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Francia abre una nueva y convulsa cohabitación denostada a izquierda y derecha

El nombramiento del conservador Michel Barnier como primer ministro de Francia , decidido el miércoles por la mañana por el presidente Emmanuel Macron tras sesenta días de reflexión desde las elecciones legislativas del 30 de junio y el 7 de julio pasados – en las que la coalición de izquierdas, bajo las siglas de el Nuevo Frente Popular (NFP), obtuvo la mayoría – abre una página sin precedentes en la historia de la V República , que en su día ya pasó por tres cohabitaciones forzosas y problemáticas, aunque asentadas en unas sólidas mayorías.Esa cohabitación política se plasma en el «ejercicio del poder ejecutivo de manera compartida por adversarios políticos elegidos democráticamente». En la historia del régimen fundado por Charles de Gaulle , entre 1958 y 1962, se han producido otras tres situaciones similares, en las que el presidente y el primer ministro pertenecen a diferentes formaciones políticas : entre 1986 y 1988, la presidencia del socialista François Mitterrand estuvo forzada a coexistir con la jefatura de Gobierno del conservador Jacques Chirac ; entre 1993 y 1995, Mitterrand hizo lo propio con el también conservador Édouard Balladur ; y entre 1997 y 2002, Chirac se vio forzado a \'compartir\' espacio con el socialista Lionel Jospin .En esas tres ocasiones, el presidente y su primer ministro estaban apoyados por grandes partidos mayoritarios que permitían gobernar, más allá de las tensiones y desencuentros personales, con gran estabilidad institucional.Noticia Relacionada estandar No Macron designa a Michel Barnier como nuevo primer ministro Juan Pedro Quiñonero | Corresponsal en parís Las izquierdas denuncian una «crisis de régimen»Sin embargo, la cohabitación que comienza ahora entre Macron, Barnier y una Asamblea Nacional fragmentada es radicalmente distinta. Macron está apoyado por tres pequeños partidos que, juntos, tan solo suman 166 diputados en una cámara de 577 miembros, donde es necesario tener 289 escaños para la mayoría. Incapaz de formar una coalición, el presidente se ha visto forzado a elegir un primer ministro que ha sido su adversario y muy crítico desde hace años: el partido de Barnier ( Los Republicanos ) solo tiene 47 diputados. Insuficientes para gobernar e insuficientes para formar mayoría con los partidos aliados de Macron. Esta situación, la cohabitación de un presidente y un primer ministro minoritarios, agravada por diferencias políticas profundas, no tiene precedentes en la historia del régimen.Cuando Barnier se postulaba como candidato a la presidencia de la República, declaró: « Francia no ha estado bien gobernada por Macron , se comporta de una manera solitaria y arrogante«. Y hace apenas un trimestre, el nuevo primer ministro declaraba: »La decisión de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas es muy peligrosa. La estrategia de Macron, desde hace siete años, ha consistido en intentar crear un bloque político central muy nebuloso, tratando de eliminar a la derecha y a la izquierda moderadas. El presidente ha fracasado . Su manera de gobernar, solitaria y arrogante, es un peligro«.Ahora, Barnier debe negociar con el mismo Macron un gabinete de coalición para presentar un proyecto común , que, desde el origen, corre muchos riesgos. Difícil situación.Reacciones negativasEl Nuevo Frente Popular (NFP), en el que están integradas todas las izquierdas es la coalición electoral con mayor presencia en la Asamblea Nacional. La Francia Insumisa (extrema izquierda), el Partido Socialista , los ecologistas y el Partido Comunista Francés suman 182 diputados, que no siempre están unidos, pero que integran la primera fuerza de oposición, han reaccionado de manera muy negativa contra la pareja Macron-Barnier . Olivier Faure , líder socialista, ha declarado: « El presidente perdedor nombra primer ministro a un hombre que pertenece a un partido minoritario . Se trata de la negación de la democracia. Entramos en una crisis de régimen«.La dirección del Partido Socialista publicó la tarde del jueves un comunicado anunciando su proyecto de censurar a Barnier y a su futuro ejecutivo: « El nuevo jefe de gobierno no tiene legitimidad política . Su partido es muy minoritario. Macron continúa degradando nuestra democracia, imponiendo como jefe de gobierno al representante de una fuerza política que obtuvo menos del 10 por ciento de los votos en las elecciones anticipadas«.Por su parte, Jean-Luc Mélenchon , líder de La Francia Insumisa, la formación más importante del Nuevo Frente Popular, ha declarado: « Nos han robado la elecciones . Las izquierdas ganamos las elecciones anticipadas. El presidente debía nombrar a un hombre o una mujer de nuestra sensibilidad política. Un atraco«.Advertencias de Le PenAl otro lado del espectro político, Marine Le Pen , presidenta del grupo parlamentario de Agrupación Nacional (extrema derecha), ha dejado en suspenso su reacción definitiva y asegura que esperará a que Barnier presente su programa de gobierno en la Asamblea: « Estamos en una situación caótica , provocada por Macron. Queremos ser responsables. Vamos a esperar que Barnier presente su programa. Defenderemos nuestra política sobre inmigración, poder adquisitivo, seguridad. A la luz de lo que proponga el gobierno, iremos actuando«. Jordan Bardella, el número dos del partido de Le Pen, matiza: » Los once millones de electores de nuestro partido merecen respeto , esa es nuestra exigencia«. Y con \'matices\', parece que Le Pen lanza una primera advertencia a la pareja Macron-Barnier: »O respetáis nuestras ideas o podremos votar la censura«.En sus primeras declaraciones, ya instalado en Matignon , la residencia oficial de los jefes de gobierno franceses, Barnier hizo tímidos gestos de apertura a los programas de las izquierdas y la extrema derecha, dejando en suspenso graves cuestiones de fondo: «Nuestros compatriotas -afirmó Barnier- son víctimas de un sentimiento de abandono y de injusticia, que ha crecido en nuestras ciudades, nuestros campos, nuestros barrios menos favorecidos. Nuestras prioridades serán, dentro de unos días, dentro de unas semanas, dar respuesta concreta a ese sufrimiento, abordando los problemas del poder adquisitivo, la inseguridad, el control de la inmigración ...«.Tras esas concesiones, esenciales para Le Pen y Mélenchon y el resto de las izquierdas, Barnier dejó caer una amarga promesa: « Se espera que un primer ministro diga la verdad. Incluso si esa verdad es dura . Decir la verdad sobre los déficits, la deuda financiera, la deuda ecológica… Deudas que pesan sobre las espaldas de nuestros hijos«. Ese problema, el de los cientos de miles de millones que engordan la deuda pública , amén de los intereses del pago de esa deuda, quizá sea el más grave de los contratiempos que debe afrontar Francia , cuando las cohabitaciones entre el presidente, el primer ministro y los grandes grupos parlamentarios de oposición anuncian tensiones nacionales que a buen seguro impactarán más allá de las fronteras de Francia.

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