La epidemia zombie que desde hace años escala en la realidad mundial muestra a las claras que hay una nueva seducción totalitaria organizada por los poderes del Capitalismo. El zombie se presenta como deshistorizado, sin legados ni herencias políticas y entregado a una lógica inédita en la vida política: no me importa destruirme si logro destruir todo aquello que odio. Lo que cualquier Instagram o Tik Tok puede ejemplificar.
En este aspecto, el lazo entre capitalismo y democracia se va disolviendo progresivamente y se preparan situaciones de tránsito donde se ensayarán distintas modalidades de terror represivo. No solo el terror vertical organizado desde el Estado, sino otro más novedoso, caótico, radial, que se irá extendiendo por el tejido social. La duración de este proceso siniestro no puede predecirse, pero sí se puede asegurar que en política, a partir de ahora, no van más las líneas difusas o ambivalentes.
Los actores políticos, mediáticos, intelectuales, empresariales, pagarán con su honor la infamia a la que por distintas razones se han entregado. No están eligiendo y apoyando una opción de derechas liberal, aunque lo intenten ocultar con su máscara cínica están directamente comprometidos con la avanzada del nuevo fascismo neoliberal sobre el planeta.
Estan preparando una guerra social de la cual no conocen los límites, pero sí se imaginan como siempre siendo los vencedores.
Lo que parecen no poder imaginar es lo que puede surgir de esta nueva mezcla de locura, caos, dolor y muerte.
Sueñan con que los derrotados y el mundo zombie presentará finalmente un mundo de consenso y tranquilidad. Pero es un sueño que dura segundos, lo que ha comenzado con locura y muerte no es más que el antecedente del terror futuro. Esta vez no solo destruirán a los precarios y subalternos, el horror caerá también como una lluvia sobre ellos. Y ésto los poderes también lo saben, por ello el escenario apocalíptico de las guerras es por lo menos una posibilidad cierta.
Los que de verdad deseen intentar poner un límite a esta distopía imbécil deben munirse de coherencia y coraje para tener la autoridad suficiente de dar por finalizados el juego de las internas que alimentan el enemigo y los negocios.
¿Quiénes son los verdaderos enemigos del Pueblo? La respuesta a esta pregunta merece a aquellos dirigentes que sean capaces de mostrar aquellos lugares del infierno que todavía no forman parte del mismo y allí se instalen sin ceder a la situación.