien se había distanciado- y que su vecino cuidaría de sus perros y sus cosas. “En ese tiempo el municipio va a hacer algunas mejoras en tu casa y te informarán sobre eso. Por ultimo te quiero hacer saber que si no estás de acuerdo con mi decisión, tenes a tu defensor técnico el Dr. Balestra que puede pedir que otros jueces revisen lo que resolví y puedan cambiarlo.”
Entre las restantes decisiones tomadas, el doctor Saade pidió a la Agencia Pami de esa ciudad y/o a la Secretaría de Desarrollo Social para que arbitren las medidas necesarias para que profesionales prestadores de salud controlen periódicamente el estado su salud física y mental. Consideró pertinente poner de resalto la responsabilidad actual de los organismos del Estado Nacional (en el caso el PAMI – Programa de Atención Médica Integral del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados-), en ampliar sus programas o prestaciones asistenciales, contemplando además de los que ofrece actualmente, la posibilidad de crear otros programas inclusivos especialmente para adultos mayores no videntes, tanto de aprendizaje como de comunicación como el “braille” por ejemplo, que faciliten y permitan mayor autonomía e independencia e inclusión social, mediante clases continuas y progresivas con profesores especializados. También, programas que posibiliten su traslado autónomo e independiente mediante la utilización de bastones o con animales (lazarillos), para conducirse por ejemplo.
Ordenó a la hermana (que no vive en la ciudad) y la sobrina en su carácter de familiares que mantengan comunicación y visitas periódicas. Y al vecino, designado provisoriamente como “apoyo”, le solicitó que continúe siendo de ayuda por la confianza que A. le inspiraba. Además le pidió que mantuviera limpio y cuidado el espacio, que realizara un inventario de sus bienes y que consulte con A. respecto de cuál es su voluntad sobre los mismos. En relación a sus perros, que el doctor Saade notó especialmente el afecto que A. les tenía y era retribuido, le encargó que consiga nuevos responsables del cuidado y no quedaran en estado de abandono.
Al municipio le pidió construyeran una vivienda con mínimas condiciones habitacionales que permitan los recursos presupuestarios, humanos, técnicos, profesionales, materiales y programas vigentes para asistir a personas en condiciones de vulnerabilidad por su pobreza, y un baño que contemplara su condición de discapacidad visual.