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Entre Daesh y los rebeldes, EE.UU. busca evitar que Siria se convierta en un polvorín islamista

Siria vivía el lunes los primeros pasos de la transición del régimen de Bashar al Assad a un nuevo Gobierno lleno de incertidumbres, pero con el protagonismo de la Organización para la Liberación del Levante (HTS), el grupo insurgente que se ha llevado por delante a la dictadura siria. El líder de HTS, Ahmed Al Sharaa (Mohammed Al Jolani es su nombre de guerra) tuvo un encuentro con el que era primer ministro de Assad hasta su derrocamiento, Mohammada Ghzi Al-Jalali, para «coordinar el traspaso de poder de una forma que asegure la provisión de servicios al pueblo de Siria», dijeron los rebeldes.Es uno de los gestos conciliadores que Al Sharaa ha mostrado desde la toma de Damasco, incluidos compromisos a respetar las diferentes minorías religiosas y étnicas de Siria. La Organización para la Liberación de Levante anunció también una «amnistía general» para todo el personal militar reclutado de forma obligatoria. «Sus vidas están a salvo y nadie debe atacarlos», aseguró el grupo en un comunicado.Los primeros movimientos de los rebeldes que ahora controlan Damasco son observados con una mezcla de cautela, incertidumbre, temor y optimismo desde el exterior. Siria es un núcleo de inestabilidad en el que se mezclan grupos afiliados a Irán, el intervencionismo de Rusia, terroristas del Estado Islámico -el llamado Daesh-, fuerzas kurdas que combaten a estos últimos, grupos impulsados por Turquía que combaten a los kurdos o el victorioso HTS, un grupo islámico salido de Al-Qaeda.Noticia Relacionada estandar Si Disparos al aire y júbilo en Damasco: «¡Somos libres de los Assad!» Mikel Ayestaran La nueva Siria arranca con un gobierno interino que busca la unidad nacionalEn este contexto, EE.UU. se apresura a tratar de que el ansiado derrocamiento de Asad no haga bueno el dicho de \'lo malo conocido\'. El domingo, Joe Biden reaccionó a la caída del dictador con un discurso en la Casa Blanca en el que reconocía que la victoria rebelde es, a la vez, una «oportunidad histórica» y un momento de «riesgo e incertidumbre».El presidente de EE.UU. anunció que la primera potencia mundial trabajará con sus «socios y partes interesadas en Siria para ayudarles a aprovechar la oportunidad y gestionar los riesgos».Alto el fuego en GazaDe momento, Biden ha despachado a su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, a la región. Sullivan visitará esta semana Israel, donde, según su portavoz, discutirá con las autoridades del país aliado los «esfuerzos para llegar a un acuerdo de liberación de rehenes y alto el fuego en Gaza , los últimos acontecimientos en Siria y asuntos sobre Líbano e Irán».EE.UU. se juega mucho en la nueva configuración de poderes en Siria : evitar una mayor desestabilización de Oriente Medio en medio de los conflictos -Gaza, Líbano, grupos afiliados a Irán en toda la región- agitados en el último año; impedir un fortalecimiento del Estado Islámico, que podría aprovechar la posibilidad de un vacío de poder tras la salida de Asad; y expulsar a Irán de uno de sus territorios de influencia.El presidente de EE.UU. esta semana AFPLa prioridad inmediata ha sido dejar claro a Daesh que no le permitirá aprovechar el cambio de régimen. A la vez que Biden hablaba, el ejército de EE.UU., con un contingente de casi mil soldados en territorio sirio dedicados a combatir a los islamistas radicales, atacaba 75 objetivos de Daesh.«No permitiremos que Daesh se reconstituya y se aproveche de la actual situación en Siria», declaró el general Michael Kurilla, máximo responsable del Comando Central de EE.UU., con mando en Oriente Medio. «Todas las organizaciones de Siria deben saber que les haremos responder por ello si se asocian o apoyan al Estado Islámico».EE.UU. ya ha tratado de evitar que HTS se aliara con Daesh en su campaña victoriosa y rápida contra Damasco. Según \'The New York Times\', los estadounidenses enviaron mensajes en este sentido a los rebeldes a través de Turquía . Y HTS aseguró que no contarían con el Estado Islámico.Una cuestión principal para Washington es qué relación establecer con HTS y su líder, Al Sharaa. La organización sigue estando incluida en la lista de grupos terroristas del Departamento de Estado y sobre el dirigente todavía pesa una recompensa de diez millones de dólares. Y, pese a los gestos de Al Sharaa, se le considera un grupo islamista radical. Ahora Biden tiene que decidir si reconoce al nuevo Gobierno, qué tipo de cooperación -humanitaria, política- le ofrece y cómo se garantiza que el derrocamiento de Asad no azuza el polvorín islamista que es Siria.«Línea roja en la arena»La respuesta es una incógnita porque la Administración Biden parece haber sido pillada por sorpresa con la victoria de HTS. Sus prioridades han estado muy lejos en los últimos años del complicado puzle que es Siria, con la atención y las ayudas multimillonarias centradas en la guerras de Ucrania, Gaza y Líbano. La implicación del Gobierno de Barack Obama -apoyo decidido al ejército opositor a Asad, la famosa «línea roja en la arena» sobre armas químicas con la que no cumplió- dio paso a posiciones de Donald Trump -a pesar de que lanzó misiles contra Asad en 2017 por uso de armas químicas-. A Biden Siria se le ha quedado en un plano alejado.«La política sobre Siria de EE.UU. en la última década -tolerar a Asad y a sus patrones iraníes, centrarse al máximo en el Estado Islámico, proporcionar ayuda humanitaria pero no dar ayuda política o militar a la oposición, el apoyo sinfín a los kurdos- ha colapsado», ha escrito Rich Outzen, analista sobre Oriente Medio del \'think tank\' Atlantic Council. «Washington y Jerusalén necesitan construir un enfoque coherente y constructivo sobre el nuevo Gobierno en Damasco».Una oportunidad para TrumpEso corresponderá, ante todo, a Trump. El presidente-electo llegará a la Casa Blanca en seis semanas y heredará una situación volátil. Trump ha dejado clara su posición nada más producirse el derrocamiento de Asad: EE.UU. debe mantenerse alejado de la situación. «Esta no es nuestra guerra», escribió en su red social, una posición muy popular en EE.UU., sobre todo después de décadas de conflictos interminables en Oriente Medio.En su primer mandato, Trump intentó cortar la implicación de EE.UU. en Siria . Acabó con el programa encubierto de la CIA para financiar a la oposición a Al Assad y amagó con sacar las tropas estadounidenses. Su instinto y sus promesas de una política exterior de \'América primero\' le animan a tomar el mismo camino. Pero es innegable que el cambio de régimen puede suponer para él también una oportunidad: debilitar a Irán y hacer historia con un proceso de paz en Oriente Próximo con la base de los Acuerdos de Abraham -normalización de relaciones de Israel con países islámicos- que logró en el final de su primer mandato.

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