Política

Estafa, violencia y asociación ilícita, los sellos de Martínez Rojas

Crédito: 88263

La vida del correntino está marcada por los delitos que fue cometiendo. Soberbio y ostentoso, ¿cómo es la historia del empresario detenido en Miami?





Apenas cinco meses habían pasado desde que Mariano Martínez Rojas se anunciaba como el “salvador” de los medios de Sergio Spolzky y Matías Garfunkel cuando irrumpió en la planta de Radio América para cortar la transmisión. Atrás había quedado la imagen de empresario impoluto que quería dar: vestido con las principales marcas, mostrándose en un jet privado, o hablando con modales que pretendían mostrarlo educado. Un mes después de ese incidente, el empresario correntino entró a las patadas y acompañado de una patota, en la redacción de Tiempo Argentino. Fue la madrugada del 5 de julio cuando ingresó con una campera con capucha y destrozó el lugar, que se mantenía con el esfuerzo y aporte de periodistas, colegas y particulares.

 

Esos hechos le valieron dos causas de las causas judiciales que acumula ahora y mostraron una constante en su vida: las denuncias en su contra, desde sus negocios a su vida privada. Violencia y amenazas definen su pasado y marcan su futuro.

 

En agosto pasado tras conocerse el pedido de detención del juez Gustavo Meirovich, en la causa que más lo compromete, la que lo involucra en una asociación ilícita, Martínez Rojas provocaba desde Miami. Daba entrevistas y subía fotos a su cuenta de Instagram. Mostraba lujo: llaves de autos de alta gama, aviones privados, velocímetros, y paisajes imponentes. Incluso publicó una foto con la leyenda: "agarrame si podes", en inglés, en un claro desafío a las autoridades locales.

 

Después renovó la apuesta y comenzó a señalar que había funcionarios implicados. Aseguraba que "no eran cómplices, eran socios", lo que por estas horas alimenta las sospechas de que podría elegir entrar al Programa de Protección de Arrepentidos, en caso de llegar a Argentina y conseguir un acuerdo con el fiscal.

 

Lejos de la imagen que vendía en enero de 2016, cuando concretó su desembarcó porteño, Martínez Rojas ya había dejado su rastro de estafador en Corrientes, su provincia natal. Allí había estafado a dueños de concesionarias de autos de lujos. Les pagó con cheques que fueron librados por la empresa Grupo Norte, que fundó con su padre, su esposa y su hermano. En una maniobra turbia, la empresa fue vendida a su hermano, que es discapacitado, por lo que no se responsabilizó por los cheques sin fondos que entregó el ahora detenido empresario.

 

El modus operandi de entregar cheques sin fondos también lo hizo al llegar a Buenos Aires, donde hasta amenazó a los dueños de una joyería de Patio Bullrich, a los que también les exigió más joyas que las que había comprado.

 

El marido de una de las trillizas de Oro, al que le compró un caballo de polo, habría sido otra de sus víctimas y la familia siempre sospechó que detrás de un violento robo que sufrieron en su casa de un country de General Rodríguez también estaba Martínez Rojas.

 

Los problemas habitacionales fueron otros de los que enfrentó por sus desmanejos y actitudes altaneras. Dejó deudas en todos los lugares que vivió y alquiló para oficinas. En Museo Renault y Torre Gelly no pagó alquileres ni expensas.

 

Martínez Rojas no sólo tuvo gastos caros sino que intentó comprar prestigio. Vivir en la zona de San Martín de Tours y mandar a sus hijos a uno de los colegios más tradicionales de Belgrano, fueron algunos de sus caprichos.

 

Lejos de eso, desde el viernes duerme en una celda de Miami y su futuro podría comenzar a conocerse mañana. Será luego de que las autoridades judiciales estadounidenses comuniquen oficialmente a las argentinas que lo tienen tras las rejas. Deportación y extradición son las opciones que se barajan y distan del glamour que quiso imprimir a su vida en sus 39 años.

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