La producción de materiales relacionados con la defensa en la Argentina: desde aviones, embarcaciones, armas, proyectiles y explosivos, hasta radares y reactores nucleares, representan la apuesta a un proyecto de país soberano.
Tres espacios conforman la industria de la Defensa de propiedad estatal: en lo referido a lo aéreo existe desde 1927 la actual Fábrica de Aviones (FADEA) “Brigadier San Martín”; en lo naval están vigentes los astilleros Tandanor y Almirante Storni y también los Astilleros Río Santiago, éstos últimos propiedad de la provincia de Buenos Aires y en el marco de armas, proyectiles y explosivos Fabricaciones Militares (FM). A todo ello hay que agregar la fábrica INVAP, propiedad de la provincia de Río Negro, responsable de la producción, entre otros elementos fundamentales de radares y reactores nucleares.
Tanto FADEA como Tandanor-Almirante Storni y FM dependen del Ministerio de Defensa. Todas estas empresas estuvieron al borde el nocaut durante el arrasador pasaje de la política neoliberal del menemismo por el Estado. FADEA fue concesionada por Menem a la empresa norteamericana Lockheed Martin y recuperada durante el gobierno de Néstor Kirchner. Tandanor fue rescatada del cierra y de la conversión de sus terrenos a emprendimiento inmobiliario sobre la costa porteña y la “Almirante Storni” fue salvada de la disolución también en el primer gobierno kirchnerista.
En cuanto a Fabricaciones Militares de las 14 fábricas existentes al llegar Carlos Menem a la Presidencia quedaron solamente cuatro tras la finalización de su prolongado mandato. Éstas fueron: la Fábrica Militar Fray Luis Beltrán (Santa Fe), Fábrica Militar de Río Tercero, Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos (Villa María), Fábrica Militar Fanazul (Azul). A ellas se sumó la Fábrica Militar de San José de Jáchal (San Juan). Esta última fue inaugurada en 2014 en el gobierno de Cristina F. de Kirchner y es la única planta construida por FM desde 1950. Está destinada a la producción de explosivos que se utilizan – en un 90 %- en la mina Gualcamayo por una empresa de colombiana; también a la exportación a Perú del explosivo gelamón por un contrato de cinco años para intervenir en la industria minera. Fazanul, por su parte, fue reabierta en la administración del presidente Alberto Fernández. Fabrica dinamita y tiene previsto instalar una planta de destrucción oficial de chalecos anti bala para garantizar la salida de estos productos del mercado negro. Su intempestivo cierre durante el macrismo, implicó el cese abrupto de una planta fundada en 1946 para apoyar el accionar de la Armada.
Aunque no fue la primera de las plantas industriales de la Defensa (FADEA lo fue en 1927 por Alvear) y Tandanor había sido creada en 1911, la Dirección General de Fabricaciones Militares nació el 8 de octubre de 1941 por medio de la Ley 12709, durante la presidencia – en ese momento interina por la licencia por motivos de salud de Roberto Ortiz- de Ramón Castillo.
El eje central de la creación de FM fue la obsesión por la producción nacional de acero que impulsó fervorosamente su primer presidente y director gerente, el general de división Manuel Savio, hasta su muerte en 1948. El gobierno de Perón la impulsó significativamente, pero la brutal reorganización del capitalismo bajo la exacerbación de la financiarización a fines de los ‘70 provocó la concentración de la producción mundial de aceros y grandes barcos del mismo modo que la centralización de la industria militar noratlántica.
En las actuales circunstancias geopolíticas, la guerra en Ucrania ha concentrado de manera drástica las ventas de materiales destinados a la producción militar, lo que perjudica las importaciones argentinas dirigidas al incremento de la producción nacional. Pese a ello, FM ha recuperado su producción de nitrato de amonio, ácido nítrico y ácido sulfúrico, exportando parte de la misma a Brasil y Uruguay. Se regenera la producción de material ferroviario con la reparación de vagones de carga. Si la Argentina como proyecto de país soberano requiere de una activa política de Defensa, es de esperar que en un tiempo cercano, la inversión pública fortalezca a una empresa que, como FM, ha sido clave, no solamente para el perfil militar de aquella, sino para el crecimiento global de la industria nacional.