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¿Estamos a las puertas de la Tercera Guerra Mundial?

La brusca aceleración, cuantitativa y cualitativa, de las operaciones en el teatro ucraniano tras la victoria de Trump es un hecho incuestionable. Cuantitativamente, en el marco de una robusta campaña de bombardeos recíprocos con misiles y drones, contra infraestructuras energéticas los rusos y contra objetivos logísticos los ucranianos, los combates más calientes se desarrollan en el \' oblast\' de Donetsk (Ucrania) y en el de Kursk (Rusia). En el primero, los mayores esfuerzos rusos se dirigen a la ganancia de terreno. En el segundo, los ucranianos batallan por la conservación del terreno que ocuparon tras su incursión del 6 de agosto, del cual ya han sido desalojados en cerca de un 50%. Sin entrar, que no es poco aparcar, en el envío a Ucrania de minas antipersonal, prohibidas por el Tratado de Ottawa, del que Kiev es firmante, el aceleramiento cualitativo proviene de la autorización de Biden a Zelenski para lanzar contra territorio ruso (Kursk) misiles de alcance entre 250-300 kms. Un elemental análisis revela que tanto los ATACMS norteamericanos (tierra-tierra), como los Storm Shadow (SCALP en su versión francesa) fabricados en Reino Unido con tecnología norteamericana, y que son lanzados desde plataformas aéreas, necesitarían, entre otros, de complicadas adaptaciones mecánicas e integraciones de software que quedan bien lejos de los medios y las capacidades tecnológicas ucranianas. Entonces ¿a quién pertenecen los aviones y las tripulaciones que han lanzado los Storm Shadow? Uno sospecha que, forzosamente, ha existido una intervención directa de medios militares y técnicos norteamericanos y, tal vez, británicos y franceses en los lanzamientos hasta ahora realizados. La represalia rusa ha sido el lanzamiento de un nuevo misil hipersónico de alcance intermedio (IRBM), denominado \'Oreshnik\'. Vehículo con reentrada múltiple e independiente (MIRV) de hasta seis ojivas (que hubieran podido ser nucleares).Noticia Relacionada estandar Si El gobernador de la región rusa de Kursk denuncia un «ataque masivo» de Ucrania con misiles occidentales Rafael M. Mañueco | Corresponsal en Moscú Soldados rusos capturan en Kursk a un exmilitar británico que, al parecer, había venido prestando sus servicios en el seno del Ejército ucranianoAunque inerte, tal misil, impactando en una fábrica de armamento en Dnipropetrovsk, materializó un ataque demostrativo de nuevas capacidades rusas de teatro, portando un mensaje dual: de respuesta mínima a los lanzamientos de Kiev; y de disuasión nuclear a la OTAN . Fue, en definitiva, una respuesta comedidamente escalatoria, cuya finalidad última bien podría ser ganar tiempo hasta que se produzca el relevo en la presidencia de EE. UU.Desbordar el conflictoLa tensión en Occidente crece al compás del riesgo de desbordamiento del conflicto en Ucrania que, aunque afectara a todo el mundo, se desarrollaría particularmente en Europa. En nuestro continente, el nivel de sobresalto y temor es inversamente proporcional a la distancia que se esté de las fronteras rusas. Por ejemplo, la inquietud es máxima en los países escandinavos, donde el precio del m2 de los búnkeres antinucleares superaría incluso al de los casoplones de La Moraleja madrileña.Asimismo, el miedo a Rusia es máximo en los países bálticos, Polonia y varios de los estados que son fronterizos con Rusia . El temor parece menor en el occidente europeo. En España, en concreto, enredados en el caso Aldama-Sánchez y en el del remolón fiscal general del Estado -lances que, probablemente, no sean culpa de Trump-, nos consideramos, infundadamente, fuera de alcance de los misiles rusos. De todo ese maremágnum, lo más cierto es que Biden, ya descaradamente mermado de capacidades cognitivas, y quizás por aquello de «para lo que me queda en el convento…», está haciendo ahora lo que no se atrevió a ejecutar antes. Y, con ello, nos encaminaría hacia un conflicto global. El magnate Trump, hombre de negocios, ha prometido acabar pronto con la guerra. Supuestamente, se referirá a la de las armas no a la económica en general que, probablemente, se profundizará con, entre otros, el reforzamiento industrial, la imposición de aranceles y medidas insufriblemente proteccionistas. Nada nuevo. Sería el regreso al aislacionismo, en línea con el discurso de despedida de George Washington (Mensaje del Adiós), de septiembre de 1796. Claro que, hasta el 20 de enero próximo, fecha de la toma de posesión de Trump, faltan todavía casi dos meses. Un periodo de tiempo que De Gaulle , en términos políticos, calificaría como «la eternidad». Lapso en el que podrían pasar muchas cosas. Baste recordar, por ejemplo, cómo, durante la campaña electoral, hubo dos intentos de atentado conocidos contra el ahora presidente electo. ¿Estamos a las puertas de la III Guerra Mundial? No es probable, pero sí posible.

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