En medio de un panorama donde nadie parece escuchar al otro, donde en lugar de adversarios vemos enemigos ¿tan extraño nos resulta el ejemplo de Perón y Balbín? ¿Es imposible imaginar un camino de diálogo como el que ellos transitaron?
En septiembre de 1970, desde España, Juan Domingo Perón envió a Ricardo Balbín una carta que decía: “Juntos y solidariamente unidos no habrá fuerza política en el país que pueda con nosotros y ya que los demás no parecen inclinados a dar soluciones, busquémoslas entre nosotros…, ello sería una solución para la Patria y para el Pueblo Argentino”. Dos años después, el 17 de noviembre de 1972, Perón volvió al país tras 17 años de exilio. Por esos días, la voluntad de diálogo, de construir soluciones y fomentar la unidad nacional que expresaban ambos líderes quedó retratada en una imagen: un abrazo y un apretón de manos entre Balbín y Perón.
Argentina estaba bajo un régimen militar y había un llamado a elecciones en el horizonte cercano. La delicada coyuntura socioeconómica e institucional del país hizo que estos hombres parados en veredas opuestas, adversarios y contrincantes electorales, se acercaran en pos del bienestar de la patria. “El que gana gobierna y el que pierde ayuda”, dijo Balbín en el cierre de la campaña para las elecciones de marzo de 1973.
Ante la muerte de Perón, el 1º de julio de 1974, fue Balbín quien pronunció un emotivo discurso de despedida “No sería leal si no dijera que vengo en nombre de mis viejas luchas (…) y por haber sido leal a la causa de la vieja lucha fui recibido con confianza en la escena oficial que presidía el Presidente muerto”… “este viejo adversario despide a un amigo”.
Vemos a la distancia, cómo en los momentos más difíciles, los verdaderos líderes de la época intentaron zanjar diferencias, acercar posiciones y dejar de lado viejas inquinas para estar a la altura de las graves circunstancias. Hoy, con la democracia consolidada, en un largo ejercicio ininterrumpido desde hace casi 40 años, nos abruman los interrogantes. En medio de un panorama donde nadie parece escuchar al otro, donde en lugar de adversarios vemos enemigos ¿tan extraño nos resulta el ejemplo de Perón y Balbín? ¿Es imposible imaginar un camino de diálogo como el que ellos transitaron?
La situación que atravesamos en la Provincia y en el país es grave, muy grave. La pobreza, el desempleo, la falta de confianza en las instituciones, el delito, la pandemia y su cuarentena amenazan con arrasar con todo. Estamos en caída libre, pero sabemos bien que de las crisis no se sale a empujones y codazos.
Más allá de viejas rencillas y rencores; más allá de estar distanciados por tener una mirada distinta de las cosas, es tiempo construir, tender puentes y limar asperezas. Es en la discusión y el intercambio donde pueden surgir las mejores soluciones, opciones y alternativas para hacer frente a esta crisis de la que es muy difícil escapar.
Hoy es tiempo de llegar a amplios acuerdos, lograr aquella unidad nacional que impulsaron dos grandes líderes de nuestra política y que nunca pudieron materializar en la gestión de gobierno, el tiempo no les alcanzó. Tomemos su ejemplo de grandeza y usemos estos días para concretar lo que iniciaron con aquel abrazo histórico.
Es tiempo de trabajar juntos, de estar unidos como lo hicieron Perón y Balbín en 1972. Podemos hacerlo, vale la pena, es nuestro país, nuestro presente, nuestro futuro. Debemos hacerlo, por nuestros hijos, nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros amigos, nuestros vecinos.
Podemos y debemos. El tiempo es ahora.